Como todos los años, en el último
fin de semana de agosto, que vuelve a colocar a cada uno en
su lugar de residencia, tras las vacaciones del verano, o
tras unos días apartados del trabajo con los calores de
agosto.
Y como en años anteriores, los
atascos se suceden o se van uniendo los unos a los otros, en
las entradas de las grandes ciudades del centro, caso de
Madrid, o de otras ciudades grandes sin playas, caso de
Sevilla, por ejemplo.
No hay nada nuevo, en este
sentido, es un calco perfecto de otros años, aunque en esta
ocasión, no sé si por aquello de ofrecer una imagen distinta
de recaudación, el regreso es más llevadero o más barato,
por haber descendido, y mucho, el precio de los carburantes.
Hay cosas iguales que otras veces
y sólo eso de la rebaja de los carburantes varía con
respecto al pasado año o al principio de verano, con lo que
los 50 € que costaba, por ejemplo, llenar el depósito cuando
salieron de vacaciones, ahora sólo va a costar 37€ al
regresar.
De estas cosas se puede hablar,
por cuanto la subida o la bajada de carburantes, de cerveza,
de coca cola o de las zapatillas de deportes es algo
llevadero y solucionable, siempre mirando la calidad junto
al precio.
Sin embargo, e intencionadamente,
hemos dejado como olvidado el principal trauma que se da en
las salidas y en los retornos, los accidentes y las víctimas
que no fallan en estos días de tanto tráfico, y no es sólo
el tráfico, sino que esas ganas de llegar antes y correr más
de la cuenta, esa desatención al vehículo y a sus
revisiones, o esas distracciones, más pendientes del
teléfono móvil que de las señales de tráfico o de las
maniobras de otros que van en la misma o en diferente
dirección, suelen acarrear lo que más nos desagrada, los
accidentes.
Afortunadamente, a la hora que
estoy escribiendo, en la mañana del sábado, no he visto aún
ninguna información que hable de las víctimas en la
operación retorno. Mejor así y mucho mejor sería que mañana,
por ejemplo, a las doce de la noche, en ese final de esta
operación se anunciara que los regresos habían sido
perfectos, sin accidentes, sin denuncias y, especialmente,
sin víctimas mortales.
A partir del lunes, o al día
siguiente, un nuevo comienzo, de curso, hemos hablado de
ello hace pocos días, o de vuelta al trabajo aquellos que
siguen teniendo donde ocuparse. Es una etapa nueva, igual,
parecida o aunque sea distinta, pero una etapa que habrá que
recorrerla como se recorrieron las anteriores a este parón
de agosto o simplemente del verano.
Y cada vez oímos menos quejas de
aquellos que se tienen que reincorporar a su labor diaria,
aquí sí hay cambio y aquí sí se ha visto este regreso como
algo normal y lógico, cosa que hace cinco o diez años no se
daba en los mismos términos, cuando se renegaba de tener que
volver a los atascos, a los madrugones y a estar encerrados
tantas horas, eso sí, cumpliendo con el”sagrado deber del
trabajo”.
Ha sido la crisis la que, en este
sentido, ha hecho cambiar ciertos hábitos, cuando los que
siguen teniendo trabajo se han dado cuenta de que es eso más
llevadero que estar mirando a ver si un día se vuelve a
encontrar donde estar ocupados.
Tras todo esto, los atascos
seguirán unas horas, seguro que sí.
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