Es la máxima que predomina hoy, en
una gran parte de quienes se empiezan a formar para un día
lograr un título que les permita acceder a una profesión.
Y esta aspiración ha venido
creciendo y se ha venido haciendo habitual, desde hace más
de 30 años, desde que el PSOE, con “mando en plaza” y con
legítimo dominio de todas las parcelas, y por tanto de la
parcela educativa, fue cambiando los papeles, las rutas y
los programas para llegar a “la nada” que es a donde nos
estamos acercando, cada día más, a pasos agigantados en la
enseñanza.
Más de cuarenta años en las aulas
como docente me han hecho ver la serie de disparates y
trasformaciones, a cual más erróneos, que se han venido
dando en la enseñanza.
El primer paso hacia abajo lo
dimos cuando gracias a la señorita Galino y a Díez
Hochleiner pasamos de una enseñanza seria a egebeizar la
enseñanza anterior a la universidad.
El programa se engendró con el
antiguo régimen, todavía, “vivito y coleando”, con la
influencia de los nefastos pedagogos y la pérdida de lo que
venía siendo una enseñanza rigurosa y sólida, antes de
llegar a la universidad.
Aquello fue el inicio del
descenso, pero los gestores de aquello, a quienes no profeso
ninguna simpatía, eran premios Nöbel comparados con los que,
al correr de los años, metieron mano en las reformas
educativas, desde que el PSOE tuvo poder.
El desastre ahí está, partiendo de
la deslegitimación del profesor, no preocupándose de que las
clases sean serias y mirando siempre al relleno de
cantidades inmensas de papeles. El que mejor rellena los
papeles no va a tener ningún problema, el que se olvide de
los papeles puede tenerlos, aunque las clases las esté
atendiendo como es debido.
Da vergüenza que de las 150
mejores universidades europeas ninguna sea española y eso no
es por falta de medios, eso viene promovido por falta de
base, con lo que ello conlleva.
Ahora va a comenzar un curso
nuevo, tras muchos años, que por estas fechas estábamos
preparando las clases que íbamos a impartir, ahora ya los
preparativos son con otras miras, pero sigo teniendo la
misma preocupación:”¿Seguirán exigiendo tantos papelitos?”.
“¿Seguirán siendo los profesores los más denigrados en la
enseñanza?”. Tiempo al tiempo y se me pone carne de gallina
al pensar que la nueva ley de educación puede dormir el
“sueño de los justos”, tras perder el PP las elecciones, si
las pierde, que es lo más probable.
Esta ley no ha terminado de entrar
en acción y desde el PP –ya lo hemos visto- incluso “se
ponen palos en las ruedas” para que no termine de prosperar,
y si no basta con echar una mirada hacia atrás y ver lo que
ha hecho el PP, desde Ceuta a Madrid, con Cecilio Gómez que
defendía a ultranza la ley y su puesta en marcha.
En Madrid, el ministro que no
sabía, aún, por donde andaba se dejó guiar por lo que le
llegó de Ceuta y en Ceuta quienes tenían o tienen poder para
“cortar la cabeza” al director provincial de Educación,
Cultura y Deportes, cedieron ante las presiones de CCOO, a
la vista está, ya veremos si “con goteras o sin ellas”.
Ahora lo que hace falta es que al PP le voten esos que son
tan amigos de que se le corte la cabeza a quien vino de
fuera y cumplió como los buenos.
Por cierto, y termino con
esto ¿Se habrían atrevido desde CCOO o desde algún sector
del PP a “tocar un solo pelo” a Cecilio Gómez si hubiera
vivido Francisco Antonio González?. Seguro que no y es que
con él se daban las tres premisas indispensables en todas
las acciones y los compromisos: Querer, Saber y Poder. Con
otros lo que hay hoy está a la vista.
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