Dentro de unas semanas la Iglesia de Ceuta celebrará el VI
Centenario de la llegada de la Imagen de Nuestra Señora del
Valle. Seis siglos durante los cuales esta Imagen, la más
antigua de la ciudad, ha pasado por diversas vicisitudes.
Nuestra Señora del Valle, o la Virgen Capitana, o la
Portuguesiña, como también se le llamaba en un principio, es
de estilo románico, de roca caliza micrítica bastante
homogénea, de procedencia desconocida por tratarse de un
tipo muy común en la Península Ibérica, como se ha podido
determinar en los análisis realizados por el Instituto
Nacional de Ciencias Naturales, de Madrid, a raíz de su
reciente restauración. Se sabe que venía en la nao de Don
Juan I de Portugal y que, tras la conquista, fue
desembarcada y portada en hombros hasta la Mezquita que
posteriormente sería la Catedral, donde se rezó un Te Deum y
se celebró una Eucaristía, en la que fueron armados
caballeros sus hijos, los infantes. Cuando Don Juan se
marchó, la Imagen se quedó en Ceuta, en principio en la
Catedral, como lo autentifica el Capellán de la Emperatriz
Leonor de Portugal en 1456, Nicolás de Walkenstein, cuando
recalaron en Ceuta a su paso hacia Alemania para contraer
matrimonio con el Emperador Federico III de Habsburgo, al
escribir que allí la vio y que se daban medallas con su
efigie a los peregrinos. Pero la Catedral se puso bajo otra
advocación, la de Nuestra Señora de la Asunción, y la imagen
pasó a la Ermita del Valle, donde la encontramos ya en 1581,
como autentifican las Actas Capitulares de ese año, cuando
hablan de la visita que el Cabildo Catedralicio hacía a la
Ermita desde muchos años atrás.
Durante el siglo XVII aumenta su
devoción y posiblemente sea entonces cuando comience a
crearse la leyenda. Una historia que tiene, como casi todas,
un germen documental. Se halla éste en el hecho de que
cuando el Rey entró en la ciudad, herido en una pierna como
venía, se quedó en una mezquita a descansar hasta que le
avisaron que la población había caído en sus manos y que
podía entrar sin peligro. Aquel refugio provisional sería el
edificio que hoy reemplaza la Iglesia del Valle.
Hay constancia gráfica de que en
el año 1915, con motivo del V centenario, se celebró una
misa en la explanada anterior de la Ermita del Valle, a la
que acudieron las autoridades civiles y militares, así como
un gran número de fieles.
La imagen ha sufrido varias
intervenciones por fracturas ocasionadas por caídas, dado su
elevado peso, que modificaron su aspecto original de forma
considerable, llegando a no parecerse a la original. Pudiera
ser que con motivo de esos actos celebrados durante el V
centenario, en el traslado de vuelta al templo, la imagen
sufriera una caída, ocasionándole algunos considerables
desperfectos, pues es a partir de esas fechas es cuando deja
de estar en el altar mayor de la Ermita, siendo sustituida
por otra de madera policromada, la que durante los últimos
años ha recibido la devoción de los ceutíes. Una imagen que
de la que se estudia su procedencia y advocación.
A mediados de los años setenta del
pasado siglo, fue trasladada a Sevilla por Don Alejandro
Sevilla, donde se restauró por un sucesor de Castillo
Lastrucci, Don José Pérez Delgado, permaneciendo en el museo
de la Catedral desde su regreso hasta el día 5 de septiembre
de 1999, tras haber sido reclamada por la Parroquia del
Valle para que volviera a recibir culto en su Templo, una
vez que este fuese restaurado y consagrado por el Obispo Don
Antonio Ceballos Atienza. La Imagen fue trasladada ese día
5, domingo, en Rosario de la Aurora, acompañada por las
autoridades civiles y militares hasta su Parroquia, siendo
escoltada por una Escuadra de la Compañía de Mar de Ceuta
con uniforme de gala, la Unidad más antigua de la Plaza, la
que fue solicitada expresamente por tal motivo, ya que estos
marineros son descendientes y depositarios de aquellos
primeros que se quedaron en Ceuta y desembarcaron a Nuestra
Señora del Valle. En su trayecto, desde la Catedral a su
Parroquia, las iglesias por las que iba pasando hacían
repicar sus campanas.
La Imagen de Nuestra Señora
del Valle, la que trajo Don Juan I de Portugal, la única,
nunca ha dejado de estar con nosotros. Durante seis siglos
ha estado y participado del devenir de la ciudad de forma
callada, recibiendo culto con más o menos fervor,
dependiendo del momento, pero siempre, desde que llegó, hace
seiscientos años, participando de la historia de Ceuta.
|