Muy rápido se habló en la
ciudad de que los últimos informes sobre la criminalidad en
Ceuta habían ofrecido unos datos alentadores ya que habían
descendido de forma considerable todos los indicadores.
Ciertamente era así, pero está visto y comprobado que en
esta ciudad no se pueden lanzar campanas al vuelo antes de
tiempo. Y es que justo después de conocerse dicho informe y
las primeras cifras de criminalidad se produjo en la ciudad
un tiroteo, algo que parecía que ya había quedado en el
pasado, para sesgar la vida, de una forma cruenta y por unos
motivos que aun hoy en día se desconocen, de un joven en la
barriada del Príncipe. Algo que ocurrió tan sólo once días
después de que ayer, un nuevo tiroteo en la citada barriada
acabara también con otro joven herido de bala, justo
momentos después de que durante un control del CNP un
individuo sacara una metralleta ‘UZI’ y realizara varios
disparos al aire. Está visto y comprobado que mientras
existan en esta ciudad, cafres descerebrados, sinvergüenzas
de medio pelo, que por tener un arma se consideran más
importante que cualquier persona y que sin temor alguno,
vaya sembrando el pánico por la ciudad, poca estabilidad y
sensación de seguridad se podrá ofrecer a la ciudadanía.
Ciertamente, los agentes de los cuerpos y fuerzas de
seguridad del Estado vienen haciendo un magnífico trabajo
sobre estas cuestiones, pero cuando suceden hechos como los
últimos acontecidos, queda en evidencia que quizás este gran
trabajo necesite de un mayor apoyo de todas las
administraciones, así como de una mejora en las dotaciones,
reforzando las unidades y los medios para seguir luchando
contra estos pistoleros asesinos que lo único que se merecen
es la cadena perpetua, y no una condena revisable que se ha
incluído últimamente.
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