Es la norma que deben emprender
todos los organismos oficiales encargados de vigilar la
pureza del deporte, por cuanto acaba de publicarse, a los
cuatro vientos, que desde principios de siglo, hasta
nuestros días, un elevado tanto por ciento de las medallas,
incluso olímpicas, de atletismo han sido conseguidas con
trampas, muy especialmente gracias a haberse ayudado de
elementos prohibidos.
Y estamos en atletismo, un deporte
practicado por muchos deportistas pero con el que son muy
pocos los que logran hacerse ricos.
Los más dados a usar productos
prohibidos, para lograr unos resultados notables, aunque sea
por un camino tortuoso, parece que han sido lo rusos y
alguno de los países africanos que destaca en esta
modalidad, sin que se les conozca otra actividad más.
Es la picaresca, posiblemente, más
de los que están alrededor que de los propios deportistas,
pero la costumbre se ha extendido tanto que incluso en los
juegos olímpicos de Londres hubo muchos casos, que pasaron
desapercibidos, o no se quisieron ver, en aquel momento,
para no romper las propias olimpiadas.
Y ha sido ahora, cuando la amenaza
de que el “chollo” se les termine a ciertos deportistas,
pero mucho más a integrantes de esos organismos oficiales,
cuando se hace público este escandalazo que de haberse dado
a conocer, in situ, hubiera constituido un fracaso total
para cualquiera de esos juegos o de las pruebas que
estuvieron adulteradas, en los que el “doping” está saltando
a diario.
Ahora, pues, ha surgido el grito
ese de “tolerancia cero”, pero lo que falta por ver es qué
es lo que se va a hacer con esas docenas de deportistas que
subieron al podium inmerecidamente, y qué va a suceder con
las medallas esas logradas, a las que sacaron unos buenos
rendimientos, especialmente publicitarios, en tanto que los
verdaderos vencedores, aun quedando 3º o 4º, incluso otro
puesto posterior, no pudieron gozar de esos patrocinios por
no haber cruzado los primeros la línea de meta.
No se me oculta que es muy
difícil, en algunos casos, coger in flagranti al que se
ayudó, con métodos prohibidos, pero las técnicas, en la
actualidad, debieran dar más de sí en este capítulo de lo
que dan.
Y es que, desde hace muchos años,
ya hemos sostenido la idea de que la medicina contra el
fraude del doping va muy avanzada, pero la práctica de los
que cometen ese fraude va muy por delante de los avances
médicos.
Así están las cosas, en esta
ocasión no hemos entrado en el deporte rey, ni en otros de
esos que, aparentemente, tienen de todo. Hoy nos hemos
quedado en el atletismo que tan sólo necesita, inicialmente,
unas simples zapatillas para poderlos practicar, claro que
con ese nombre de zapatillas podemos encontrar muchos tipos,
diversas marcas y para calzarse algunas de ellas es
necesario haber roto, antes, muchas barreras que, a veces,
se han roto o se siguen rompiendo, a base de demasiadas
trampas, cosa en la que hemos entrado hoy.
Correr más que el viento lo han
hecho algunos, pero no por sí solos, sino con la ayuda y la
influencia de otro tipo de “huracanes” que se han percibido
muchos años después.
Ahora, en la época de
pruebas de un día o de carreras sueltas, es cuando salta
este escandalazo, sin ser año olímpico, ni nada, por eso
aparece ahora.
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