Los Balcanes no me son extraños.
Tuve la oportunidad de conocer la Yugoslavia de Tito, un
interesante proyecto frustrado de convivencia étnica e
ideológica así como de autogestión social. Y también los
Balcanes en plena guerra civil, alentada en una primera fase
por los espurios intereses de dos estados europeos, Alemania
y el Vaticano, mientras iban estallando una serie de
conflictos curiosamente concatenados: guerra en Eslovenia
(27 de junio al 7 de julio de 1.991), guerra en Croacia
(junio de 1991 a febrero de 1992), guerra en Bosnia (marzo
de 1992 a diciembre de 1995) y guerra en Kosovo (en
conflicto desde 1990 y en guerra desde 1996 a 1999), pese a
los Acuerdos de Paz de Dayton (21 de noviembre de 1995,
ratificados el 14 de diciembre en París). La crisis de los
Balcanes desembocó finalmente en 1999 con la guerra
(euroamericana) contra la República Federal de Yugoslavia.
Efectivamente, una cautiva OTAN
hacía de punta de lanza del imperialismo americano
bombardeando, entre el 24 de marzo y el 10 de junio de 1999,
un estado legítimo y de derecho y destruyendo un país
soberano, la República Federal de Yugoslavia, demonizando de
paso en una estudiada campaña mediática a su población
serbia. ¿Los resultados....? No tan brillantes (sin
comillas) como en Libia tras la planificada voladura del
régimen de Gadafi, pero cuando menos notables (también sin
entrecomillar): destrucción de las infraestructuras y
retraso de la región, enfrentamiento velado con Rusia,
ascenso del islamismo más extremista e instalación en el
artificial estado de Kosovo, para protegernos a todos
naturalmente, de la mayor base militar norteamericana en
Occidente. ¿Da qué pensar no les parece...? Y España, como
otros países europeos, en el papel de “tontos útiles” de la
tramoya al ritmo de barras y estrellas después de la oscura
masacre de Racack, enero de 1999. Si ustedes conocen a algún
diplomático norteamericano, aprovechen para preguntarle
sobre la “Operación Raíces”. A ver qué coño les cuenta.
Este fue el primer capítulo de la
tragedia balcánica, en pleno corazón de Europa, que vio la
actuación criminal de los yihadistas de Osama Ben Laden y su
particularísima Legión Árabe (¿les suenan los nombres,
verdad? Si no saben de qué va pregúntenle al profesor Javier
Jordán, gran experto universitario, presunto al menos, en Al
Qaída), generosamente financiada por los petrodólares de
Arabia Saudí con el visto bueno de Washington, pues no en
vano el entonces bueno de Osama asesoraba, junto a un
conocido político estadounidense, al presidente bosniaco, el
islamista (y ex nazi) Alija Izetbegovic, autor en 1970 de la
controvertida Islamska Decklaracija o Declaración Islámica,
toda una declaración de intenciones y profesión de fe.
¿Teherán? También movió ficha como veremos mañana. Más tarde
surgió la guerrilla terrorista del ELK (o UCK, Ejército de
Liberación de Kosovo) que cogió alas faltaría más con la
tradición al uso, es decir con el habitualmente estúpido
beneplácito occidental. Oportunos que somos en nuestro
ambivalente papel de bomberos-pirómanos.
Señalemos también de paso que los
Balcanes representan, para el fértil imaginario musulmán, la
misma enfermiza atracción que España en su mitificada
versión de “Al Andalus”: los dos fueron territorios
islámicos y, por tanto, para todo buen musulmán es preciso
hacer la “gran yihad” (o se esforzarse) para que vuelvan a
serlo. Inch´Alah naturalmente. Observen que en este caso
traduzco “yihad” como esfuerzo, a fin de mantenerme en la
ortodoxia islámica: esfuerzo intelectual, político, de
plegaria.... ¡para recuperar los Balcanes y Al Andalus!
Claro que en “la senda de Dios” (sic) de la Gran Yihad
(esfuerzo) y la Pequeña Yihad (Guerra Santa), la última, la
Guerra Santa o Pequeña Yihad, también ha sido reivindicada
específicamente para el caso de Al Andalus (España) por Al
Qaïda... y la organización terrorista Hamás, brazo armado
palestino de los Hermanos Musulmanes. Aunque para este
trivial detalle de la recuperación de Al Andalus con la que
Hamás educa a sus alevines, si tienen interés estoy seguro
de que en Ceuta y Melilla encontrarán los hilos conductores
que les conduzcan a ello.
Volviendo al segundo capítulo (la
cosa va para largo) del tema que nos ocupa, resulta que el
llamado “corredor” de los Balcanes, con especial incidencia
en Bosnia Herzegovina (federación política con dos
entidades: la República Srpska serbia y la comunidad
bosnio-croata) y Kosovo (éste antiguo territorio “robado” a
Serbia), se está convirtiendo en los últimos tiempos en
eventual “santuario” de los fanatizados yihadistas del
Estado Islámico (EI, Daesh en su acrónimo árabe), mediante
el sencillo recurso de compra de terrenos con vista a la
instalación de refugios y campos de entrenamiento
terrorista: son los casos, solo en Bosnia Herzegovina, de
las zonas de Osve, Gornia Maoca y Dubnica. El mentor, un
antiguo y cualificado dirigente de Al Qaída pasado con armas
y bagajes (no es el único, mientras que el trasvase al revés
no se conoce) al Estado Islámico (EI) y su putativo
“califato”: Nusret Imamovic.
¿La islamización radical de los
Balcanes? Tras la voladura de Yugoslavia, dos países han
competido en la misma con un río de dinero y mezquitas:
Arabia Saudí (sunnismo wahabí) y República Islámica de Irán
(shiísmo duodecimano), seguidos aunque en menor medida de
Pakistán, aliado de los saudíes. Ya antes de los
macroatentados del 11-S en Nueva York, los iraníes mantenían
en Bosnia al menos dos centros de entrenamiento terrorista
(tanto Ryad como Teherán han “jugado” a ello), uno en
Podgorelica.
¿Yihadistas balcánicos en el
Estado Islámico (EI)? Según mis fuentes en la región, más de
mil. Les adelanto algunos datos contrastados a la baja, de
mayor a menor número de “voluntarios”: 400 bosniacos, 400
albano-kosovares, 40 montenegrinos y 30 macedonios. La
realidad es que el Estado Islámico se aproxima a la incauta
Europa como una tenaza con dos dientes: uno en Libia (para
ello fue fundamental liquidar a Gadafi) y otro en Kosovo y
Bosnia-Herzegovina. Y mientras, preocupados por Crimea...
En los sufridos Balcanes el dios
Marte vuelve a rugir. “Los meses no son largos, ni los días
ni las noches. La guerra es la que es larga”, decía G.
Apollinaire. Sí, muy sucia.... y muy larga.
Haya salud. Visto.
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