No podemos decir que ninguna de
estas dos comunidades autonómicas haya sido mimada y tenida
en lugar preferente sobre las demás, ni que haya gozado de
más privilegios que cualquiera de las otras, absolutamente
en nada.
Sin embargo, y desde siempre, lo
que está claro es que aquí, en Extremadura y en
Castilla-León hay una nobleza y una lealtad que para sí
quisieran todas las demás, comenzando desde sus pueblecitos,
incluso los más pequeños, hasta las localidades más grandes.
Y a esos pueblecitos me tengo que
referir hoy, en primer lugar a Calzadilla de los Barros,
pequeña localidad extremeña, provincia de Badajoz, con
escasamente 500 habitantes, situada a unos 15 kilómetros de
Zafra, en plena Ruta de la Plata, Nacional 630.
El Ayuntamiento de Calzadilla de
los Barros una vez que vio el desprecio y la indignidad con
que se ha tratado el busto de S.M. el Rey, Juan Carlos I,
convocó un pleno extraordinario y decidieron reclamar ese
busto para su Ayuntamiento, para darle el trato que
realmente merece y para que presida los plenos de un
pueblecito humilde, pero digno y español, por los cuatro
costados.
Además y para que el Ayuntamiento
de Barcelona, que preside Ana Colau y a la que asesora “en
no sé qué” esa dama a la que “cariñosamente” se la ha
empezado a designar “la meona”, digo que para que ellos no
tengan gasto alguno con el envío, sería el propio alcalde el
que iría, con su coche y pagándose él mismo el combustible,
a recoger ese preciado busto que en el Ayuntamiento de
Barcelona han denigrado.
Conozco un poquito la población de
Calzadilla de los Barros, he pasado cientos de veces por
esta población y yo creo que, a partir de ahora, merece
figurar en el mapa de la geografía de España como “uno de
los pueblos de bien”, como un lugar a visitar, no por los
monumentos que tenga, sino por las buenas gentes que lo
habitan.
Quienes hemos vivido en
Extremadura, casi una decena de años, nos sentimos
identificados con esa dignidad, esa casta de bien y ese
sentir, de verdad, que hay en esta gente, desde los pueblos
más pequeños hasta las poblaciones más grandes.
Y como los que menos reciben
suelen ser los más agradecidos, aquí tenemos en
Castilla-León, mi tierra, provincia de Ávila, a escasos 8
kilómetros de mi pueblo, Piedrahita, otro pueblecito, Villar
de Corneja, que hace muy pocos días, en sus fiestas
patronales, con su alcaldesa, Carmina Hernández Rollán, a la
cabeza, por así haberlo aprobado en un pleno, decidieron
inaugurar una pequeña plaza en el pueblo a la que han dado
el nombre de Plaza de las Fuerzas Armadas, un nombre que
ahora a ciertas progresías no parece agradarle mucho.
Lo más llamativo es que para esta
inauguración y sólo para la interpretación del Himno
Nacional, se contrató una banda de música, que no interpretó
ni una nota más que las del Himno mientras se izaba la
bandera de España.
Esto, lo de Calzadilla de los
Barros y lo del Villar de Corneja, me dirá alguno de la
“progresía barata”, no mejora las condiciones de los
habitantes de estos pueblos, pero sí marcan la diferencia
que hay entre los que son españoles, de verdad, y los que,
siéndolo, quieren apartarse de nosotros.
Dos comunidades serias y dos
pueblecitos dignos de pertenecer a Castilla-León y a
Extremadura. España, por aquí, no se resquebraja.
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