Que razón tenía don Antonio
Machado cuando dijo que en España “de cada diez cabezas, una
piensa y las otras nueve embisten”. Eso es lo que volvió a
hacer ayer Juan Luis Aróstegui, embestir contra este medio
de comunicación, y lo que es más grave, contra sus
trabajadores. Sin embargo, sus palabras no nos afectan. Su
animadversión hacia EL PUEBLO es notoria, su tendencia es
clara, su perfil es alineado y su posición es tan subjetiva
como cercana a la demagogia. No obstante, nos negamos a que
sus mensajes sean como piruletas que todo el mundo chupa
pero sobre las que nadie se pregunta qué hay alrededor del
dulce que sujeta el palito.
En el Pleno de ayer, en mitad de un acalorado debate sobre
la creación de una Comisión de Investigación sobre la
denominada por algunos como “lista fantasma” de las 317 VPO
de Loma Colmenar, Aróstegui olvidó su discursiva defensa por
la libertad de expresión y comenzó criticando que “la lista
ha salido publicada en un medio que financia esta
institución casi al 100%. ¿Hasta cuándo vamos a tolerar a
ese grupo de mezquinos con intereses espurios?”, dijo.
Escuchándole hay que tomar aire y sujetar el estómago para
reprimir el vómito pues la arcada es inminente.
En este sentido, a Juan Luis le debió traicionar el
subconsciente y confundir este diario con otro periódico
decano en el que colabora semanalmente, por aquello de la
financiación, claro. Pero aún en el caso de que fuera cierto
que la Ciudad financiara este medio casi al 100%, (nada más
lejos de la realidad), ¿qué pretende Aróstegui? ¿Qué solo
publicáramos las informaciones autorizadas por el Gobierno?
¿O qué quizá tuviéramos que pedirle permiso a él para
publicar según que cosas?
Pero lo más risible de Juan Luis Aróstegui no es su actitud
antiperiodística y demagógica, sino la manera en que
contrasta lo que dice con lo que hace. Lo mismo un día se
levanta de la cama y denuncia que RTVCE (ésta si financiada
al 100% por la Ciudad dado su incuestionable carácter
público) realiza su labor informativa al dictado del
Gobierno del Partido Popular, reclamando con vehemencia una
televisión pública más plural, como al día siguiente dedica
a El PUEBLO una feroz crítica por todo lo contrario.
No obstante, su ataque no acaba ahí. También acusó a este
medio de permitirse “el lujo, sin contrastar la información,
de publicar una lista que crea un conflicto social, desazón
e indignación”. Ahora sí que cuesta reprimir el vómito.
Aróstegui obvia, de forma premeditada, que este medio
contrastó con Antonio López que la citada lista de
adjudicatarios, que obraba en nuestro poder, era la oficial.
¿Le parece poco al señor Aróstegui un viceconsejero de
Vivienda del Gobierno de la Ciudad y gerente además de
Emvicesa para contrastar la noticia? Pero es que además este
medio consultó con varios empleados de Emvicesa que
ratificaron de que se trataba de la lista oficial, añadiendo
incluso que ya estaban redactados los contratos y que se
había procedido a llamar a más de 100 adjudicatarios,
citándolos el día siguiente para proceder a la firma y
hacerles la entrega de las llaves. Pero hay más, EL PUEBLO
dispone de información comprometedora que no ha sido
publicada debido a que, sencillamente, no ha resultado
posible contrastar hasta el momento su veracidad.
Incluso en su pérdida de conciencia breve, superficial y
transitoria sufrida ayer en la sesión plenaria, Aróstegui
llegó a afirmar que EL PUEBLO, con la publicación de la
“lista fantasma”, había puesto “la institución patas
arriba”, otorgando una rara capacidad a un periódico que,
según el mismo ha escrito en diversas ocasiones, vende menos
de 200 ejemplares diarios. En este sentido solo podemos
darle las gracias por concedernos tal influencia que, en
todo caso, ha evitado que las viviendas fueran entregadas de
acuerdo a una lista que el mismo Aróstegui afirma que no
responde a ninguna adjudicación ni baremación, abriéndose un
nuevo proceso más transparente. Ya saben, esa manía que les
ha dado a algunos de nuestros políticos que llevan a gala en
sus discursos ser abanderados de la transparencia mientras
fulminan los discos duros que encuentran a su paso para que
no quede rastro de sus gestiones, que de creernos su
propaganda, son modélicas.
Por último, y sin que sirva de precedente, en lo que sí
estamos de acuerdo con Aróstegui es que “la que sea puta,
que cruja”. Aunque “la puta” se vista de reputado diputado.
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