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OPINIÓN - MARTES, 28 DE JULIO DE 2015

 
OPINIÓN / EDITORIAL

“La que sea puta, que cruja”

Que razón tenía don Antonio Machado cuando dijo que en España “de cada diez cabezas, una piensa y las otras nueve embisten”. Eso es lo que volvió a hacer ayer Juan Luis Aróstegui, embestir contra este medio de comunicación, y lo que es más grave, contra sus trabajadores. Sin embargo, sus palabras no nos afectan. Su animadversión hacia EL PUEBLO es notoria, su tendencia es clara, su perfil es alineado y su posición es tan subjetiva como cercana a la demagogia. No obstante, nos negamos a que sus mensajes sean como piruletas que todo el mundo chupa pero sobre las que nadie se pregunta qué hay alrededor del dulce que sujeta el palito.

En el Pleno de ayer, en mitad de un acalorado debate sobre la creación de una Comisión de Investigación sobre la denominada por algunos como “lista fantasma” de las 317 VPO de Loma Colmenar, Aróstegui olvidó su discursiva defensa por la libertad de expresión y comenzó criticando que “la lista ha salido publicada en un medio que financia esta institución casi al 100%. ¿Hasta cuándo vamos a tolerar a ese grupo de mezquinos con intereses espurios?”, dijo. Escuchándole hay que tomar aire y sujetar el estómago para reprimir el vómito pues la arcada es inminente.

En este sentido, a Juan Luis le debió traicionar el subconsciente y confundir este diario con otro periódico decano en el que colabora semanalmente, por aquello de la financiación, claro. Pero aún en el caso de que fuera cierto que la Ciudad financiara este medio casi al 100%, (nada más lejos de la realidad), ¿qué pretende Aróstegui? ¿Qué solo publicáramos las informaciones autorizadas por el Gobierno? ¿O qué quizá tuviéramos que pedirle permiso a él para publicar según que cosas?

Pero lo más risible de Juan Luis Aróstegui no es su actitud antiperiodística y demagógica, sino la manera en que contrasta lo que dice con lo que hace. Lo mismo un día se levanta de la cama y denuncia que RTVCE (ésta si financiada al 100% por la Ciudad dado su incuestionable carácter público) realiza su labor informativa al dictado del Gobierno del Partido Popular, reclamando con vehemencia una televisión pública más plural, como al día siguiente dedica a El PUEBLO una feroz crítica por todo lo contrario.

No obstante, su ataque no acaba ahí. También acusó a este medio de permitirse “el lujo, sin contrastar la información, de publicar una lista que crea un conflicto social, desazón e indignación”. Ahora sí que cuesta reprimir el vómito. Aróstegui obvia, de forma premeditada, que este medio contrastó con Antonio López que la citada lista de adjudicatarios, que obraba en nuestro poder, era la oficial. ¿Le parece poco al señor Aróstegui un viceconsejero de Vivienda del Gobierno de la Ciudad y gerente además de Emvicesa para contrastar la noticia? Pero es que además este medio consultó con varios empleados de Emvicesa que ratificaron de que se trataba de la lista oficial, añadiendo incluso que ya estaban redactados los contratos y que se había procedido a llamar a más de 100 adjudicatarios, citándolos el día siguiente para proceder a la firma y hacerles la entrega de las llaves. Pero hay más, EL PUEBLO dispone de información comprometedora que no ha sido publicada debido a que, sencillamente, no ha resultado posible contrastar hasta el momento su veracidad.

Incluso en su pérdida de conciencia breve, superficial y transitoria sufrida ayer en la sesión plenaria, Aróstegui llegó a afirmar que EL PUEBLO, con la publicación de la “lista fantasma”, había puesto “la institución patas arriba”, otorgando una rara capacidad a un periódico que, según el mismo ha escrito en diversas ocasiones, vende menos de 200 ejemplares diarios. En este sentido solo podemos darle las gracias por concedernos tal influencia que, en todo caso, ha evitado que las viviendas fueran entregadas de acuerdo a una lista que el mismo Aróstegui afirma que no responde a ninguna adjudicación ni baremación, abriéndose un nuevo proceso más transparente. Ya saben, esa manía que les ha dado a algunos de nuestros políticos que llevan a gala en sus discursos ser abanderados de la transparencia mientras fulminan los discos duros que encuentran a su paso para que no quede rastro de sus gestiones, que de creernos su propaganda, son modélicas.

Por último, y sin que sirva de precedente, en lo que sí estamos de acuerdo con Aróstegui es que “la que sea puta, que cruja”. Aunque “la puta” se vista de reputado diputado.
 

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