Quizás hay algo dentro de mí que me impide dejar de
escribir, es esa voz del interior que dice que, aunque
existan personas que jamás lo entenderán, nunca debes de
dejar de hacer aquello que te sale de lo más profundo del
corazón. Sí, corazón. Algunas personas señalarán que utilizo
mucho esa palabra, pero jamás quiero dejar de hacerlo y si,
por casualidad, algún día me convierto en una mujer
manipuladora, fría, distante y que juega a pensar en mis
propios intereses, vendiéndome a la primera persona que me
ofrezca algo, aunque antes me haya criticado o puesto la
zancadilla, dejaré de pertenecer, por voluntad propia, a un
partido político que tiene historia de personas que,
incluso, han dado la vida por defender unos ideales. ¿Por
qué? Porque entenderé que el PSOE me queda grande.
Hemos vivido un Congreso
Extraordinario y ha salido proclamado Manuel Hernández como
Secretario General. Desde aquí le deseo toda la suerte del
mundo, tanto a él como a su equipo. Tienen mi apoyo
incondicional, el mío y el de muchos compañeros y compañeras
que decidieron apoyar la otra candidatura, la de Pablo
Núñez. Ya no existen dos, en estos momentos, actualmente,
sólo existe una.
Espero que nadie, absolutamente
nadie, haga lo que hicieron con José Antonio Carracao, es
decir, apartarse de la política y dejar de participar en
cosas tan trascendentales para la vida de un partido, como
fueron las Elecciones Generales, las Europeas, la
Conferencia Política, o las mismas Autonómicas. Espero y
deseo que la unión de algunas personas no sea sólo una
respuesta de aversión hacia quien hasta ahora ha sido,
democráticamente, nuestro Secretario General. Espero que esa
unión sea la de mirar hacia el futuro sin perder de vista el
presente y, lo que es mejor, el pasado. La posición que
tenemos ahora sólo ha sido posible por el esfuerzo de un
equipo que ha tenido que remar contra la corriente y luchar
contra muchos reveses.
Y ahora, sin más transcendencia
que la de recordar a un gran socialista, me vienen las
palabras de Rubalcaba: “ La acción política del PSOE se
sustenta en un trípode: proyecto, partido y principios. Los
principios son los nuestros, los de siempre, los conocemos
bien, justifican nuestros 135 años de historia. Pero los
principios no bastan con tenerlos, hay que vivirlos, hay que
practicarlos, en el día a día, todos los días, deben formar
parte de nuestra práctica política. Los proyectos políticos
se pueden adecuar a la realidad, pero los principios
políticos, no. El PSOE debe ser un partido que dice siempre
lo que piensa, que piensa lo que dice y que cumple lo que
promete. Hemos de ser siempre coherentes, pero nunca
dogmáticos. Tenemos que ser honestos y austeros porque si no
vivimos como pensamos acabaremos pensando cómo vivimos.
Tenemos que subordinar los
intereses personales a los intereses del partido. Y el
interés del partido, al interés general. Tenemos que
trabajar incansablemente. Hemos de responder a los problemas
pequeños con trabajo y a los grandes con mucho trabajo. A
los y las socialistas nunca nos han regalado nada. Lo que
tenemos lo hemos conquistado con nuestro trabajo.
Somos leales, antes que nada, con
nuestros compañeros y compañeras. Lealtad mutua, porque
compañerismo viene de ahí.
Y finalmente, el poder, que es una
difícil relación para la izquierda. Los y las socialistas
nunca hemos buscado el poder por el poder. No. Queremos
alcanzar el poder para transformar y buscar la igualdad y la
justicia. Queremos llegar al poder para dárselo a quienes no
tienen otro poder que el que les da la democracia. Porque,
como le gusta decir a Alfonso, el socialismo nació para
evitar que nadie tenga tanto poder como para obligar a
arrodillarse a los demás y para conseguir que nadie tenga
tan poco poder como para tener que arrodillarse ante nadie.
Para eso queremos el poder. Tengo el convencimiento de que
el olvido de uno solo de esos principios nos trae muy malas
consecuencias; que es algo que la ciudadanía no nos
perdonan. Y hacen bien. Porque a la izquierda se le debe
medir por la calidad de su proyecto político, claro que sí,
por la fortaleza de su liderazgo, naturalmente, pero sobre
todo por el respeto a sus principios y a sus valores, por su
ejemplaridad. Ejemplares, compañeros y campaneras, los y las
socialistas tenemos que ser ejemplares, todo el día. El PSOE
no me debe nada. Yo se lo debo todo al Partido. Se lo debo
todo. Todo lo que he sido y, sobre todo, todo lo que he
podido hacer. Le debo haber podido trabajar por mis
convicciones.”
Grandes verdades que quería
compartir con ustedes porque como dice Antonio Machado, “la
verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense
al revés”.
|