Hace unos días me enteraba de que
el Ayuntamiento de Madrid había llevado a cabo una votación
acerca de temas relacionados con Venezuela. Mi reacción fue
preguntarme a cuento de qué el consistorio de una ciudad
española votaba sobre asuntos de política exterior en lugar
de dedicar sus sesiones plenarias a discutir sobre los
problemas de los vecinos, por lo que decidí entrar en la
página web del Ayuntamiento de Madrid y consultar el Orden
del día del pleno del día 22 de julio. Ahí pude leer lo
siguiente:
Punto 15. Proposición nº
2015/8000556 presentada por el concejal Percival Peter
Manglano Albacar, del Grupo Municipal del Partido Popular,
interesando que el Pleno apruebe el conjunto de
pronunciamientos que contiene la iniciativa, relativos al
agravamiento de la situación en Venezuela.
En varios artículos he hablado de
la importancia crucial que en política tiene lograr que se
hable de lo que tú quieres que se hable. El Partido Popular
de Madrid, en su afán por intentar desprestigiar y
“retratar” al Gobierno de Ahora Madrid, no desea hablar de
los problemas de los madrileños, prefiriendo bombardear a
los ciudadanos con la problemática de un país que se
encuentra a miles de kilómetros en un contexto absolutamente
diferente al de Madrid, al de España y al de Europa. Les da
igual lo que ocurra en su ciudad, la ciudad por la que
tienen la obligaciónde velar. Sólo quieren embarrar el
terreno de juego para que el adversario caiga en un renuncio
del que poder sacar partido. Así entienden la política.
Llevo expresando mis ideas por
escrito desde tiempo antes de la existencia de Podemos y
desde mucho tiempo antesde la existencia de Ahora Madrid. Mi
opinión, diferente a la del relato construido por los mass
media, acerca de Venezuela y de la figura de Hugo Chávez ha
quedado reflejada en bastantes escritos. Reconociendo los
complicadísimos momentos por los que atraviesa el país
caribeño, considero que los motivos que han propiciado la
situación actual son mucho más complejos de lo que cuentan
las tertulias del prime time nacional, donde, por desgracia,
no hay espacio para el intercambio serio de argumentos y la
aportación de análisis y diagnósticos rigurosos. Creo que la
opinión de Manuela Carmena y la de algunos miembros de Ahora
Madrid, que aglutina distintos tipos de sensibilidades, es
diferente a la mía, de igual modo que comprendo que nunca
hay que situarse en el lugar en el que el enemigo quiere
situarte: el Partido Popular deseaba que Ahora Madrid votase
de un modo en el que se pudiera presentar a los integrantes
del gobierno madrileño -y por ende, a Podemos- como
autoritarios violadores de los Derechos Humanos. Les ha
salido mal, aunque sí es cierto que han logrado que parte de
una izquierda con la que muchos nos identificamos se sienta
molesta con Carmena y los suyos por haber, de alguna manera,
dado validez con su voto a la manipulación constante que
sobre Venezuela ejerce esta derecha nacionalcatólica y
totalitaria que sufrimos. Nunca llueve a gusto de todos y
estar al frente de la capital del estado en un contexto tan
desfavorable equivale a librar un combate con una mano a la
espalda.Debate complicado, aunque no debemos olvidar lo
fundamental: los madrileños no han votado a Carmena para
saber lo que opina de Venezuela; los madrileños han confiado
en Carmena para que realice un cambio en el Madrid de la
especulación, la corrupción y el ladrillo nacido de la
gestión del Partido Popular. Esa, y no otra, es la labor de
un Ayuntamiento.
Muy curioso me ha parecido
también que haya sido Percival Manglano el escogido para
defender los Derechos Humanos en nombre del Partido Popular.
Obviaré que ni él ni su partido se pronuncien sobre el
cercenamiento de libertades en otros países, por ejemplo,
sobre el hecho de que un gobierno en el que participan nazis
acabe de ilegalizar a un Partido Comunista. Sí, el fascismo,
con la complicidad de la derecha “democrática”, persiguiendo
al movimiento obrero. No, no es Alemania en 1933; es Ucrania
en 2015. Pecata minuta para el señor Manglano, un tipo que,
mientras se embolsaba un sueldazo como consejero de
Esperanza Aguirre en el Madrid de la Gürtel, invitaba en
televisión a que los jóvenes y los parados trabajasen por
400 euros. Decía que eso “es mejor que no trabajar”, como
también lo es hacerlo por techo y comida. Esta es la gente
que nos habla de Derechos Humanos y dignidad. Esclavistas
del siglo XXI.
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