Tras la reunión de la Comisión Local de la Vivienda que tuvo
lugar el pasado día 10 de julio, el Gobierno de la Ciudad
hizo público el reparto de viviendas a los cupos que sí
pasaron ‘el corte’ de la comisión (47 casas para personas
expropiadas de Escuelas Prácticas y PERI del Príncipe
Felipe; cinco para víctimas de violencia machista; 50 para
familias en necesidad extrema cuya lista elaborará Asuntos
Sociales; y dos para el CERMI que serán casas tuteladas) y
aquellas que se adjudicaran por sorteo, en este caso 75
viviendas entre todas aquellas familias que estén en el
programa de alojamiento alternativo, es decir, que reciban
ayuda de alquiler o vivan en un pensión. Mientras, otras 128
casas se repartirán entre todos los solicitantes de vivienda
registrados en Emvicesa.
Posteriormente, el portavoz del Gobierno de la Ciudad, Jacob
Hachuel, reconoció que no se había atendido a la
obligatoriedad marcada por el Ministerio de reservar un cupo
de dos viviendas para víctimas del terrorismo, por lo que
las viviendas sorteadas serían finalmente 126.
Sin embargo, curiosamente esta obligatoriedad marcada por el
Ministerio de reservar un cupo de viviendas para víctimas
del terrorismo si estaba recogida en la denominada “lista
fantasma”, estando incluído en ella Mohamed Bilal Hamed
Mohamed, hijo del policía nacional musulmán asesinado por
ETA en País Vasco.
A las once y media de la noche del 23 de noviembre de 1984
la banda terrorista ETA asesinaba en Irún (Guipúzcoa) con
una granada al policía nacional Mohamed Ahmed Abderrahmán.
Tenía 33 años cuando fue asesinado. Era natural de Ceuta y
estaba casado con Aisha Mohamed. El matrimonio tenía tres
hijos –Kinsa, Jimo y Nanal– y Aisha estaba embarazada del
cuarto, que sería chico (Mohamed Bilal) y nacería pocos
meses después del asesinato del padre.
Aisha le puso de nombre Mohamed, por deseo de la madre, y
Bilal, el nombre que quería ponerle el policía asesinado.
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