Cuando me enteré de que Juan Luís Aróstegui, director de mi
centro, el IES “Puertas del Campo” durante las últimas tres
décadas, no había superado el proceso de selección de
directores, quedé muy sorprendido, ya que se daba por hecho
que continuaría. En cualquier caso, no me pareció algo
dramático, ni demasiado importante; todos los años miles de
docentes no superan pruebas de selección en este país, y se
producen cientos de cambios en las directivas de los
centros, sin que ello se convierta en el eje y el centro de
las noticias y preocupaciones socieducativas y políticas de
su entorno.
Creo que conviene aclarar, que en
mi profesión, desde el año 1982, no existe un Cuerpo de
Directores, por lo que las personas que ocupan estos cargos
son profesores. A partir de esta fecha, la forma de
elección, ha ido cambiando, desde un protagonismo absoluto
de los Claustros, hasta la actual responsabilidad compartida
entre el Consejo Escolar, el Claustro de Profesores y la
Administración Educativa.
Como decía, no le di demasiada
importancia, porque creo que no la tiene; mi experiencia me
dice, que lo verdaderamente importante en la Educación de
nuestra Ciudad, no es si un director, o directora revalida
mandato, o si un Bachillerato está acá o en la acera de
enfrente, sino asuntos de extraordinaria gravedad, y difícil
solución, como los pésimos resultados académicos (los más
bajos del territorio nacional, en todo tipo de pruebas
externas), el enorme fracaso escolar, el abandono temprano,
el absentismo (los más altos del territorio nacional) o la
difícil convivencia en los centros, entre otros muchos
problemas a los que nos enfrentamos los profesores a diario.
Tampoco me pareció importante, que
la persona seleccionada para ocupar la dirección, no
perteneciera al Claustro, para decidirme a formar parte del
nuevo equipo, valoré su trayectoria y su experiencia.
Durante mis doce años de profesión, he trabajado en varios
centros y conocido a muchos directores, nunca me he
planteado por qué estaban allí, quién los eligió, cómo
fueron elegidos o de dónde venían, me he limitado a realizar
mi trabajo y a hacerlo lo mejor posible, creo que de eso
pueden dar fe mis alumnos y sus familias. ellos, me ofrecía,
a mí me parecía una oportunidad, que no podía dejar pasar.
La cuestión es que cesado el
director anterior y nombrado el nuevo, se me propone formar
parte del nuevo equipo directivo como jefe de estudios.
Acepté la Jefatura de Estudios, porque me ofrecía la
posibilidad de vivir una nueva experiencia profesional y la
oportunidad de aportar otras perspectivas para afrontar los
problemas que antes he citado y otros que sería imposible
enumerar aquí.
Teniendo constancia de que muchos
de mis compañeros, analizaban los acontecimientos desde una
óptica cercana a la mía, pensé que se unirían al equipo que
el nuevo director tenía que configurar. Enorme error de
cálculo, ya que ninguno/a ha querido o se ha atrevido a
acompañarme. Siendo esta realidad, entre otras, la que desde
el principio me indicó, que no emprendía un camino fácil.
Pero la conciencia clara, de la
imposibilidad de ejercer la jefatura de estudios, vino de la
mano de otra circunstancia, que se relaciona con el mundo de
los afectos, las vivencias y los intereses y se resume en
que a un número significativo de profesores del Centro, sí
les ha parecido muy importante que se produjera un cambio en
la directiva, así cómo la fórmula para elegir un nuevo
director. En consecuencia han vivido este proceso de cambio
como algo muy personal, y manifiesto disgusto. Su oposición
ha sido fuerte, no esperaba menos, pero en la última semana,
esta oposición, lícita, desde la educación y el respeto, ha
degenerado en algunos casos, en abierta hostilidad y en
actitudes impropias de educadores y de un centro educativo.
Nunca llegué a pensar que algo así pudiera suceder.
Aparte queda el mundo de la
política, los sindicatos y los medios de comunicación, donde
se dice y se decide, en función de intereses que no
pertenecen al ámbito educativo. Intereses que he podido
constatar están muy lejos de lo que considero importante. He
visto en estos días una movilización e implicación por parte
de algunos sectores del profesorado, que no he percibido
cuando se publican los resultados de nuestros alumnos, los
casos de acoso escolar, las agresiones a compañeros… y
tantas cuestiones que nos afectan a todos y que debe ser que
no importan, porque al final todo depende de a quién o a
quienes afecten los acontecimientos.
Por todo lo expresado,
renuncié, por lo demás, otros cursos vendrán, yo seguiré en
el Puertas del Campo, que es tan mío como de todos; daré mis
clases, colaboraré en todo lo necesario y brindaré a la
nueva directiva el apoyo que siempre he dado a todos mis
compañeros, independientemente del proceso seguido para
seleccionarlos o de las circunstancias habidas.
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