Y no es para menos, cuando
llevamos casi cuatro semanas sin, apenas, caer un a gota de
agua y con unas temperaturas rondando los 40º, incluso en
zonas en las que ya son temperaturas altas los 30º, sin más.
De todas formas, esto de la
temperatura tiene sus ciclos, con lo que una vez que se
aparten estas olas de calor volverán las temperaturas
normales para esa fechas y todo marchará a su justo tono.
Pero no quería yo referirme, en
esta ocasión, a si hace más o menos calor en la plaza de mi
pueblo, o si en plena Sierra de Gredos volverá a nevar a
finales de septiembre, si es que no antes. Hoy me quiero
referir, en primer lugar, al enfado de Rajoy con los
bandazos que se vienen dando en Cataluña y a los “guiños”
uno no sabe a quien, que viene haciendo un tal Pedro Sánchez
y que tiene con “el síndrome de congojonitis” a los que
marcan una normalidad en la historia de España y tiene hasta
los mismísimos “h...” a muchos de los que podrían ser
correligionarios suyos en el PSOE, como es esa vieja guardia
de los Felipe González, Guerra, Leguina y todos aquellos
socialistas que, sin dejar de lado sus propias convicciones,
supieron pelear y defender lo suyo, pero también supieron
dialogar para que lo que parecía un imposible en 1975, fuera
en 1982 una realidad.
La situación está y estaba clara,
aquellos sabían a donde iban, este “sopla gaitas” ni sabe de
donde viene, ni sabe el camino que va a tener que seguir,
porque tengo la idea de que está rodeado de unos aduladores
y buscadores de cargos que son capaces de pactar hoy con el
diablo y pasado mañana con Santiago Apóstol, por aquello de
que el sábado es esa fiesta, por cierto, muy española.
Volviendo atrás, Mariano Rajoy ya
no se está tomando a broma eso del 27 de septiembre y no se
lo puede tomar a broma, porque un desliz que rompiera o
resquebrajara la unidad de España quedaría en la historia,
por todos los siglos, en su “debe”, si es que sucediera algo
raro, en este año que estamos viviendo.
Pocas veces, a lo largo de la
legislatura, hemos visto salir tan en tromba a gran parte
del Gobierno, para abordar un asunto, como estos días, sobre
el ambiente catalán, y es que al enfado y seguridad en sí
mismo de Rajoy se ha unido la salida de varios miembros más
del Gobierno, alguno de los cuales, muy atinadamente,
hablando de que las internacionalidades de Guardiola se
debieron no tanto al cariño por los colores de la Selección
Española, como al deseo de promocionarse más o de lograr
otros buenos dividendos.
¿Y los demás? Cada uno por su
parte, los de Podemos “buscando pescar en el río revuelto
del momento”, no merece la pena citarlos más. Ciudadanos, en
su línea en este aspecto, tal como viene siendo norma en
este grupo, desde el preciso momento de su nacimiento y la
responsable del PP en Cataluña, apuntando a la locura del
iluminado Mas que sueña con romper lo que es y va a seguir
siendo España.
Por su parte, un ex socio de Mas,
pero en la separada Unió, preocupado por el cariz que ha
tomado la situación que parecía una simple excursión al lado
de casa y que se ha convertido en una aventura peligrosa,
con demasiados de sus componentes perdidos de su justo
camino.
Lo dicho, el calor atmosférico
trae muchos sofocones en otros terrenos.
Y mientras tanto, el
hormiguero de Ceuta que también tiene sus cositas, como son
esas dimisiones con tufo a presiones.
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