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OPINIÓN - LUNES, 20 DE JULIO DE 2015

 
OPINIÓN / COLABORACION

Confundir la dirección con el camino

Por Sandra López Cantero


Cuando entras a formar parte de un partido lo haces no sólo por ideología, también por sentirte útil y bien contigo misma. Siempre he sentido la necesidad de reivindicar y de no rendirme ante las adversidades, mucho menos cuando esas tinieblas forman parte del círculo que se supone que tiene que unir, fortalecer, y contribuir. Me enseñaron a pelear, a no rendirme, a ser independiente y, sobre todo, a no creerme superior a nadie, es decir, a no juzgar. Vivimos en un mundo de apariencias, de control, de poder. El mundo que yo quiero no mide las palabras o los gestos, el mundo que yo quiero lucha por la palabra, pero la que sale del corazón. Pienso que las personas que actúan con el corazón llegan más lejos y acaban conectando más con la gente, que aquellas que sólo escudriñan el beneficio personal por encima del bien común.

Pero también me enseñaron a enmendar las dificultades internas dentro de las cuatro paredes de una formación, más que nada porque a la ciudadanía le importa muy poco los vaivenes de los políticos y las políticas, lo que quieren es la solución a sus problemas. Así entiendo yo la política: participar para servir sin mirar al que tengo al lado ni el momento porque siempre es el momento para trabajar por la gente de tu tierra, siempre.

No voy a decir jamás, salvo algo que sea muy evidente como el expediente que hemos enviado contra un militante por hacer comentarios homófobos y machistas en una red, nada malo de un compañero o compañera. Nunca voy a criticar las políticas que estamos haciendo desde el PSOE, salvo que crucen la línea roja socialista y eso no va a pasar, pero lo que tampoco voy a permitir es que se tire por tierra, desde la barrera, un trabajo realizado de muchos años o que se dude, por ejemplo, de los trabajadores y las trabajadoras del PSOE de Ceuta.

Recientemente alguien ha escrito un artículo de opinión “Aires nuevos en el PSOE”. En el texto he leído: “ hacer un PSOE nuevo, abierto, con ideas; esta vez sólo hay ilusión y ganas de cambiar lo de dentro; Manolo ha sabido contar en media hora con personas, algo que otros en siete años no han querido; Hernández ha tenido que luchar en contra de la voluntad de algunos miembros del aparato, curiosamente, incluso algunos trabajadores del partido se han posicionado pública  y legítimamente pero irresponsable por dar la espalda al que es actualmente su portavoz del grupo parlamentario, algo inexplicable”.

Si esto viniera de alguien que ha estado estos últimos años participando en los diálogos, asambleas, en la campaña electoral, o en las visitas a las barriadas, no dudaría en tomarme un café para aclarar diversidad de opiniones, pero como no ha sido así sólo me sale defender lo que creo que es intocable, el impresionante e incuestionable trabajo que ha hecho José Antonio Carracao Meléndez al frente de Daoiz. Si alguien, a día de hoy, duda de ello tiene un serio problema de sentido común, y ya tocará hablar de eso en algún momento.

Pero sí quiero hacer referencia a la innegable honorabilidad de las personas que trabajan en la sede socialistas, personas que también son compañeros y compañeras y que, pasada su jornada laboral, se quedan hasta la madrugada planificando, diseñando o ideando. Personas que, como militantes que son, tienen derecho a votar y decidir en igualdad de condiciones a su Secretario o Secretaria General. Un militante un voto, democracia, libertad. A veces se nos olvida en el partido que estamos.
 

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