Arribé anteayer noche a Ceuta,
siempre Ciudad Querida, más cargado que un semoviente de
artillería de montaña, pardiez. Y con el último capítulo de
la cántabra Universidad Menéndez y Pelayo (UIPM) por cerrar.
Imponderables. Una puñetera intrusión altamente maliciosa y
con muy mala leche dejó mi ordenador como puta por rastrojo,
pese al antivirus del gaspadín Kaspersky que fue desbordado.
Sin mi archivo de datos quedé más ciego que un vendedor de
la ONCE y nada, a “rascarla” ya saben. Por si toca. Como nos
contaba el embajador Jerôme Bonnafont, si solo el ministerio
de Defensa francés sufrió el año pasado 656 ataques
cibernéticos, este veterano escribano del limes poco puede
hacer al respecto.
El jueves 9 y antes de la Clausura
a cargo del Teniente General Alfonso de la Rosa Morena,
Director del Centro Superior de Estudios de la Defensa
Nacional (CESEDEN), se dedicó a Libia, Al Qaïda hoy y el
papel de las FAS en las operaciones internacionales frente
al yihadismo.
La crisis libia fue abordada
brillantemente, sin obviar algunos puntos espinosos, por el
coronel de Artillería Ignacio Fuente Cobo, santanderino por
cierto y analista principal del IEEE, quien explicó lo que
actualmente está pasando en Libia interrogándose,
abiertamente, sobre las eventuales opciones de respuesta y
destacando que hasta el verano de 2014 no aparece en escena
el Estado Islámico (EI). Jesús Jordán, profesor Titular de
Ciencia Política de la Universidad de Granada, glosó con
profusión de datos (quizás a excepción de sus oscuros
orígenes, cuando Al Qaïda era “buena” y equipaba a los
“combatientes de la libertad” en su insurgencia contra los
“malvados” soviéticos en Afganistán) la historia y evolución
de esta peculiar organización yihaterrorista hasta ahora.
Finalmente y en una detallada ponencia, el Almirante López
Calderón repasó de forma pormenorizada las operaciones de
las Fuerzas Armadas Españolas (FAS) frente al yihadismo,
muchas veces en duras condiciones y por las que han pasado
desde 1989 un total de 145.269 militares, pagando un elevado
tributo de sangre: 168 bajas.
Para cerrar, una reflexión y un
sentimiento:
¿Hay límites a la respuesta
militar...? Sin duda, pero no ya morales si no económicos.
Lo adelantaba el prestigioso historiador Arnold J. Toynbee:
“El militarismo ha sido y con mucho, la causa más frecuente
del derrumbamiento de las civilizaciones durante los cuatro
o cinco milenios que han atestiguado la cuenta de los
colapsos registrados hasta la hora presente” (Guerra y
Civilización, pág. 135. Alianza, Madrid 1984). A título de
ejemplo, la implosión de la URSS fue sin duda forzada al no
poder aguantar económicamente el tirón de la “Guerra de las
Galaxias”.
Tampoco sé si existe el “Fatum”
del que hablaban los romanos (Moira o Ananké de la mitología
griega, el proceloso “Destino” tan popular entre los
musulmanes) sobre el que reflexiona Karl R. Popper, pero
vayan las líneas paridas estos días en Santander, bella
tierruca, “En memoria de los incontables hombres y mujeres
de todos los credos, naciones o razas que cayeron víctimas
de la creencia fascista y comunista en las Leyes Inexorables
del Destino Histórico”. (La miseria del historicismo,
Alianza/Taurus, Madrid 1973) Sustituyamos fascista y
comunista por barbarie, en nuestro particular caso barbarie
yihaterrorista y actualicemos la cita.
Haya salud.
Visto.
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