Hoy lo tenía claro, desde por la
mañana, no iba a tocar otra cosa más que el mundo del
deporte que, aunque metido en el mismo Ministerio de la
Educación y la Cultura, al menos cuando estamos en el Tour
de Francia, no presenta trampas ni amiguismos, y mucho menos
deslealtades.
Desde las once de la mañana y muy
pocos minutos después, primero en una cafetería,
naturalmente de mi pueblo, Piedrahita, y luego en mi propia
casa, he tratado de no perderme ni una sola pedalada de esta
etapa reina, todavía en los Pirineos, en la que hubo calor,
lluvia, granizos y victoria de un corredor español, Joaquín
Rodríguez.
En honor a la verdad, yo esperaba
más de esta etapa, la última de los Pirineos, pero está
claro que, en conjunto, el que manda en la general es Froome
y a éste no le van a arrebatar el maillot amarillo, salvo
que tenga algún percance inesperado, como puede ser que se
le atraviese una vaca, sin esperarlo, en el camino.
Es lo que hay, la gran esperanza
española, el reciente vencedor del Giro, Alberto Contador,
está ahí, pero con menos posibilidades de las que se le
suponían, al comienzo de la ronda.
Y tras haber visto esta etapa,
como cuando termino de ver un partido de fútbol, por
ejemplo, no me explico como a alguien se le ocurrió un día
colocar el Deporte, en el mismo saco que la Cultura y que la
Educación, especialmente cuando estamos hartos de ver que
los equipos deportivos funcionan como máquinas bien
engrasadas, en las que todos sus componentes llevan el mismo
objetivo, sin malear a los otros el que tiene que mover ese
equipo. No me lo puedo explicar y de ahí el que los
“equipos” fuera del deporte, en ciertas materias sean
nombres equívocos y no marchen a tono con lo que es su
sentido inicial.
Ahora, no sé si otra vez con
calor, con lluvia o con tormentas, el Tour se dirige hacia
el Macizo Central francés, a la zona esa en la que hay de
todo, para más tarde encaminarse a los Alpes y de ahí a
París. Una ronda variopinta y, en esta ocasión, discurriendo
con una marcha contraria a como van las agujas del reloj que
es la dirección que lleva muchos años.
Si no cambiamos de ruta, mañana, o
lo que es lo mismo, hoy para nuestros lectores, seguiremos
viendo el Tour, aunque sin el interés de hoy, porque lo que
se espera es, en teoría, de menos interés.
Y de lo que hoy, para nuestros
lectores, no quisiera tenerme que preocupar es de ningún
tipo de barrabasada, en otro tipo de equipos, no deportivos,
sino políticos, algo que cada día me molesta más,
especialmente en el verano.
Pero como en el mes de julio hay
de todo y aquí en mi pueblo hay uno de los reductos
importantes de las visitas de Santa Teresa, hace 500 años,
hoy día del Carmen tenemos a estas buenas monjas carmelitas
tocando medio día las campanas y “llamándonos” a su
procesión de las 8 de la tarde.
Aquí tenemos de todo, unos
son/somos creyentes, otros simplemente practicantes, pero
todos, en el pueblo, valoramos lo que la historia nos ha
legado y creamos más o menos, lo que no rechazamos es esa
llamada de unas “siervas” entregadas a sus quehaceres,
especialmente a las oraciones por quienes no saben o no
quieren rezar, sin riquezas de ningún tipo, tampoco las
necesitan, y sirviendo siempre a sus obligaciones, sin
apartarse de ellas, sin un sueldo bueno o menos bueno, y sin
dejar de lado lo que un día, libremente, prometieron.
Creamos o no creamos lo que sí tenemos que hacer es valorar
su rectitud y su forma de actuar, donde la traición no tiene
cabida
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