Una experiencia “muy interesante e
inolvidable”. Así define Margarita Moskal el mes que ha
pasado en Etiopía como parte de su formación del Máster de
Enfermedades Tropicales. Moskal, ciudadana polaca que lleva
ocho años en el Hospital Universitario de Ingesa de Ceuta,
atendió a EL PUEBLO.
Para la pediatra este mes pasado
en Etiopía ha sido “una experiencia inolvidable como médico,
como persona y también en el aspecto espiritual”. La
profesional sanitaria trabajó en un hospital rural en el sur
del país, a 260 kilómetros de la capital, Adis Abeba. El
centro sanitario es gestionado por una misión católica.
Gracias al máster ha tenido
ocasión de ver cómo funcionan estos hospitales, su forma de
atender a los pacientes o el personal del que disponen. El
principal problema sanitario con el que se encontró es la
desnutrición severa de niños “de 15 o 18 meses y de dos
años. Debido a su estado la nutrición tenía que ser con
sondas nasogástricas. No podían tomar nada por la boca
porque están muy débiles”.
Lo más impactante de su estancia
en Etiopía fue encontrarse con una habitación llena de niños
“que no reaccionaban, parecían zombies. El primer caso de
desnutrición severa me impactó”. Una de las características
de su grave estado por falta de nutrición es que les cambia
el color del pelo. En Europa “puede haber casos de
desnutrición, pero no afectan de esa manera”.
Esta situación supone “una alegría
cuando ves que el niño está mejorado, reacciona y sonríe
como un niño de verdad”. La mayor satisfacción como pediatra
y como persona es ver que los niños con desnutrición severa
empiezan a recuperarse.
Los pacientes tienen que pagar por
las consultas y por los ingresos. “La sanidad en Etiopía es
de pago, da igual que sea un hospital público o un centro
privado”, expone Moskal. En todo caso el hospital rural en
que ella trabajó tenía los precios más bajos.
Una curiosidad es que los
pacientes etíopes “prefieren a médicos extranjeros”. En el
centro había varios médicos: un pediatra con 16 años de
experiencia en el hospital rural, un médico general y una
cirujana, todos ellos etíopes. También hay un médico
holandés que trabaja como ginecólogo. Con respecto a la
figura del enfermero no es muy común en Etiopía, en su lugar
lo que abunda son los asistentes.
El turno de trabajo es de 8 de la
mañana a 18 horas. En todo caso “si pasa algo urgente se
atiende en otro horario”.
El máster realizado es por
la Universidad Autónoma de Madrid. A Moskal le gustaría
continuar con este trabajo.
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