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OPINIÓN - DOMINGO, 5 DE JULIO DE 2015

 

OPINIÓN / SNIPER

Yihaterrorismo: el caos libio
 


José Luis Navazo
yebala07@yahoo.es

 

Libia se está hundiendo en el caos al borde de la implosión, pudiendo arrastrar en su caída a sus frágiles vecinos magrebíes y desestabilizar aún más los países del Sahel. Claro que en cuanto al caos… perdonen, pero ¿no era eso de lo que se trataba? Porque la caída de la Yamahiria, con la oportuna ejecución de Gadafi el 20 de octubre durante el proceso de la mal llamada “Primavera Árabe”, fue inducida desde el exterior. Sin los bombardeos de la Alianza Atlántica, 19 de marzo de 2011 en adelante, el régimen de Gadafi se habría sostenido al menos en similares condiciones al sirio de Al Assad. Lo reconoce pudorosamente Escobar Stemmann, Embajador de España para asuntos del Mediterráneo: “En Libia la caída de Gadafi fue posible gracias al apoyo que recibieron los rebeldes de una fuerza aérea internacional” (Cuadernos de Estrategia 163, IEEE, 2013). Desde el planificado desorden de Oriente Medio a la forzada dimisión del rais Mubarak en Egipto, tal parece que el proceso es causal, siguiendo un guión preestablecido de antemano en el que la oportuna aparición del Estado Islámico (IE), clave de bóveda del dispositivo estratégico empleado, no sería sino el cisne negro de todo el complejo operativo. ¿Libia..? Atesora bajo su suelo (¡y Rommel con su Africa Korps sin saberlo!), además de petróleo, importantes yacimientos de gas y sobre todo ingentes cantidades de agua, el oro líquido del inmediato futuro y fuente determinante de conflictos a dirimir, en última instancia, por la fuerza de las armas.

¿La pista libia? Esa es la conclusión de las agobiadas autoridades tunecinas, que tras los dos últimos y sangrientos atentados yihaterroristas sobre objetivos turísticos (22 muertos el 28 de marzo en el museo del Bardo y otras 38 personas asesinadas el pasado 26 de junio en las playas de Susa) afirman que ambas células terroristas se habrían entrenado en la ciudad libia de Sabrata. Por lo demás, en Túnez viven refugiados tras la caída de la Yamahiria más de medio millón de libios, mientras que en Libia y capeando la inseguridad existente residen todavía sobre 30.000 tunecinos. En paralelo, fuentes occidentales parecen esforzarse en identificar a los antiguos gadafistas como estrechos aliados de los tentáculos del delirante Estado Islámico (EI). La actual y balcanizada Libia es hoy tras la guerra civil un Estado fallido, que al igual que Siria corre grave riesgo de desmembrarse, en el caso libio, en cuatro grandes espacios políticos: Tobruk (Cirenaica) y Trípoli (Tripolitania) en el norte y fachada mediterránea, más sus regiones clientelares en el interior, los tuaregs de Fezzan al suroeste y los Toubous en el gran sur, mientras que los bereberes del noroeste (Zouata, Zintan y Nalut) podrían intentar correrse hacia Túnez. Es curioso lo de insistir ahora por parte de la diplomacia europea en esta atípica alianza contranatura de ex gadafistas y yihadistas, pues tras las primeras manifestaciones de Bengasi en la noche del 16 de febrero de 2011, al día siguiente elementos terroristas del Grupo Islámico Combatiente Libio (GICL), filial entonces de Al-Qaïda, atacaban la base aérea de Al-Abrag y cuarteles en varias zonas del país, degollando sin piedad a decenas de soldados libios. Gadafi por su parte (lavando de esta forma su controvertida imagen), no dudó en emplearse a fondo contra el terrorismo yihadista en suelo libio, facilitando incluso información sensible al respecto, como reconocía en junio de 2003 su hijo Saif al Islam, afirmando que Libia estaba cooperando activamente con Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo intercambiando información de inteligencia sobre la red Al-Qaïda. En cuanto al actual Estado Islámico (EI) en el frente sirio, habría recibido dos importantes contingentes libios: sobre 1500 afganos que fueron una vez más reubicados y más de 3000 yihadistas del GICL, efectivos que las fuentes occidentales habitualmente minimizan. Habría que preguntarse por qué.

Por otra parte y tras la asunción de la jefatura, al menos sobre el papel y con apoyo occidental, de una parte del ejército libio por el general Jalifa Haftar (quien se instaló en los Estados Unidos tras su deserción en 1983), estalla en mayo del 2014 la segunda parte de la guerra civil, tras diferentes bombardeos ordenados por el militar en el marco de la operación Al-Karama (Dignidad) para erradicar a las fuerzas yihadistas, mientras que desde las Naciones Unidas el diplomático español Bernardino León, nombrado representante oficial para Libia, intenta templar gaitas.

Varios son actualmente los escenarios que inquietan a la comunidad internacional: para Europa, el auge de la migración clandestina desde las costas libias; para Europa y el Magreb (además del Sahel), la “exportación” del yihaterrorismo, con Túnez como primer afectado por imperativo geográfico. Desde las conversaciones de Sjirat (Marruecos) de principios de marzo, entre representantes del gobierno reconocido por Occidente (Parlamento de Tobruk) y el Congreso Nacional General (CNG), apoyado por las milicias islamistas, el fiel de la balanza no para de oscilar. ¿Tendrá algo que ver en ello el último atentado de Túnez…? (quizás el del museo de El Bardo no fue suficiente para decidir la situación). Al día de hoy el juego de la estabilidad regional es muy fuerte, así como el papel de los diferentes Estados en liza. Tanto Argelia como Rabat, además de los países del Sahel, no verían con buenos ojos otra intervención militar, aun indirecta, de la Alianza Atlántica. Francia por su parte, desplegada en Mali, tampoco da para más. Tan solo en Egipto el mariscal Al-Sissi, apoyado financieramente por los Emiratos Árabes Unidos (EAU), estaría por la labor a fin de asegurar sus fronteras si las tenues conversaciones políticas se suspenden o se saldan con un fracaso. ¿Estados Unidos….? Observa desde el patio trasero, moviendo sus peones pero sin implicarse abiertamente, mientras todavía siguen sin despejarse algunos puntos oscuros sobre el grave atentado terrorista de septiembre de 2012 sufrido por el consulado de los Estados Unidos en Bengasi. En cualquier caso, en Libia las espadas están en alto.

Haya salud.

Visto.
 

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