Una de cal y otra de arena. El
caso es “construir”: primero “estar” y luego “seguir”. Y eso
los islamistas de la Umma lo saben muy bien: el objetivo es
a largo plazo. Pasito a pasito o del tirón, eso depende. Lo
que llama la antención en el vecino país allende El Tarajal
es el carácter sui géneris, hipernacionalista, de buena
parte del islamismo marroquí. No del conjunto, pues en
consonancia con el Islam más ortodoxo para un importante
sector del islamismo marroquí, llamémosle “alternativo”, la
única patria es el islam y no la nación. Ni la marroquí ni
ninguna otra. El Califato: virtual o en construcción. Y safi
baraka.
En su notable esfuerzo por
intentar domeñar un islamismo potencialmente insurgente, a
la negra alternativa de la cárcel el Neomajzén está
ofreciendo dos posibilidades:
- Una, participar en el juego
político con la esperanza de gobernar. Y ahí está como
ejemplo el “caramelo” del PJD (Partido de la Justicia y el
Desarrollo), los actuales islamistas de Su Majestad, el “Malik”.
- Otra, integrarse a través del
ministerio de Asuntos Islámicos y Habús en la gestión de
alguna importante mezquita. En este caso, el “caramelo”
tiene nombre propio. Fizazi.
Claro que para los que opten por
la predicación en las mezquitas, Mohamed VI les acaba de
marcar el terreno de forma explícita: los sermones... sobre
religión y punto pelota. Cualquier veleidad política o de
talante social queda expresamente prohibida.
¿Pero cómo participar en política?
En principio no habría problema, pues en Marruecos y por ley
todos, absolutamente todos los partidos políticos, deben ser
de obligada “referencia islámica”. Eso sobre el papel.
¿Y qué pueden hacer los
islamistas? Pues bien seguir en la calle manteniendo el
tipo, caso de los “adilistas” de Justicia y Espiritualidad
que siguen resistiéndose a los cantos de sirena de Rabat
(modelo 1), bien creando un partido propio, la cosa no es
fácil (modelo 2) o (modelo 3) infiltrarse en un partido
histórico de recio abolengo y luego fagocitarlo. En este
último caso hay un modelo de manual: el berberista
Movimiento Popular, Democrático y Constitucional (MPDC) de
El Ouggouti y el doctor Jatib, fundado en 1967 como una
escisión de la familia harakí, el Movimiento Popular (MP),
creado también en 1957 por el doctor Jatib y Mahjoubi
Aherdane. Con aliento real, El Jatib acoge generoso en el
seno del MPDC durante 1996 a los islamistas del MUR
(Movimiento Unicidad y Reforma), liderados entre otros por
el actual jefe de Gobierno, Abdelilah Benkirán, quienes tras
un autorizado golpe de mano entierran el berberismo
transformándose, en 1998, en el Partido de la Justicia y el
Desarrollo (PJD): los “islamistas oficiales” del Reino.
¿Hay ahora en Marruecos alguna
maniobra similar? Pues sí, solo que en este caso acoge no ya
a grupos o asociaciones, sino a decenas de salafistas
radicales, muchos de ellos expresidiarios y otros con un
oscuro pasado a sus espaldas. La matriz de acogida es,
¡casualidad!, otro partido de corte bereber al igual que el
MPDC del doctor Jatib:el Movimiento Democrático y Social
(MDS), fundado en 1996 como otra escisión del Movimiento
Popular (MP) y que obtuvo 2 escaños para el Parlamento en
las elecciones generales de 25 noviembre de 2011.
Dirigido actualmente por la
familia Archane, el MDS está jugando abiertamente desde mayo
de este año, a buen seguro con impulso soberano, la “carta
islamista”. ¿Cómo? Seguimos mañana-.
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