Mientras semanarios como
MarocHebdo (nº 1124, de 26 de junio) destacan y venden en
portada, junto a una foto de Mohamed VI en Libreville el
pasado 8 de junio, la “Estabilidad, credibilidad,
apertura... activos que hacen del Reino un espacio atractivo
para la inversión extranjera”, la necesidad de liquidez de
Marruecos es por lo demás perentoria, la práctica totalidad
de la prensa escrita, tanto arabófona como francófona,
denuncia “en pleno mes sagrado de Ramadán” (sic) la doble y
grave amenaza que acecha a los marroquíes, pues si en
algunos casos la venta de productos alimenticios en mal
estado está sirviendo para desviar fondos a la hidra
yihaterr orista (EI o DAESH en árabe incluido), en general
su consumo supone un serio riesgo para la salud.
L´Economiste, Liberation, Aujourd´hui... lo denuncian en sus
páginas, mientras que al menos dos semanarios dedican sus
portadas al asunto: L´Observateur du Maroc et d´Afrique (nº
313, de 26 de junio) es más que ilustrativo (“Bombas en
vuestros platos”), mientras que Le Reporter (nº 786, de 25
de junio) es explícito, “Envenenar al pueblo en nombre del
Islam”.
En cuanto a la hidra del yihaterrorismo (también llamado
terrorismo yihadista, islamista o global) en Marruecos,
destaca estos días el desmantelamiento, por la Oficina
Central de Investigaciones Judiciales (BCIJ) y la Dirección
General de Vigilancia del Territorio (DGST), de una
importante empresa de alimentación en Fez (“Alouani Andalous”),
con filiales y reparto en Marrakech, Tánger, Ujda,
Ouarzazate y Alhucemas, especializada en desviar fondos con
destino al “califato” del Estado Islámico (EI) y,
eventualmente, a células locales. Además de interceptar más
de 130 toneladas de alimentos en dudoso o mal estado de
conservación (zumos, chocolate, confituras, conservas...) en
un brillante operativo policial desarrollado el pasado 15 de
junio, se ha logrado detener a su desalmado responsable, el
extremista Saïd Alouani, quien además se dedicaría a captar
potenciales terroristas y enviarlos a combatir en las filas
del Estado Islámico (EI). Una peculiar versión de
“terrorismo alimentario”. Algo “Inquietante” en palabras de
Ahmed Bentouhami, Director General de la ONSSA, organismo
creado en 2010.
Y esto es solo la punta del iceberg. El pasado año 2014, las
autoridades han retirado y destruido 1076 toneladas de
productos alimentarios en mal estado, inspeccionando 47.646
puntos de venta, establecimientos agroalimentarios y lugares
de restauración. Por otro lado y solo en la primera semana
de Ramadán, las brigadas móviles de la Oficina Nacional de
Seguridad Sanitaria de Productos Alimenticios (ONSSA),
dependientes del ministerio de gricultura y Pesca Marítima,
han doblado la vigilancia, incautando en 1473 controles a lo
largo del país 616 toneladas de productos perecederos en mal
estado, controlando además otras 78.868 toneladas de
productos de origen vegetal y animal importados, en un
sector (el de la distribución de alimentos) en el que impera
la ley de la selva.
Existe también otro servicio paralelo a la ONSSA, el
Servicio Local de Control de Productos Vegetales (SCPV).
En Marruecos, la normativa relativa a la seguridad sanitaria
de productos alimentarios se desarrolla en el dahir (ley)
nº28-07, de 2010.
La sociedad civil por su parte, organizada en el Fórum
Marroquí de Consumidores (FOMAC), la Asociación de
Protección del Consumidor (UNICONSO) y la Federación
Marroquí de Derechos del Consumidor (FMDC), han instado a
las autoridades a realizar controles exhaustivos durante
todo el año, pues lamentablemente no son raros los casos de
intoxicación entre la población. Solo en Casablanca, pulmón
y capital económica del país, se estima que una buena parte
de la carne que se vende al consumidor a lo largo del año
carece de control sanitario, decomisándose estos días 19
toneladas de pescado congelado en mal estado. En Marruecos
todavía se recuerda a las víctimas de 1959, tres años
después de la Independencia, una intoxicación masiva por
productos alimenticios que causó 200.000 víctimas. Y por
cierto..., ¿se acuerdan ustedes en España “del bichito”...?;
¿del oscuro asunto del aceite de colza? Porque la cosa aun
colea...
Finalmente y en lo que respecta al “empozoñamiento del
pueblo en nombre del Islam”... permítanme que vaya un poco
más allá pues el “envenenamiento” sería no solo alimenticio,
si no también ideológico... Si “Islam” es religión,
“islámico” es la cultura o hecho civilizacional, mientras
que “islamismo” sería una ideología política. El terrorismo
anexo sería “yihadista” o en último término “islamista”,
pero en ningún modo y en teoría “islámico”, la ortopraxis es
otra cosa... Los términos son importantes, pues acotan el
eje discursivo y, en lo referente al elaborado discurso
yihaterrorista, una contramedida importante, junto a la
policial y militar, sería deconstruir el mismo con un
potente y resolutivo discurso histórico, filosófico y
teológico. Y partiendo, desde luego, de la propia “Umma” o
comunidad musulmana. No hay mejor palo que el de la misma
madera.
Si en su componente más banal la religión es el opio del
pueblo (Marx dixit), el terrorismo religioso (en este caso y
fundamentalmente el islamista) sería una de sus mayores
perversiones. No en vano las primeras víctima del
yihaterrorismo son los propios musulmanes... luego vamos los
demás. El Islam está inmerso en una fraticida espiral de
sangre, en una cruelísima guerra civil que nos alcanza
directamente.
Haya Salud.
Visto.
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