La política es ese medio por el
que los seres humanos intentamos solucionar nuestros
conflictos sin matarnos, es decir, en la propia esencia de
la política está el reconocimiento de la existencia del
disenso, de posturas enfrentadas. Quienes dicen que “no
quieren bandos” están siendo cínicos: los bandos existen,
queramos o no. Precisamente porque hay bandos, precisamente
porque existe conflicto de intereses entre unos y otros,
necesitamos la política, necesitamos llegar a acuerdos,
negociar, fijar leyes, plantear límites. Si no existieran
bandos no tendríamos políticos, sino meros técnicos que
gestionaran la continua coincidencia de criterio del 100% de
la población. Hay bandos y es en los momentos de crisis
cuando esta realidad se vuelve más que palpable. Como dice
Manolo Monereo: “La crisis es el momento en el que la
diferencia entre la audacia y la mediocridad es saber apelar
a un pueblo y decirle: ‘Estos son tus enemigos’”.
Las fuerzas reaccionarias siempre construyen relatos
mediante los cuales el enemigo es el débil. Para evitar que
los pueblos miren hacia arriba y señalen a las élites, los
capataces del poder enfrentan al último contra el penúltimo.
El enemigo es el inmigrante, el parado que es un vago y
defrauda, el pensionista que se aprovecha de las ayudas
sociales, el funcionario que tiene muchas vacaciones o el
obrero que ha vivido por encima de sus posibilidades. El
enemigo del pueblo es el propio pueblo. A nivel europeo,
este macabro planteamiento lo vemos en lo que nos cuentan
sobre Grecia y su gobierno. Obviando que Grecia, haciendo
caso de las medidas impuestas por las instituciones europeas
desde que comenzó la crisis, ha perdido un 25% de su PIB y
que, hoy día, es un país arruinado, el Gobierno del Partido
Popular y los medios a su servicio nos presentan un
escenario en el que el malo de la película es un pueblo
heleno que vive demasiado bien y no quiere pagar sus deudas.
Mi pregunta es: ¿Cómo demonios quieren que pague un país al
que se le prohíbe crecer y se le condena a la miseria?
Para tener una opinión sobre las tensas negociaciones del
gobierno de Syriza con Europa no hace falta ser muy docto en
Economía o Relaciones Internacionales. Basta con tener un
mínimo de decencia. Seguir exigiéndole sacrificios y
recortes a quien ya está en la ruina refleja la inhumanidad
de una UE pervertida y convertida en el Consejo de
Administración de unos poderes financieros dispuestos a todo
con tal de hacer caer al gobierno electo de Grecia. Según
varios analistas, lo que pide Grecia es perfectamente lógico
y asumible. El problema no es en absoluto económico, sino
político: tienen que aplastar a Syriza porque saben que si
Syriza consigue mejoras, otros países como España podrían
seguir el ejemplo. Lo que hoy estamos viendo en Europa es
una guerra sin balas entre los pueblos y el poder económico.
Y al segundo, con tal de ganar, no le importa tener que
matar de hambre a todo un país.
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