Los dos aspirantes a convertirse
en el próximo secretario general del PSOE después de que
José Antonio Carracao anunciara que abandonaba todos sus
cargos al frente de la formación, Manuel Hernández y Pablo
Núñez, presentaron los avales suficientes para concurrir al
proceso interno. Hernández y quienes le acompañan en su
candidatura, entre quienes destaca su compañera en la
Asamblea Nuria Miaja, afirma que busca un partido socialista
“fortalecido, unido y con ganas de recobrar esa pasión y esa
ilusión por el socialismo en la ciudad”. El otro candidato,
Pablo Núñez, acompañado por López Cantero, Daoud, Ramírez y
Juan Díaz Triano, alertó también de que se necesita “un
partido más unido y fuerte, pero además abierto, más
diverso, que huya de los personalismos, de los liderazgos
individuales y que apueste por lo colectivo”.
Es curioso que aboguen por la “unión” cuando la sensaciones
que generan ambos es que el PSOE se encuentra más dividido
que nunca. Sin embargo, la desunión mostrada por los
socialistas en las últimas semanas tampoco ha dejado
entrever algún debate ideológico sobre, por ejemplo, el
modelo de estado del bienestar, el tipo de sociedad que
defienden o el papel de España y Ceuta dentro de la Unión
Europea. Todo se ha reducido a no compartir la estrategia.
Ahondar en este tipo de división, menos ideológica y más
orgánica, transmite una visión negativa de la organización.
Si la batalla fuese sobre ideas, la ciudadanía podría llegar
a percibir que el partido se encuentra vivo ideológicamente
e, incluso, sería un debate muy rico que daría mucha
información a los ceutíes. Pero si la ciudadanía percibe que
los políticos sólo se preocupan por sus intereses, esta
percepción se convierte muy dañina. En medio de la crisis
política que vivimos y dada la dura competencia existente en
estos momentos en el centro-izquierda, una desunión orgánica
es el camino más corto en el PSOE para comenzar en la
tendencia descendente. Cuidado.
|