Dina tiene 17 años y un 84% de discapacidad. Necesita una
persona a su lado las 24 horas para que le ayude a hacer
tareas tan cotidianas como comer, salir a la calle, ducharse
o vestirse. Para ella, contar con una vivienda adaptada se
ha convertido en una necesidad a la que no tiene acceso. Y
es que, su casa se ha convertido en su cárcel. Esta joven
vive con su madre, María del Carmen Ruiz, y dos de sus
hermanos, en un cuarto piso en Hadú. Muchas veces, el
ascensor del edificio se estropea y eso le impide ir al
colegio. Los días se los pasa en casa, frente a la tele, sin
poder hacer nada. La hora de la ducha es una tortura. María
del Carmen, ayudada de sus otros dos hijos, la mete en la
bañera con mucho cuidado para evitar que se resbale y se
caiga. Hace poco, Dina perdió media paleta por un golpe en
la bañera. Además, la vivienda carece de cualquier tipo de
adaptación para una persona que apenas puede andar.
Por ello, María del Carmen esperaba ansiosa que saliera el
listado de adjudicatarios de las 317 VPO de Loma Colmenar,
donde sí hay viviendas adaptadas. Sin embargo, se ha llevado
una decepción al no encontrarlo. Ilusión por una nueva vida
Cuenta que tanto el presidente de la Ciudad como la
consejera de Asuntos Sociales le habían prometido en varias
ocasiones a sus hijos que pronto estarían en una vivienda
adaptada para Dina. Esta joven, que se comunica con mucha
dificultad, al escuchar la palabra casa se emociona y dice
que se va a ir a una nueva casa. A su lado, su hermana
pequeña lo corrobora. “Nos prometieron una casa”, dice con
ilusión. Pero en la casa de su madre lejos de la ilusión lo
que se refleja es la impotencia. No entiende por qué su hija
no tiene acceso a una vivienda adaptada y sólo espera que en
la nueva adjudicación de viviendas que ha prometido hacer el
Gobierno se la incluya. “Nadie puede tener más derecho que
mi hija”, dice María del Carmen que pide “una explicación”.
“Quiero ver el cupo de personas discapacitadas que han
entrado en el listado”, señala esta madre coraje. Y es que,
asegura que está dispuesta a llegar “donde sea” para evitar
que su hija esté “condenada” a una vivienda sin adaptar y a
no poder salir a calle por falta de zonas en las que pueda
jugar y, lo más importante, por no tener que estar pendiente
de si funciona el ascensor.
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El derecho de los discapacitados a vivir “una vida normal”
María del Carmen defiende el
derecho de su hija, discapacitada, a “vivir una vida
normal”. Por ello, espera que se le conceda una de las casas
adaptadas de la nueva promoción de viviendas de Loma
Colmenar. Y es que, tras la publicación del listado sobre el
que Emvicesa empezó a llamar a personas para firmar el
contrato no aparecía su nombre. Algo que espera que cambie.
Si no, señala, está dispuesta a llegar donde sea porque,
asegura, en el listado que se publicó aparecen familias que
“en cada promoción tienen una casa”. Una situación que
califica de injusta y ante la que no está dispuesta a
quedarse quieta.
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