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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 24 DE JUNIO DE 2015

 
OPINIÓN / COLABORACION

“Yo también fui agredida”

Por Hermy Vicente*


Y de esto, hace ya 13 años. Ocurrió en ALGECIRAS, donde yo impartía la ENSEÑANZA. Entrañable ENSEÑANZA…

Viviendo en la citada ciudad, pasando 4 o 5 días (la semana pasada), he leído en el diario “EUROPA SUR “ del “Campo de Gibraltar”, que en el I.E.S. (Instituto de Secundaria) “Baelo Claudia”, un profesor ha sido agredido. He leído también, que en el I.E.S. “José Cadalso” de San Roque, otro profesor también ha sido agredido, y al agresor, familiar de un alumno (como en el caso anterior), se le han impuesto 8 meses de prisión. Increíble, ¡cómo está la ENSEÑANZA!.

Yo, desde hace casi 9 años (¡cómo pasa el tiempo!), estoy jubilada, ocurriendo esto, 8 años antes de la edad reglamentaria (yo tenía 52 Años recién cumplidos y muchas ganas de trabajar). Mi edad de jubilación eran los 60. Hoy tengo 63 . A la edad citada, me vi privada de lo que más me gustaba ( entre otras cosas); porque cuando a uno le gusta su trabajo, la VIDA se hace más llevadera.. He disfrutado, y aún lo echo de menos, a pesar del tiempo transcurrido. Fueron cuestiones de salud, las que me apartaron de mi “vida profesional”, sin yo esperármelo; al parecer, había llegado “mi momento”. Según mis compañeros, por aquel entonces, “ya había trabajado lo suficiente” y que me marchaba en un momento “bastante clave” y crucial para la ENSEÑANZA, la EDUCACIÓN. Las cosas ya estaban poniéndose fatal. Corría el año 2.004…Recuerdos…

En el año 2.002, y antes de la llegada de la “Semana Santa” (yo trabajaba como ya he dicho, en Algeciras), recibí un tremendo y duro “golpe emocional”: un padre de alumno, de 11 años, ¡me agredió!. Eran las 3 de la tarde, el jueves antes del viernes de Dolores. Ya no quedaba nadie en el Colegio “San Bernardo”, por cierto), a excepción del “jefe de estudios”, mi compañero Carlos Haro también de Ceuta. Iba yo subiendo las escaleras que dan al “parking”del centro escolar, cuando de pronto, ¡irrumpió en este un coche a toda velocidad!. Del auto se bajó como un auténtico energúmeno, un “señor” muy alto y fuerte, quien sin mediar palabras se acercó a mí y me dio un empujón en el pecho; tuve la precaución de mantener el equilibrio (me podía haber caído hacia atrás y romperme la crisma, las piernas…).”¡Hija de puta, hija de puta!” y un sinfín de barbaridades más salía de la boca de aquel “monstruo”. Yo me quedé estupefacta pues no entendía nada. Me dijo que su mujer llegó a la casa llorando, después de recoger las notas de su hijo Miguel, querido alumno para mí, lleno de frustraciones y traumas por culpa de su “papaíto”, pero al que yo tenía mucho cariño como a los demás. Miguel, había llegado al centro escolar, muy hundido, pero tengo que decirlo: “Saqué a flote su PERSONALIAD y levanté su AUTOESTIMA”. A mí me quería muchísimo y en clase se lo pasaba en grande.

Siguiendo con “este hombre” ( por cierto,”policía nacional” venido de Ceuta), el motivo de su puñetazo, fue porque su mujer le contó algo con respecto a mí, que no correspondía con la realidad. Fue un malentendido ( el niño no tenía nada que ver en todo esto). Yo tengo mucho sentido del humor, y al ir a entregarle las notas le sonreí; no sé qué entendería la buena mujer que le hizo comentar a su “maridito” que yo me había reído de ella, ( el matrimonio realmente tenia sus problemas). Cuando el “elemento” me agredió, yo mantuve la calma y le dije: “¿Qué le pasa a usted conmigo?”, pero él seguía gritándome. Le dije que fuéramos a hablar con el “Jefe de estudios”, que aún permanecía en el Centro. “Yo no tengo nada que hablar con ése”, me respondió, a lo que yo le dije que “ese tenía un nombre”. Yo sollozaba. Entretanto, el citado compañero pasó y dijo:” Hasta mañana”, sin sospechar nada. Él, “ el policía”, en un momento determinado, se me echó a los brazos pidiéndome “perdón” por lo ocurrido. Yo le perdoné, e incluso lo cogí del brazo llevándole a su coche; iba llorando. “ Perdona ,eh, perdona” me repetía una y otra vez y se marchó.. Yo, lo único que pedía era “dormir” toda la tarde (cosa que conseguí). No entendí nada de lo sucedido. Después me enteré que la portera del Colegio, marido y limpiadoras, se dieron cuenta de que “algo me había ocurrido” ya que escucharon voces muy altas en el patio que por supuesto, correspondía al “energúmeno”. Me comentaron que me vieron y escucharon hablar con aquel “mequetrefe”, sin sospechar lo sucedido. Cuando me preguntaron, después de las vacaciones de Semana Santa, les conté.

Al día siguiente, fui al Colegio, como si tal cosa. Fueron pocos niños, como en el resto de las otras aulas (último día antes de las citadas vacaciones). Yo no conté nada, ni nadie se dio cuenta. Tan sólo un compañero “me encontró un poco triste”, pero yo le dije que no me encontraba bien. Fue a la vuelta de las vacaciones, cuando y subiendo las escaleras para entrar en clase, le dije a otro compañero, ex director del Centro, José Antonio Jiménez Aranda : “¡Me han pegado, me han pegado!, y le conté lo ocurrido.”¡A denunciar!”, me respondió. El “claustro de profesores- mejor MAESTROS-del Colegio quedó informado, mostrando su indignación. Yo nunca fui polémica en el Centro, a pesar de mi peculiar forma de dar las clases (como en la película “Rebelión en las aulas”, que mis alumnos pudieron ver, así como “El club de los poetas muertos”). Mi “fuerte” siempre fueron mis ALUMNOS. Mis compañeros se reunieron al completo una tarde, queriendo que yo estuviera presente pero me negué; lo hicieron con idea de denunciar el caso. Yo seguí impartiendo mis clases como siempre, con la misma ILUSIÓN. Esperé a final de curso, en Junio y en un “claustro” para comentar, que no quise denunciar ya que algo en mi interior me decía “ que no lo hiciera”. Fue cuando le dije a mis compañeros. “Ese hombre, y como policía , tiene armas y me podía haber pegado un tiro en cualquier esquina “ Algunos compañeros dijeron:” Tienes razón”. El hombre estaba en tratamiento psiquiátrico desde hacía mucho tiempo. Más adelante él mismo me comentó que el día que me agredió tuvo que ir al médico y tomar más pastillas. No mostró arrepentimiento.

Hoy, y después de leer las noticias de las agresiones a compañeros que yo ni siquiera conozco, muestro mi SOLIDARIDAD con ellos; fui MAESTRA pero todo lo que le ocurre a un compañero, sea del lugar que sea, me merece mi apoyo. Cuando mi agresión, yo no pedí “baja médica”, pero por supuesto “quedé algo tocada”. Mi alumno, el hijo del ”señor policía” nunca llegó a enterarse de lo sucedido, pero si cabe, yo le tomé más cariño aún. El resto de alumnos sí se enteraron, y no sé cómo ocurrió, así como las madres , quienes entre ellas hablaron. Cuatro o cinco de éstas, y en un día que yo estaba adornando la clase, se ofrecieron a ayudarme y me dijeron:”Herminia, sabemos lo que te ha pasado, y lo bueno que queremos para nuestros hijos, lo queremos también para ti”. Nunca supe cómo consiguieron enterarse. Como anécdota contaré que un día que Miguel, “el hijo del policía” faltó a clase, le dije a mis alumnos: “Chicos, quiero hablar con vosotros “. Ellos contestaron : “Maestra, ya sabemos de qué se trata”. Lo único que les pedí es que se comportaran con su compañero como siempre, ya que él no tenía la culpa de nada y en la clase consiguió “ser feliz”.

GRACIAS a mis COMPAÑEROS que mostraron total SOLIDARIDAD conmigo. Lo tengo muy presente. Hoy no sé si perdonaría a un “energúmeno” de tal talante. ¡Qué ejemplo para el “Cuerpo de Policía!. Yo me imagino que no seguiría trabajando. ¡Ojalá a su hijo, mi querido alumno MIGUEL, le haya ido bien!.

“PEACE and LOVE” para todo el MAGISTERIO ESPAÑOL!.

* Maestra

 

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