Tal cual. La tesis de este
influyente semanario, editado en Casablanca, está calculada
y es inteligente: para España la mayor amenaza del
terrorismo islamista no procedería del exterior, de otros
países como el vecino Marruecos por ejemplo, nada de eso.
Procedería de sus propios yihadistas, es decir terroristas
de nacionalidad española. ¿Pero son así las cosas? Antes de
proseguir demos un vistazo al nº 307, del 15 de mayo, de
L´Observateur du Maroc et d´Afrique.
De entrada y después de citar
datos del Real Instituto Elcano en un amplio reportaje de
ocho páginas firmado por su corresponsal en España, Bárbara
Casado, se nos informa que “120 españoles se han unido a los
rangos de los combatientes en Siria” (sic) para concluir,
según informes del experto en terrorismo Fernando Reinares
al que se cita expresamente, que la radicalización sería “un
fenómeno interior” dado que, al parecer, el 71,6% de los
terroristas islamistas (sic) “se han radicalizado en el
interior del territorio español”. Y un interesante detalle:
“los radicalizados fuera de España lo han sido
principalmente en Argelia (39%) y en Paquistán (30%”. A mí
me falta una cifra: ¿qué hay de ese 31% restante...? Dando
por buenas las anteriores cifras, ¿en qué país extranjero se
habrían radicalizado...?
A continuación, hay una entrevista
de dos páginas al sociólogo e investigador Eduardo Castillo,
quien después de recordar que “Los expertos han reducido
toda la problemática a una cuestión económica” (lo que por
cierto es un doble error) abunda en el relativismo
ideológico que padecería la sociedad española, “Entrando
entonces en juego el poder de seducción que opera la
radicalización islamista sobre la juventud”, partiendo de lo
cual y según Castillo sería a partir de ahí “donde se puede
explicar la afición al yihadismo que parece dar una
respuesta completa facilitando una cierta interpretación del
mundo”. Es decir, una ruptura de valores daría pie a una
nueva escala axiológica. Más interés reviste la curiosa
explicación dada por este experto a la conversión al Islam
de “numerosos jóvenes católicos venidos de medios
nacionalistas catalanes”. Para Castillo, los alevines del
independentismo catalanista identificarían en primer lugar
al catolicismo con España y a partir de ahí darían el salto.
Interesante explicación de lo que ocurre en esta Comunidad
que a fecha de hoy bien pudiera empezar a llamarse... “Qataruña”.
Por ejemplo. Todo se andará, pero la reflexión es prístina:
“Renunciar al catolicismo es también para ellos una forma de
renunciar a España”. En concreto y según el Centro Islámico
de Perpiñan (Francia), de 7.000 conversos en 2010, 7 sobre
10 de los mismos “estarían relacionados con el nacionalismo”
(catalán).Para acabar, Castillo apunta a la estrecha
relación entre salafistas e izquierdistas radicales. Por
volver página, en la intrahistoria queda el importante
núcleo primigenio de ex militantes comunistas convertidos al
Islam.
Finalmente L´Observateur nos
ofrece una curiosa encuesta de tres páginas sobre “Las
conversiones al Islam que sacuden España”. Y se aportan
datos que, por lo demás, coinciden con lo ya sabido: de
entre una población musulmana total de 1.700.000 personas,
al menos 50.000 serían conversos y de éstos 20.000 se
habrían convertido en los dos últimos años. Y en estas
cifras, por cierto, no se contempla la de los españoles
convertidos al Islam en Marruecos, si bien una parte
significativa de los que despectivamente los marroquíes
conocen como “conversos de la raja” (y perdone el lector el
casticismo), es decir de aquellos conversos a la religión
islámica por una mera cuestión de oportunidad al ser éste un
requisito prácticamente indispensable para casarse
legalmente con una musulmana, “adul” (especie de notario)
por medio. Por cierto, que el Reino de Marruecos guarda
celosamente bajo siete llaves este peculiar censo. En España
sin embargo el fenómeno converso es curiosamente al revés:
el 80% son mujeres. Y un incisivo apunte aportado por el
presidente del Centro Cultural Islámico de Madrid: entre los
conversos “existe una minoría preocupante, de jóvenes
procedentes de medios marginales que encuentran en la
versión más extremista del Islam una solución a sus
problemas”. Y acoto el terreno: se reconoce finalmente que
entre versiones normales y moderadas de esta peculiar
religión, existiría también una “versión extremista”.
Volviendo por donde empezamos,
parece oportuno reflexionar sobre la intención última del
reportaje, por lo demás interesante en sí mismo y echar mano
de algunas matizaciones.
Primero: en España, los primeros
atentados terroristas procedentes del exterior nos remiten a
la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), como
adelanté en 2002 en un extenso reportaje sobre terrorismo,
en particular islamista, publicado en la revista War Heat
International. Segundo: el importante atentado del
restaurante El Descanso, cerca de Torrejón de Ardoz, fue
obra de la Yihad Islámica. Tercero: en 1989, la policía
desarticula una célula terrorista de Hizbollah (El Partido
de Dios), vinculado a Irán. Cuarto: a partir de marzo de
1995 y en relación con la guerra civil argelina, se
evoluciona desde el GIA (quien tuvo células en Ceuta y
Melilla), al GSPC, el GICM y por fin AQMI. Quinto: tras el
macroatentado del 11-M, sobre el que la versión oficial es
por cierto abiertamente cuestionable, el 70% de los
terroristas detenidos son magrebíes, argelinos y marroquíes.
En una fase posterior, aparecen paquistaníes y activistas de
MUYAO,
¿Marruecos...? A ver,
L´Observateur pasa muy alegramente por encima. Para Rabat,
la nacionalidad marroquí es “genética”, nunca se pierde,
transmitiéndose de abuelos a padres e hijos... Entonces...
si una buena parte de los yihadistas “españoles” son “de
origen marroquí” ... cuando no marroquíes directamente...
Pues eso. Seguimos otro día.
Haya salud. Visto.
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