En los primeros días del mes
sagrado del Ramadán, desde el Instituto Nacional de Gestión
Sanitaria (INGESA) ha emplazado a las personas con diabetes
que quieran información sobre cómo seguir el precepto del
ayuno, a que acudan a su centro de salud y se pongan en
contacto con los educadores en diabetes para que puedan
personalizar dicha información en función de la situación de
cada paciente.
Durante el ayuno, los mayores
riesgos los tienen los pacientes con diabetes mellitus tipo
1 o en tratamiento con insulina, las embarazadas, los
enfermos en diálisis insuficiencia renal, con mal control
del azúcar (inestables), los que tienen el azúcar en sangre
por encima de 150mgr%, los que han sufrido una cetoacidosis
los tres meses previos, aquellos con tratamiento oral
(pastillas), con complicaciones cardiacas o pacientes
diabéticos que viven solos.
Una persona con diabetes debe
consular a su médico para que éste le aconseje sobre la
dieta que debe seguir y las modificaciones que debe realizar
en la medicación que se suministra, así como la actividad
física aconsejable o permitida durante el Ramadán.
Hay que advertir de que un
paciente con diabetes puede tener una bajada importante del
azúcar en sangre durante el día en Ramadán, así como en la
segunda mitad del día (después del Iftar). El paciente se
abstiene de comer, especialmente hidratos de carbono,
durante 18 horas, por lo que no puede almacenar reservas de
azúcares en el hígado, como recurso ante una hipoglucemia
(bajada de azúcar).
Existe el peligro de la
hiperglucemia. Es decir, de la elevación de los niveles de
glucosa en sangre durante la noche, debido a un excesivo
apetito tras el prolongado ayuno diurno. Por ello se
aconseja prudencia en la ingesta de alimentos. Es importante
mantener una alimentación sana y equilibrada que permita un
correcto equilibrio metabólico a pesar de la ausencia de
alimentos.
Por último, hay que reseñar
que es desaconsejable que realicen ayuno las personas
diabéticas que además presenten otras patologías, tales como
neumonía, cardiopatía, insuficiencia renal o hepática, o
infección intestinal ya que la falta de agua puede provocar
una deshidratación grave. Y es que es importante beber
líquidos, principalmente agua, no beber té, café o colas
porque la cafeína actúa como diurético y favorece la perdida
de agua por la orina.
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