La buena planificación y la
organización es imprescindible para que las cosas salgan
bien o al menos lo mejor posible. Y eso ha quedado patente
en cómo se ha afrontado durante este final de curso la
puesta en marcha de los comedores escolares, como comedores
sociales, y poder atender a todos esos niños que durante el
periodo no lectivo podrían verse afectados y no cumplir con
sus tres comidas diarias. El pasado año, esa desorganización
manifiesta, la premura con la que se afrontó este problema
que se veía venir, provocó una cascada de problemas y
defectos en el servicio que se fueron tapando y solucionando
con parches sobre la marcha. Esta vez parece que todas las
partes implicadas en este asunto han tomado buena nota de lo
ocurrido el pasado año y han sabido reaccionar a tiempo para
que estos niños y sus familias no se vean desatendidas y no
vuelvan a sufrir el calvario sufrido durante el verano
pasado.
La Ciudad ha sabido reaccionar en esta ocasión, ha
comprendido que no se puede dejar todo para el último
instante y desde el primer momento, a través de las áreas
que deben estar al frente de este servicio, Asuntos
Sociales, Educación y Empleo, ha estado trabajando para
plasmar un esquema de actuación que facilitará la labor de
los comedores ‘sociales’ hasta que los mismos vuelvan a ser
escolares a finales de septiembre.
Gracias a este entendimiento y buen hacer de todos los
implicados en este asunto, alrededor de 900 niños, tal y
como así se ha estimado desde la Ciudad Autónoma, podrán
seguir comiendo durante la época estival, además de
ofrecerles un servicio mucho más completo ya que los
chavales que se beneficien del servicio también contará con
multitud de actividades lúdicas y deportivas.
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