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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 17 DE JUNIO DE 2015

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Punto final a una larga trayectoria
 


Jesús Carretero
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Es lo que dije, porque así me lo obligan la edad y las leyes, ayer, antes del mediodía, a mis clases, de una forma oficial, en el instituto.

Atrás han quedado ya muchos años, desde que allá por el final de los 60 y comienzos de los 70, mucho más jóvenes, comenzábamos, en esta bendita profesión que es la docencia.

Muchas horas en las aulas, muchos cursos, desde aquellos momentos iniciales y varias materias, a veces por cuestión de horarios, hemos tenido que impartir. Ahora ya ..., a descansar, algo que no entra en mis categorías y mucho menos en mis intenciones, pero oficialmente las cosas serán así.

En todos estos años hemos visto de todo, en las aulas y fuera de ellas, pero desde mi experiencia personal, y lo tengo que decir, abundó más lo bueno que lo regular o lo malo, muy especialmente, le pese a quien le pese, lo malo no se toleraba y no se toleró en mi aula, cosa que es posible que no sea muy grato a ciertas corrientes que he aludido docenas de veces y a las que tildé de “progresía barata”.

Es cierto que el paso del tiempo y muy concretamente en la juventud, ha traído muchos cambios en comportamientos y actitudes, pero los jóvenes pueden ser y son moldeables, por lo que si algunos de esos comportamientos van en una dirección peligrosa, hubiéramos sido traidores a nuestros propios principios dejándoles llevar un camino que no era el suyo. Y esas correcciones, que a nadie se le olvide, las saben valorar y muy bien muchos de los padres y también los propios alumnos.

En la última semana he tenido más de setenta llamadas de padres de alumnos y de alumnos de tiempos pasados, y todos ellos valoraban, precisamente, el haber defendido esos valores.

Es más, conservo una larga carta de un alumno del pasado curso, alumno que ahora mismo estudia en la Universidad en Sevilla y que me agradecía ese talante, que para muchos podría ser impertinencia, pero que para él y sus compañeros había sido una especie de guía que les llevó por el camino que deseaban. También, hace tres días, al haber terminado la última de las clases con primero de Bachillerato, sin tenerse que preocupar ya de notas, ni de nada especial, una alumna que había cursado Latín y Griego conmigo decía esto, en carta que leyó ante sus colegas, al final de la clase:

“Con todo el cariño del mundo, me gustaría dedicarle estas palabras. Para empezar, gracias por haber formado parte de una etapa importante en nuestras vidas, por habernos enseñado no sólo Latín y Griego, sino también valores de la vida y entre tantas cosas, la importancia de la puntualidad. Gracias, también, por apoyarnos e insistir en que seamos mejores personas, por haber sido mucho más que un profesor. Con todo esto, que disfrute de su jubilación con mucha salud y alegría y que esto no sea una despedida, dejémoslo en un “hasta luego” y no en un adiós”.

Estas líneas tan sencillas, pero tan sentidas las asumo como propias, porque eso intenté, ser profesor pero algo más, es cierto que nunca suplantando a los padres, pero muchas veces supliéndoles, especialmente, cuando un alumno, un chaval joven se podría apartar de la senda más correcta, con vistas a su futuro.

Con estas líneas y este comentario queda resumida una larga trayectoria, muchos años de docencia, intentando ser sólo eso, un docente, desde el primer día hasta siempre.
 

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