No crea, estimado lector, que a
las 07:00 horas de la mañana del viernes, 5 de junio, tras
servidor de usted tomar la infusión de ‘yerbabuena o té
moruno al mojo picón’, que me suelo beber para aligerar mis
intestinos, sufro un vahído o desliz diarreico, cuando me
encuentro plasmando negro sobre blanco, los primeros
compases de esta tribuna libre de opinión. Aunque, lo más
cierto es que, la picadura que me pegó una medusa del tamaño
de las tapaderas de las perolas cuarteleras de los ejércitos
franquistas…, a media mañana del pasado miércoles, cuando
buceaba en las aguas de la playa del Rinconcillo de
Algeciras. Traspasó, según comentarios de los bañistas que
se aglomeraron a mí alrededor, el traje de neopreno que
llevaba puesto. Quedándome helado, hueco y vacio sin orín
para combatir el gran escozor que padecía.
Viéndome obligado, a pesar de ser agnóstico, tener que rezar
un padre nuestro rociero, mientras me acercaba a un
chiringuito cercano, para que me impregnaran la zona
inflamada con vinagre de tintorro de tetrabrik. Provocándome
el dolor, casi 72 horas después, que se me suba la
‘bilirrubina’ por las letras del teclado del ordenador.
Saliéndome este batiburrillo, no “sin ton ni son”, sino todo
lo contrario, porque todos los “caminos llegan a Roma”.
Pero no desde la tierra del papa Francisco y de la pasta,
sino desde el embrujo de mi atalaya, tras haber dejado
correr las legañas por el desagüe del lavabo. Me encuentro
enfurruñado tras roer la piedra pomez de mi parienta. No
habiéndome atrevido, en mis angelicales sueños de la noche
pasada, ni de arrojar un puñado de monedas en la Fontana de
Trevi, pidiendo un deseo para erradicar a la presunta gran
cantidad de cabos y golfos existentes en esta España
hemorrágica de sangre azul, roja o de horchata con
longanizas. Porque hasta allí pueden llegar algunos de ellos
con sus jaurías, ‘vacunadas o no’, para evitar que se
cumplan mis planes. Al estar acostumbrados a ponerles
impunemente al pueblo el pie en el cuello, dejándolo directa
o indirectamente desplumado y sin derecho a réplica alguna.
No extrañándome, por tanto, que el actual Gobierno español,
como lo hacen los gobiernos totalitaristas, prosiga con sus
férreos propósitos de castigar y reprimir ciertos derechos y
libertades fundamentales consagradas en la vigente
Constitución de 1978. Por ello, el PP con el apoyo de CiU,
están haciendo lo posible para que no se difundan imágenes
de presuntos golfos políticos cuando son detenidos, como las
del presunto sinvergüenza y repugnante ratero, Rodríguez
Rato, (exministro del PP, expresidente de Bankia,
expresidente del Fondo Monetario Internacional etc., etc.).
Como las corruptelas en España no cesan, el jueves pasado
Lucia Figar y Salvador Victoria, consejera de Educación, y
de la Presidencia y de Justicia de la Comunidad de Madrid
respectivamente, cesaron de sus cargos, al ser imputados en
la ‘Operación Púnica’ del encarcelado Francisco Granados, y
de una docena más de presuntos golfos del PP o afines a esas
siglas.
Pero no sólo el PP tiene presuntos corruptos en sus filas,
sino presuntamente también los tienen otros partidos, como
es el caso de IU, con su excandidata a la presidencia de la
Comunidad de Madrid, Tania Sánchez, que ha sido imputada
junto a su padre (cuando era concejal) y el alcalde de
Rivas-Vaciamadrid. Acusados los tres y otros más, de haber
cometidos presuntamente prevaricación, malversación y
tráfico de influencias en el ‘caso Aúpua’. Otorgándoles,
entre los años 2002 y 2008, al hermano de Tania y a sus dos
socias contratos por 1,4 millones de euros.
Por ello y mucho más, que se esmere la prensa libre… en
cumplir diariamente con su cometido, antes de que entre en
vigor la nueva ley mordaza del PP y CiU. Para que el pueblo
contemple, a través de fotografías o de las pantallas de
televisión, a los presuntos corruptos caminos de la
Justicia. Siendo evidente, excelentísimo señor Mariano Rajoy,
que las televisiones no son culpables del pésimo resultado
obtenido por su PP en las pasadas elecciones, sino la
presunta mucha mierda impregnada en sus siglas (PP).
Aunque es muy difícil conocer a todos los presuntos golfos
que hay en la política. Debiéndose atar muy bien los cabos
con ellos, para no dejarse ni uno sin contabilizar. Pero por
mucho celo que se ponga, siempre se dejará a más de uno sin
reseñar, por no encontrarse el golfo al alcance del ojo
visor del registrador. Pero mucho menos, de los ‘notarios’
oficiales que son los que tienen que dar puntualmente fe,
sin excusas ni pretextos, de los cabos furrieles y de los
golfos existentes, pasándoles el ‘algodón’ con su cromatismo
apropiado, para no errar en el intento a pesar de mirar,
presuntamente a veces, hacia otros flancos.
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