Gobernar es un asunto complicado.
En realidad pocos, o relativamente pocos, están preparados
para presidir un Gobierno, como también son pocos –aunque
más– los que están preparados para dirigir una gran empresa
o un importante equipo de investigación científica o, en
fin, a otro nivel, para ser entrenadores del Barcelona o del
Madrid.
Ocupar un lugar de responsabilidad en una organización
compleja requiere conocimientos adecuados. Los políticos no
escapan a esta regla: ni el presidente del Gobierno ni el
concejal de urbanismo de un municipio. Otra cosa es que,
para desempeñar un cargo público, los conocimientos técnicos
sobre una materia determinada sean una condición necesaria
pero no suficiente. Además, el político debe estar también
dotado de otras cualidades, las específicas de la acción
política, como son capacidad de diálogo, de comunicación o
de gestión públicas. Pues bien, ¿se tienen en cuenta al
elaborar las listas de candidatos los conocimientos técnicos
de los candidatos propuestos? En la mayoría de las ocasiones
no es así. Normalmente, uno consigue figurar en un lugar
relevante de una lista electoral si previamente conoce los
complicados vericuetos de los partidos, se comporta
dócilmente ante el mando y calla a su debido tiempo. Lo que
importa es saber deambular con habilidad por los pasillos de
las sedes de los partidos, aunque no se posean especiales
conocimientos, ni adecuación al cargo, ni siquiera
experiencia alguna en un trabajo profesional previo.
Por ello, la decisión de Vivas de optar por una estructura
con menos políticos y más técnicos, es una gran noticia. Más
que tribunos de la plebe u otros demagogos al uso, lo que se
necesita son técnicos competentes que, por lo menos, sepan
hacer un diagnóstico, propongan las recetas oportunas, se
las aprueben y estén dispuestos a aplicarlas.
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