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sociedad - VIERNES, 5 DE JUNIO DE 2015


Sheeba Baddi ofreció una charla. reduan.

REPORTAJE / FUNDACIÓN VICENTE FERRER
 

Dar dignidad a los olvidados

Sheeba Baddi visitó ayer la ciudad para dar a conocer el trabajo de la Fundación Vicente Ferrer en la región de Anantapur, en la India, donde atienden a más de tres millones de personas de las castas más bajas
 

CEUTA
V. Saura

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Trabajar con quien está al margen de la sociedad. Esta es la labor que desarrolla la Fundación Vicente Ferrer desde que se creó en 1969 en la India para dar dignidad a los olvidados por un sistema de castas que, a quienes no son sacerdotes, guerreros, comerciantes o tienen un oficio, deja sin opciones de tener una vida digna. Sheeba Baddi, quien está vinculada a la fundación prácticamente desde su nacimiento porque ya sus padres trabajaron mano a mano con Vicente Ferrer, visitó la ciudad para dar testimonio de un trabajo que a veces pasa desapercibido pero sin el que millones de personas no habrían descubierto que pueden valerse por si mismas, tener acceso a una educación, ser autosuficientes y salir de las chabolas para habitar casas propias.

Baddi, que llegó a Ceuta por invitación de la Comunidad Hindú, ofreció una charla abierta a todos los ciudadanos en el templo hindú. Allí relató parte del trabajo y la misión de la Fundación Vicente Ferrer. Antes, por la mañana, esta joven atendió a los medios de comunicación para dar a conocer la evolución que han experimentado más de 3.000 pueblos de a región de Anantapur tras el paso de la fundación. Una fundación con la que colaboran cerca de mil ceutíes y que ha tenido su reconocimiento en el Premio Convivencia, que recibió el año 2000. Por ello, Baddi confesó que tenía muchas ganas de conocer Ceuta, tras el reconocimiento a Ferrer.

Esta joven es una de los 2.000 trabajadores que tiene la fundación cuya labor se basa en seis pilares fundamentales: educación, mujer, personas con discapacidad, ecología, sanidad y viviendas. No obstante, la educación tal vez ha sido el eje de todo el trabajo desarrollado ya que gracias a ella han abierto la puerta a que los ciudadanos de Anantapur puedan dar otros pasos como conocer los derechos de la mujer, poder desarrollar sistema de autosuficiencia como el biogas para obtener energía sin necesidad de talar árboles, o poder aspirar a la propiedad de una vivienda.

Del campo a las escuelas

Los primeros pasos no fueron fáciles, recordó ayer Baddi. Los colaboradores de Vicente Ferrer se acercaban a los pueblos en medio del recelo de quienes no les conocían. Lo primero que hacían era bañar a los niños, que no tenían ninguna higiene. Luego empezaron a hablarles a sus padres de que podían ir a la escuela. Algo que hasta ahora estaba vetado para las castas más bajas. Los padres no entendían qué beneficio les podía suponer que sus hijos fueran a una escuela si podían trabajar para ganarse, al menos, el pan del día. Pasar esa barrera supuso el principio de una generación que ahora incluso estudia en facultades de las capitales de la India con hijos de las castas más altas con los que jamás hubieran soñado estar compartiendo formación. Gracias a esta labor, el 100% de los niños están escolarizados y cada año se reparten 300 becas entre los estudiantes para estudiar en las capitales.

Luchar contra la discriminación de las mujeres es otro de los campos de trabajo de la Fundación Vicente Ferrer. Cada año en la India desaparecen un millón de mujeres sin que nadie diga nada. Ellas son las últimas que comen en la casa, explicó Baddi, para dar una visión de la falta de derechos de las mujeres. Para concienciarlas de sus derechos, la fundación ha trabajado con recursos como el teatro para concienciar a mujeres, pero también a hombres, de la igualdad entre ambos. “Ahora las mujeres son conscientes de sus problemas y luchan por solucionarlos”, contó Baddi. Incluso, señaló, la fundación ha creado un banco para que ellas puedan acceder a microcréditos con los que montar sus negocios. Y es que, a ellas se les enseñan oficios como costura, bordado o encuadernación para que sean autosuficientes y no huyan de los pueblos siguiendo promesas de un futuro mejor que sólo las llevará a prostíbulos. Y es que, las mafias de tráfico de mujeres son una realidad en este país. Igual que lo es la discriminación a las personas con discpacidad.

Los discapacitados son “una quinta casta” que incluso supone “una vergüenza” para las familias, que los dejan de lado, según relató Sheeba Baddi. En la actualidad, gracias a la fundación, hay 15 escuelas a las que asisten más de 1.200 niños con distintos tipos de discapacidad. “Ahora nos llaman por nuestros nombres”, es lo que celebran los discapacitados que agradecen poder tener “identidad” cuando antes eran unos apartados de la sociedad.

En el ámbito de la Sanidad, Anantapur también ha logrado avanzar con cuatro hospitales y los médicos españoles que llegan para atender a pacientes, pero también para trasladar sus conocimiento. No obstante, todavía queda mucho por hacer y la crisis se ha notado mucho en la ayuda a cooperación internacional. No obstante, la Fundación Vicente Ferrer sigue adelante también gracias a la ayuda de sus colaboradores, de los que en Ceuta tiene cerca de un millar, y espera poder seguir ayudando a los olvidados a tener un lugar más digno en la sociedad.
 

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