Todas las miradas puestas de nuevo en ese conflicto siempre
latente entre la realidad y el discurso político. Solo era
cuestión de tiempo, y evidentemente de urnas, que los
incumplimientos de sus compromisos electorales y las
traiciones sentidas por los votantes que le llevaron en
volandas a la mayoría absoluta de la que disfruta, acabara
pasando factura al Gobierno Rajoy.
Y no es que nos haya pillado de nuevas a aquellos que
veníamos anunciando la deriva de la situación, para los que
en el otro lado de la orilla veíamos como el barco zozobraba
por decisiones que han ido menoscabando a los ciudadanos,
hasta encontrarse de frente con un PP distante, inaccesible,
pasivo, desgastado, cegado ante la cruda realidad, y no sé
cuantos adjetivos más transcribir de los que me están
apuntando en este preciso momento, mientras escribo. Pero no
por atisbar la que se nos venía encima sentimos ningún tipo
de satisfacción personal, más bien pesar, ya que la realidad
es más cruda de lo que parece y no vislumbra solución.
En este momento, cuando estamos acercándonos a las
elecciones generales, y tras la “derrota victoriosa” según
Rajoy, o como se atrevió a decir después de la debacle del
mes pasado “una victoria incuestionable”, parece que se ha
dado cuenta que debe cambiar la estrategia. Ahora, tras
cuatro años en los que ha sido advertido en multitud de
ocasiones, ni siquiera la bajada de la tasa de paro va a
darle el impulso que pretende para la recuperación de los
miles de votos perdidos. ¡Ya es tarde! Los españoles ya
conocen de promesas incumplidas, de desempleo, de
precariedad, de recortes sociales, de pobreza creciente, de
corrupción y de gobernantes irresponsables.
¿Cuál es la solución ahora? ¿La derecha ya no existe y es
engullida por una izquierda populista? A las pruebas me
remito. Tan solo hay que analizar los datos de las
elecciones autonómicas y municipales para leer, con letra
mayúscula y en negrita, el NO al Partido Popular. La deriva
de un PP a un ideario centro-reformista ha conducido a la
inoperancia y el desdibujo del discurso de una verdadera
política de derechas, lo que siempre fue este partido.
¿Dónde están sus valores y principios? Parece que los
hubiesen escondido tras esa fachada de maricomplejines,
aderezada por falta de actuación ante los casos de
corrupción que les han salpicado.
¡Penoso! Espero que Rajoy se inunde de realidad, que se baje
de los altares, y vuelva a tener un discurso político que
sea capaz de ilusionar; aunque desde mi humilde opinión, no
tiene el carisma suficiente para ello.
La derecha española busca otro camino y ya lo ha encontrado
en VOX. La regeneración de la derecha comenzó hace más de un
año sobre la base de sus firmes principios y con una hoja de
ruta diseñada. Y no pretenden ser encantadores de serpientes
ni fascinadores de masas como suele ocurrir con el aura
arrebatada que desprende la izquierda; tan solo demostrar
que es posible la regeneración política en una sociedad que
está inmersa en una crisis económica y en una crisis de
valores.
* Secretaria General de VOX
|