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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 3 DE JUNIO DE 2015

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

In memoriam
 


Jesús Carretero
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Estaba cantado que la vida de Francisco Antonio González corría peligro y que sus días estaban contados, pero él, a pesar de la cruel enfermedad que le acosaba, cada vez más, no se rendía. Ese era su talante, no dejarse amilanar por nada y salir de cualquier dificultad, gracias a su tesón y a su entrega.

La noche del uno de junio no le dejó seguir más, había llegado a su final y todos los suyos, sus familiares y sus amigos de verdad veían que aquello ya no tenía remedio alguno.

El último mes había sido un mes muy duro, especialmente para todos los suyos. Su intervención quirúrgica dejaba esa esperanza que queda siempre, mientras hay vida, pero era una esperanza muy cortita. Se sabía lo que podía llegar, pero él seguía ahí, no se daba por vencido, como no se dio por vencido nunca, en sus actividades profesionales, políticas o fuera de la política.

Siempre que muere una persona, más o menos amiga, tratamos de ensalzarla lo más posible, en sus puntos positivos, tratando de ocultar los negativos y aquí ha superado, siempre con creces, lo positivo a lo negativo y aunque hubo desalmados que, en los momentos difíciles, como aquel terrible 6 de febrero, lo quisieron crucificar, porque había sabido defender lo que tenía que defender, él ni se echó para atrás nunca, ni, estoy seguro, guardó rencor a nadie.

Particularmente, nunca fui amigo personal de Paco Antonio, nunca he mantenido una estrecha relación con él, jamás estuve en su despacho, pero las veces que hemos coincidido en algún lugar, hemos hablado, con buen talante por ambas partes y el hecho de tener amigos y conocidos comunes, hizo que fueran varias las veces que mantuvimos una conversación amigable. Fuera de eso nada más.

Y es que me ha bastado sólo eso, o me ha bastado cuanto he oído a personas amigas mías que sí han tenido, hasta los últimos instantes, muy buena relación con él, para saber que antes de dar un paso sobre alguien, que podía merecer “el palo”, de lo primero que se preocupaba es de “como quedaba su familia”. No me cabe ninguna duda, era un hombre de bien, por encima de los cargos de responsabilidad que pudiera tener, como el que ha tenido hasta el día de su muerte.

Y a los 54 años, cuando, todavía, tenía todo un mundo por recorrer, Paco Antonio nos ha abandonado. Estaba claro, desde hace un par de meses, por lo menos, y él sabía el terreno que pisaba, pero hasta que salió de Ceuta para Madrid, para esa última intervención quirúrgica, supo estar en su sitio.

La responsabilidad le podía, estaba por encima de su propia salud que, naturalmente, tenía que cuidar pero sin dejar de lado, ni un instante, su cometido en el cargo que estaba ocupando.

Ahora, desde estos mismos instantes, aparecerán los aduladores, palmeros y “amigos de la nada” a ensalzarlo por un lado, cuando en sus momentos más complicados le atacaban directa u ocultamente. Por la parte contraria saltarán aquellos que sacarán a relucir errores, si los hubo, pero encarándolos a su manera. Con unos o con otros, la realidad es que se trataba de un hombre responsable, con muchas tablas en el mundo de la política, que nos ha dejado y lo más normal que podemos decir de él es que, hasta el momento final de su vida, nadie ha podido decir que fuera ajeno a la honradez o a la decencia.

Desde aquí quiero recordar a Paco Antonio y enviar un saludo muy afectuoso a toda su familia y a quienes estuvieron con él hasta sus últimos instantes, bien saben ellos a quienes me refiero. Descansa en paz, Paco Antonio.
 

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