Primero de los alumnos, que
cumplen un ciclo y se van del instituto, más tarde de
algunos de los profesores, yo seré uno de ellos, que al
haber cubierto todos los años permisibles en la docencia,
las leyes nos dicen que aquí “estamos sobrando” y que, por
tanto, pasemos a ser unos ex, de lo que sea.
De todas formas, lo de los “viejos” poco debe importar,
porque cada uno, a su manera, ha ido cumpliendo con su
cometido y, en adelante, le espera eso de ser uno de tantos
que se ponen a mirar el paso del tren, programan un viaje
del que vendrán como los niños vinieron de la primera
excursión o, por aquello de hacer algo, se dedicarán todas
las tardes a dar cuatro vueltas al pueblo.
Los jóvenes son otro cantar, tienen las puertas abiertas
para todo, tienen juventud, ganas de hacer algo y toda la
ilusión por culminar sus sueños.
En la despedida del instituto todo salió muy bien, como
estaba previsto y la persona encargada de establecer ese fin
de etapa, con una fiesta a lo grande, se lució, pero no para
sí, porque Silvia no quiere, ni necesita “piropos”, a ella
le basta con haber cumplido, con los demás, con su deber y
el viernes lo pasaron con “nota”, tanto ella como aquellos
que estuvieron a su lado.
Por elegir bien, eligió a la perfección, el lugar de la
fiesta, tras la imposición de las “bandas”, una fiesta hasta
altas horas de la madrugada, en el Parador Hotel La Muralla
que, como no podía ser menos, estuvo a la altura, donde
tenía y siempre tiene el lugar adecuado para estar, en todo
momento, en la línea de paradores.
La fiesta, y los chavales son los que entienden de esto, fue
de matrícula de honor, ellos lo han considerado así, porque
se programó para que estuvieran muy bien y tratando de
lograr dos objetivos, uno primero que lo pudieran pasar lo
mejor posible estos que acaban de graduarse, tras haber
superado el Bachillerato, en un lugar serio y sin problema
alguno, y un segundo punto favorable que tenía el celebrarse
aquí esta fiesta de la noche era que se dejara de lado el
“botellón” que, en múltiples ocasiones, crea más de un
problema. La noche del viernes para todos estos jóvenes no
podía ser noche de problemas, era noche de fiesta, para
muchos de ellos la primera vez que les dejaban estar hasta
altas horas de la noche fuera de casa.
Y ahora, tras recibir “las bandas”, tras pasárselo
fenomenal, en el lugar incomparable del Parador Hotel La
Muralla, viene lo que llamaremos “el momento de la verdad”,
dos semanas más, partiéndose los codos para llegar a las
pruebas de la temida “selectividad”, con la que se van a
abrir paso para poderse formar donde quieran. Naturalmente,
no es necesaria esta prueba para poderse orientar bien,
también, por unos caminos serios, pero con esa prueba
superada no les van a salir al paso con ningún problema, ni
ningún obstáculo para hacer aquello que más les guste.
Un año más y ya van muchísimos, para mí es el último, hemos
visto “desfilar” del instituto a un grupo de chavales que,
durante años fueron intentando salvar ese escollo que puede
ser el Bachillerato, para abrirse luego sus nuevos caminos.
Ahora con el Bachillerato superado, éstos dejan el paso a
otros y ellos entrarán en un estrato superior.
Aunque la despedida del viernes fue otra más, a mí se me
quedará un poco más en la retina por ser la última vez que
yo esté viendo como un grupo de jóvenes abandona lo que era
para ellos y para mí, nuestra casa y de “rebote” la
despedida con fiesta fue, también, en mi casa. Mejor
imposible.
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