Que las leyes y las normativas
están para cumplirlas es por todos sabido y que cuando estas
se infringen hay que buscar los remedios legales para que se
pague por ello o se remedie, también, pero a veces existen
cuestiones en lo que esa justicia debería ser más flexible y
atender a los motivos por lo que se ha infringido esa
normativa y antes de buscar el castigo, buscar un punto
intermedio donde el infractor pueda resarcir el daño
ocasionado pero sin que para él suponga un daño mayor. Esta
reflexión viene motivada por lo que los redactores de este
diario vivieron ayer en la barriada Martínez Calvente, donde
agentes de la Policía Nacional, cumpliendo con una orden
tuvieron que proceder al deshaucio de una familia con dos
niños pequeños. Que conste y vaya por delante que hasta los
propios policias no llegaban a entender cómo se puede dejar
en la calle a una familia con dos hijos pequeños, uno de dos
años y otro de cinco meses. En estos casos, no debería
bastar con cumplir una orden judicial a raiz de una denuncia
que se haya podido producir, como fue el caso de ayer, por
el reiterado impago del alquiler de la vivienda. Asuntos
Sociales debería estar pendientes de estas circunstancias,
debería estar al tanto de las familias que están pasando por
dificultades y que además tienen a su cargo a pequeños de
tan corta edad que ayer, si algún vecino no lo remedió
finalmente, tuvieron que pasar la noche a la intemperie. Las
personas estamos perdiendo el sentido humanitario, y nos
preocupamos simple y llanamente de lo material. Existen
personas que son verdaderos criminales y estafadores a los
que la justicia debe caerles con todo el peso de la ley,
pero existen personas que delinquen forzados por su
situación y a los que de nada vale ajusticiarlos como
criminales, sino que habría que ayudarles a salir de la
situación en la que se encuentran. Tengamos un poco de
conciencia, no se puede ser tan cruel.
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