¿Que compartimos los polacos y los españoles además del
futbol y el catolicismo?, fácil, la esencia de nuestra
gente. Los polacos son amables, acogedores, respetuosos,
sonrientes y guapos. Como los españoles pero a diferencia de
nosotros, muchísimo más fervorosos y piadosos, nos ganan por
goleada. Sudan devoción por todos sus poros, la llevan
incrustada en su corazón y enlazada a su libertad. Quizás el
Papa polaco tuviera algo o mucho que ver. De la mano de su
Virgen de Jasna Gora se posicionó del lado de la libertad
obrera, de la Solidaridad con mayúscula y le plantó cara,
sin hacerlo abiertamente, a ese régimen comunista que
ahogaba la nación polaca tras haber sufrido la aniquilación
del Holocausto.
Esta vez salimos de Ceuta el domingo muy temprano, previa
Vigilia Pascual a última hora del Sábado Santo. La
celebración más importante del año, la Resurrección. Esta
marcó la pauta en los distintos templos a lo largo de la
semana de estancia en la república, por fin democrática, de
Polonia.
Ceuta está lejos de todo. Llegamos a las 10 de la noche a
una Varsovia fría y lluviosa, a un Novotel de 31 plantas
situado en el corazón estalinista de la ciudad, junto al
Palacio de la Cultura y el Arte (para los españoles la
Giralda de Varsovia). Nada mas amanecer, dejó de ser una
ciudad gris que conocíamos de las películas de guerra, llena
de escombros y de mártires para convertirse en la
insurrecta, en la invencible. Es una maravillosa urbe,
llana, elegante, paseable y verde. Reconstruida, si, que no
olvida, aunque perdona.
Un par de cosas me impactaron en la capital polaca, la
primera el monumento a los héroes del Guetto, esculpido
sobre una enorme piedra negra que Hitler hizo traer de
Suecia para fabricarse un arco de triunfo, ironías de la
vida. Aquí es donde en el año 70 el canciller Willy Brand
protagonizó la “genuflexión de Varsovia”. La otra, la
belleza de su centro histórico, totalmente destruido por el
incalificable Adolfito y reconstruido por los indoblegables
varsovianos. El 90% del patrimonio de la ciudad fue
aniquilado, edificios, construcciones, arte, pinturas,
esculturas, libros, documentos... además de sus habitantes.
Un dato: a mediados de 1945 Varsovia estaba cubierta por 20
millones de metros cúbicos de escombros. En la Plaza del
Mercado encontramos el símbolo de la ciudad, la sirena
guerrera, Zawa que por sus amoríos con un pescador, Wars,
cuenta la leyenda que dio nombre a la ciudad, Warszawa. Un
poco mas allá en las murallas medievales que rodean Stare
Miasto y hoy muestran exposiciones nos topamos con el
Soldadito Insurrecto, un peque con un casco enorme y un
fusil entre sus manos. Montones de chiquillos sufren aun hoy
día el horror de la guerra con la pasividad consentida del
resto que miramos hacia otro lado.
Hubo dos hitos en este viaje que deben estar apuntados en la
agenda de todo buen peregrino: en primer lugar la visita a
Czestochowa, capital espiritual de Polonia. Es envidiable la
devoción por la Virgen Negra de Jasna Gora en estas tierras,
el santuario recibe al año 4 millones de peregrinos. A todos
nos asombró el respeto y la religiosidad de este magnífico
pueblo. En segundo lugar el conocimiento de la figura del
padre Kolbe, franciscano fundador de Niepokalanow, ciudad de
frailes periodistas. Una de sus publicaciones, “El caballero
de la Inmaculada” alcanzaría en el año 39 cerca del millón
de ejemplares al mes. El padre Kolbe murió en Auschwitz
cuando decidió cambiar su vida por un padre de familia
condenado a morir de hambre en el barracón de la muerte.
Este hombre fue un rayo de luz en medio de la barbarie mas
diabólica conocida hasta ahora por la Humanidad.
La cita con Auschwitz hizo una muesca en nuestro corazón
peregrino. “El trabajo os hará libres” reza la verja de
acceso. ¿Qué decir sobre el terror diabólico de este lugar?.
Solo hay una manera de entrar en ese recinto y no tener
pesadillas, llevando por delante la Humildad y el Perdón.
Encontramos muchísima gente joven de distintas
nacionalidades, en la cola de entrada no había risas, ni
gritos ni empujones juveniles ni cascos con música a todo
tren, solo caras adustas, pensativas. Algunos portaban ramos
de flores que depositarían mas tarde a los pies del paredón
de fusilamiento o en las celdas de castigo. Es
imprescindible que las generaciones venideras conozcan esto.
Margarita, la guía del campo, relataba las atrocidades mas
grandes jamás cometidas con una frialdad agradecible en un
perfecto acento castellano. Durante las dos horas y media
siguientes fuimos testigos de la historia de un millón y
medio de seres humanos aniquilados gratuitamente. Alambradas
electrificadas rodean el recinto, un antiguo cuartel polaco
abandonado reconvertido en campo de trabajo para presos
políticos. En el año 47 el parlamento polaco lo convirtió en
memorial-museo. En 1979 es declarado por la UNESCO
patrimonio cultural de la Humanidad. Hoy día lo visitan un
millón de personas al año, casi tantos como muertos a
destiempo. Fotografías tomadas por los mismos nazis, objetos
personales, peines, cepillos, 40.000 pares de zapatos,
jarrillas, cucharas, ropas de bebes, de adultos, piezas
ortopédicas, montones y montones de gafas, las maletas de
miles de personas con sus nombres y señas... y pelo,
montañas de pelo humano, utilizado para rellenar colchones y
fabricar tela de uniformes... Y los botes vacíos de Zyklon
B... Estuvimos en las celdas de castigo en el sótano del
bloque 10 donde dejaron morir de hambre al padre Kolbe y a
muchos otros, en el patio entre los bloques 10 y 11, allí
está el paredón de fusilamiento, recauchutado para que no
sonaran tanto los disparos, entramos en las cámaras de gas,
en el horno crematorio, visitamos al terror. Respeto, honor,
dignidad, integridad, palabras que relumbran en mi cerebro
con luces de neón. Es imprescindible respetar tremendamente
este lugar donde hubo tanto sufrimiento. Me pregunto ¿Cómo
pueden las personas que padecen o han padecido esto, como
puede en estas condiciones pensar que la vida merece la pena
ser vivida? cuando te despojan de toda dignidad, ¿Cuál es el
sentido de la existencia? Es necesario acabar con esto, con
los que en nombre del idealismo matan y siembran el terror.
Me viene a la cabeza el nuevo santuario de Cracovia dedicado
a San Juan Pablo II, se llama “no tengáis miedo”. El sabía
que esto aun no ha acabado, que sigue, en otro lugar, con
otra gente, en Kenia en Siria o en Irak.... pero no sufren
menos porque las personas estén más lejos o sean de otra
confesión. Cada uno de nosotros tuvimos la oportunidad de
conocer y meditar las intenciones más oscuras del alma
humana y las consecuencias de la realización de los actos
llevados a cabo por ella. Es necesario que las páginas más
negras de la historia no se repitan nunca más.
De aquí con caras de funeral, nos fuimos a comer sopa polaca
y trucha. Yo me tomé la sopa y pase de la trucha y del
pastel del Papa, se me había quitado el hambre. Seguimos
ruta por la región de Silesia y llegamos a Wadowice, fue un
bálsamo que curó la herida abierta por el anterior capítulo.
Un tranquilo pueblo del sur, en la plaza se encuentran el
ayuntamiento, la iglesia parroquial y la casa natal de Juan
Pablo II convertida en museo. Nos llamó muchísimo la
atención el suelo de la plaza donde se pueden apreciar
inscripciones en las losas con todos los lugares que Wojtyla
visitó durante su papado, y las fechas de estos viajes,
muchísimos. En Hizspania hay cinco fechas, cinco veces nos
visitó el papa viajero 1982, 1984, 1989,1993 y 2003. La
parroquia de Santa María aun conserva la pila bautismal
donde fue bautizado el pontífice. Las iglesias polacas
ofrecen una inmejorable imagen, están perfectamente bien
conservadas, sean antiguas o no. Todas. esto debe ser obra
de la administración además de los fieles y de la propia
curia. En los carteles que anuncian las misas se puede leer,
en polaco, claro, que hay de 6 a 10 celebraciones diarias. Y
llenan, sobre todo de gente joven. Ojalá en España ocurriera
lo mismo. Hay algo en Polonia, una corriente de positivismo
que aromatiza el aire, que la transmiten sus habitantes,
seguramente tendrá mucho que ver con su misticismo, con su
religiosidad. Estos polacos tienen una gran elegancia para
convertir el culto en disfrute.
El final de la semana transcurrió en la joya de la corona,
Cracovia, el Sur, la luz, el color, la alegría, la gente en
la calle, los estudiantes. La ciudad que no fue aniquilada
conserva su encanto intacto. El castillo en la colina Wawel,
sus iglesias, los edificios medievales y renacentistas, sus
avenidas, parques y esa enorme plaza del mercado con la
Lonja de Paños, Sukiennice que ocupa toda la parte central y
que ahora, en lugar de pañería venden cacharrería para
turistas , la pequeña iglesia de San Adalberto y la
impresionante Basílica de Santa María. Esta guarda el
retablo más grande de Europa, las monjas lo abren poco antes
de las 12. A las horas en punto desde la torre coronada, la
más alta, un bombero trompetista toca el hejnal, llevan 700
años tocando esta melodía popular polaca. Frente a la
basílica, los carruajes de caballos engalanados con plumas
blancas y caireles esperan a los turistas. Algunos no nos
resistimos a la llamada.
En las afueras de la ciudad, a unos minutos del centro, la
Divina Misericordia de Sor Faustina y el santuario San Juan
Pablo II “no tengáis miedo” que acogerá la JMJ 2016.
Impresionante!
Subimos hasta Zakopane, ciudad nevada al pie de los Tatras,
capital montañosa del país, nos llegamos a Ludzmierz y a la
iglesia de la Virgen de Fátima, erigida en agradecimiento
por salvar la vida del pontífice tras el magnicidio. En una
de sus vidrieras me asombró descubrir el escudo de Ceuta,
bueno, el de Portugal. Desde allí se puede adivinar más que
ver a lo lejos en la cima del monte Giewont una cruz de
hierro que ubicaron los habitantes del lugar a principios
del siglo XX , en realidad mide 15 metros de altura. Estuvo
alumbrada cuando murió Wojtyla y también el día de su
canonización. De ella dijo “esta cruz mira a toda Polonia
desde los Tatras al Mar Báltico y anima a los polacos a
levantar sus corazones”.
Y bajamos a las minas de sal, en Wieliczka. Tras un minuto
claustrofóbico de bajada en un ascensor donde caben 4 y
meten a 9, llegamos a un laberinto de túneles excavados en
la sal que conducen a amplias estancias con paredes labradas
artísticamente. Mención especial a la Catedral de Sal,
dedicada a Santa Kinga, exquisitamente ornamentada y a las
capillas que los mineros esculpían en la sal dedicadas a sus
patronos para pedirles protección en su peligroso trabajo.
A 135 metros de profundidad, en la capilla construida ya en
el siglo XXI, los padres agustinos nos regalaron otra
celebración de las que quedaran bastante tiempo en nuestra
retentiva. El padre David nos agradecía participar en estas
peregrinaciones que empezaron casualmente hace más de un
lustro y ya están arraigadas en el San Agustín de Ceuta. No
sé quien tiene que agradecer a quien, para mí es un
privilegio pertenecer a este grupo, esta opinión es
generalizada y es que ellos nos guían con su habilidad
acostumbrada por el sendero del peregrino para compartir año
tras año nuevamente Esperanza, Fe y Caridad, para encontrar
la calma necesaria y aceptar la vida como viene, para
conseguir autoevaluarnos y mejorar día a día. Siempre vamos
a estas peregrinaciones llenos de expectativas e ilusión,
sabemos que la experiencia va a ser buena, porque vamos con
amigos, porque siempre lo pasamos bien, porque siempre hay
risas, compañerismo, cariño, tranquilidad, sosiego y
reflexión. ¿Quién no se apunta a esto?
La próxima primavera nos traerá otra ruta, otros lugares,
otras costumbres, en definitiva, otras experiencias. Aquí
estamos, aguardando que llegue de nuevo el momento de
preparar la maleta y recargar la mochila de nuestra memoria
con ellas.
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