El Partido Popular dirá que ha conseguido revalidar su
cuarta mayoría absoluta a pesar del desgaste tras catorce
años de gobierno, y dirá la verdad. Dirá que la mayoría
absoluta conseguida en Ceuta es la única a nivel autonómico
en toda España, y dirá la verdad. Dirá que “con la que está
cayendo” y mirando los resultados en el resto del país es
para dar por muy buena la victoria, y dirá la verdad. Pero
sería un gran error restar trascendencia al fuerte mensaje
de los ceutíes.
Visto en perspectiva, ésta ha sido la crónica de un
resultado anunciado. El que avisa no es traidor, y mientras
algunos ‘perdían el culo’ por pintar la realidad de color de
rosa, desde estas páginas hemos venido advirtiendo del
descontento que crecía entre los ceutíes. No solo de
aquellos que sufren el drama del paro, sino también de
muchos que disfrutan de un poder adquisitivo medio y alto.
El desplome en votos del Partido Popular, es síntoma de un
malestar que el Gobierno Vivas no ha sido capaz de detectar
a tiempo.
El PP sufrió en las elecciones europeas de 2014 una pérdida
considerable de votos respecto a sus habituales resultados.
En porcentaje de votos pasó del 59,99% de 2009 al 40,34%, lo
que supuso una sangría del 19,65% que cuantifican un total
de 4.565 votos menos que hace cinco años y, desde luego, el
peor resultado electoral de los populares desde el 1.999,
cuando ganó las elecciones el GIL.
Y estas elecciones municipales han supuesto respecto de mayo
de 2011 una erosión de mas de 6.600 votos (-19,39%). Una
pérdida de votos que no supone confusión alguna. La gestión
del Gobierno de Vivas no ha gustado a una parte importante
de su electorado y supone el fracaso del discurso, de la
estrategia y del modelo llevado a cabo durante la última
legislatura. Sin embargo, un aspecto a destacar y favorable
a los intereses del PP, es que la gran mayoría de los 6.600
sufragios perdidos no han sido ‘infieles’ a los populares.
De un análisis sencillo de los resultados se observa que el
aumento de votos del PSOE no termina de ser significativo,
mientras que Caballas pierde votos y los obtenidos por el
MDyC de Fatima Hamed pertencen a un nicho de votos muy
alejados del PP. De lo que se desprende que, aún dando por
válido que los 2.312 votos obtenidos entre los partidos más
cercanos a la derecha, es decir, Ciudadanos, Vox y PLC, son
sufragios procedentes de ‘rebotados’ votantes del Partido
Popular, quedarían más de 4.000 votos que no han ido a parar
ninguna parte, ya que su forma de expresar el descontento ha
sido no ir a votar, castigando al Partido Popular con la
abstención. En este sentido, solo de la gestión que se
realice en los próximos meses dependerá el recuperar la
confianza de esos votantes en Juan Vivas y en el futuro de
la formación.
Por ello, la falta de autocrítica con la que Vivas y los
suyos interpretan el desplome en votos -celebrando que el PP
siga siendo la “opción mayoritaria de los ceutíes”- es el
mejor camino hacia una catástrofe sin paliativos en el
futuro.
No obstante, a pesar que el partido ganador de estas
elecciones ‘ha perdido’, sería engañoso por parte de la
oposición interpretar lo sucedido como la revolución que
algunos anunciaban. Ni PSOE ni Caballas han sabido imponer
un liderazgo firme y un discurso fiable para atraer los
votos del electorado abstencionista y dubitativo. Si bien es
cierto que Mohamed Ali puede acabar siendo el más
beneficiado de unos resultados electorales que le daban
mayoritariamente por perdedor.
Lo que está claro es que si hay un partido triunfador en la
jornada electoral es sin lugar a dudas el MDyC de Fatima
Hamed. Ciudadanos ha conseguido la difícil misión de lograr
un escaño en la Asamblea. Mientras, víctima de sí mismo,
UPyD es, en la práctica, un cadáver político.
En definitiva, se abre un tiempo en el que será preciso
tener más en cuenta muchas opiniones y escuchar a más
sectores.
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