UN ENSAYO PARA PENSAR.- el escritor que tantas señas de
identidad guarda con Ceuta nos presenta su sexta obra,
‘Pitos y flautas’, el próximo jueves en la biblioteca
pública del estado ‘adolfo suárez’, a partie de las siete y
media de la tarde. En esta ocasión cuenta con el prólogo del
abogado Darío Jurado y de las viñetas de Carlos Villanueva,
que con su fino humor complementa una obra en la que
Palacios invita a sus lectores a hacer un nuevo ejercicio de
crítica ante una sociedad que presenta numerosas carencias.
Es éste un libro que no puede ser ajeno al fenómeno de la
corrupción y de cómo la práctica de la misma nos está
afectando a todos. En el acto estará acompañado por el
director de la biblioteca, José Alarcón y el escritor e
investigador, Francisco Sánchez Montoya.
Pregunta.- Por sexto año consecutivo presenta usted una
nueva obra, en esta ocasión bajo el título ‘Pitos y flautas’
¿por qué este título?
Respuesta.- Tal vez lo sintetice en la propia portada del
libro con una cita personal que dice ”La vida es como la
música, lo importante es seguir el compás”. Cada día como
decía mi gran amigo Alfonso Perales tiene su afán, y nos
levantamos dispuestos a hacer sonar nuestra voz en medio de
la jungla de la realidad, a componer una sinfonía que en
cada momento es distinta, por eso esta obra es una
invitación para asistir de forma interactiva al gran
concierto de nuestras vidas.
Quiere ser también humildemente una estimulación para
rebelarnos ante la partitura de la injusticia y la
indecencia desde la reflexión y el compromiso y pretende que
nos entrenemos en el respeto a la diferencia pero desde la
intransigencia a cualquier intento y modalidad de
corrupción.
P.- ¿Qué nos va a sugerir este libro que lo diferencia de
sus obras anteriores?
R.- ‘Pitos y flautas’ es un ensayo escrito de forma clara,
sencilla y directa, donde a través de personajes y
situaciones analizaremos juntos las causas de la crisis de
liderazgo y el desapego social hacia la actual clase
política española.
P.-Darío Jurado, que es su prologuista, se refiere a sus
personajes como marionetas que usted maneja a su antojo
¿comparte usted esta apreciación?
R.-Tengo un profundo respeto por mis personajes y creo que
Darío con gran acierto se refiere al juego literario que
supone inventar escenarios donde colocar las figuras que yo
mismo imagino, que en muchas ocasiones son un retrato de la
observación de la realidad aderezadas con el condimento de
la búsqueda del concepto y la palabra más adecuada a la
situación. Pero si le digo la verdad, son ellos, mis
personajes, los que terminan preguntándome y si me apuran
llevándome donde ellos desean y paseamos juntos por su mundo
que termina por no pertenecerme.
P.- Da la sensación que necesita usted acudir a estos
personajes, que forman parte de una extensa galería de
arquetipos, para dar un honesto análisis de la situación
actual.-
R.- No le niego que me parece distinta de abordar muchos
temas de los que nos afectan de manera amena. A lo largo de
mis seis libros aparecen más de cien personajes, pero
también el análisis de la realidad lo intento llevar a cabo
a través de la observación de situaciones que se dan con
mucha frecuencia pero que en muchas ocasiones parecen
ocultas a nuestros ojos. Es un juego entre el ver, el pensar
y el sentir que genera un producto siempre inacabado para
que el lector le ponga su voz y su color.
No me considero un cronista, en todo un caso un retratista
que llevado de su curiosidad y al pasar lo que mi ojo ve por
mi interior, lo tiño de literatura y cuando llega al lector,
éste le vuelve a dar su color personal pintando su propio
cuadro y escribiendo su propio libro.
P.-Sabemos de su pensamiento de izquierdas a través de
sus colaboraciones periodísticas en varios medios, ¿son sus
libros una extensión más concreta y estudiada de ellas?
R.- Cada cual refleja en lo que escribe sus ideas, su manera
de pensar y de ver la vida, su forma de relacionarse con el
mundo y con los demás, y qué duda cabe que en mis libros se
traduce y trasluce mi componente ideológico, pero si me
permite con tres consideraciones en un espacio con más
tiempo para la reflexión.
La primera es que, por muy ácido y duro que pueda parecer en
mis planteamientos, jamás me coloco delante de la pantalla
del ordenador con mentalidad ni predisposición de enemigo de
nadie, es más le puedo asegurar que tengo grandes amigos y
amigas en todas las opciones políticas. En segundo lugar,
que no he sido atacado por el virus de la intolerancia y el
sectarismo, por lo que siempre he procurado colocarme en el
lugar y las gafas del otro y en tercer lugar que soy
autocrítico conmigo mismo y critico con las actuaciones de
quienes dicen defender las mismas ideas.
P.-Me ha llamado la atención que se refiere usted a su
libro como un teatrillo, ¿explíquelo?
R.- Creo que es fácil y compleja a la vez, la explicación de
esta figura literaria. Es como los chistes, que si se
explican pierden la gracia. Si Calderón de la Barca nos
retrataba en una de sus grandes obras ‘El gran teatro del
mundo’, no voy yo a ser tan pretencioso de compararme al
gran dramaturgo del siglo XVII, pero permítame usted la
licencia que como observador, oyente y escribano invite al
lector de forma simbólica a descorrer el telón y entrar en
un mágico camino entre la realidad y la literatura para cada
cual descubra la música que suena desde las páginas del
libro y la que oye desde sus propias entrañas.
P.-Usted siempre acude a un amigo para que le prologue el
libro, sin embargo en cuanto soporte gráfico ha cambiado de
colaborador y ahora tenemos los dibujos de Carlos
Villa-nueva, ¿qué aporta a ‘Pitos y Flautas’ este conocido
dibujante?
R.- Efectivamente, tanto en el prólogo como en la
ilustración he tenido la gran suerte de contar con grandes
amigos. Me parecería un ejercicio de masoquismo innecesario
haber contactado para tal fin con mis enemigos.
En lo que se refiere a las ilustraciones he tenido la suerte
de que pusieran la nota gráfica en distintas obras Miguel
Romero e Isabel Beneroso, ambos son amigos y con sus
aportaciones han enriquecido mis obras. En este sexto libro,
tener a Carlos Villanueva como ilustrador es todo un lujo,
por ser uno de los más significativos y relevantes maestros
de la viñeta periodística.
P.- ¿Su obra es didáctica o no pretende enseñar nada?
R.-Mi obra tiene un tono didáctico que está muy influenciado
por mi formación psicopedagógica. Ahora bien, no pretendo
enseñar nada sino reflexionar con los lectores para que cada
uno descubra en sus páginas distintas perspectivas de una
misma realidad a través de los perfiles de los personajes y
del análisis de las situaciones.
P.-La literatura es un oficio que exige mucha dedicación,
pero usted se muestra incansable en este sentido. ¿Es quizás
porque necesita estar y opinar en un mundo que no le es
ajeno?
R.-La literatura exige muchas horas de trabajo, y he de
reconocer que tengo una cierta ventaja y es que necesito
dormir pocas horas. Desde que estaba estudiando en Madrid me
habitué a que con seis horas estaba despachado. Esto me
proporciona más tiempo para la poder escribir, de tal manera
que cuando se ponen las calles yo ya llevo dos horas de
trabajo y además he de reconocer que suelo aprovechar para
tal fin esas horas muertas de la cabezada y la pequeña
siesta tras la comida
No es que necesite estar y opinar sobre lo que ocurre y nos
sucede sino que no concibo mi papel de ciudadano desde una
actitud pasiva, sino siendo elemento activo de la sociedad.
P.- ¿Qué siente cuando observa seis obras alineadas en el
despacho de su mesa? ¿Es verdad que si bien provocan cariño
también le dan fuertes dolores de cabeza?
R.-Escribir no es un fácil oficio, porque hay instantes de
verdadero placer y otros de sufrimiento, pero sobre todo es
entre otras muchas cosas una aventura apasionante. Reconozco
que en alguien tan perfeccionista como yo, si pudiera
cambiar muchas cosas de las que he publicado una vez que
están en el papel impreso, lo haría. Pero creo que ese es un
sentimiento común a cualquier escritor que se precie, por lo
que si bien me provocan afecto, no es al producto terminado
sino a las vivencias del proceso.
Y también he de reconocer, que contemplo el proceso creador
como una constante permanente entre el deseo y la realidad,
el buscar y el encontrar, el sufrir y el disfrutar. Te das
cuenta que merece la pena porque es un camino de aprendizaje
y crecimiento personal.
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