En 2010 se realizó una encuesta entre menores europeos de
nueve a 16 años en el marco del proyecto EU Kids Onlineque
mostraba una tendencia de descenso en la edad de inicio del
uso de internet tanto en nuestro país como en Europa. Los
datos reflejaban que la edad media de conexión por primera
vez de los menores españoles se situaba entonces en los
nueve años, si bien el grupo de edad más joven (9-10 años)
manifestó haberse iniciado a los siete. Ya entonces, la
frecuencia de uso de internet entre los menores en España
era muy alta: un 58 por ciento manifestaba usarlo todos o
casi todos los días, lo que sumado al 34 por ciento que
decía acceder una o dos veces por semana, arrojaba un 92 por
ciento de usuarios frecuentes.
El 84 por ciento se conectaba principalmente desde casa, y
en concreto un 42 por ciento lo hacía desde su habitación.
¿Y qué hacían en internet? El 83 por ciento lo usaba para
tareas escolares; un 80 por ciento para echar partidas a los
videojuegos contra el ordenador; un 78 por ciento para ver
videoclips y un 59 por ciento para comunicarse en las redes
sociales. De hecho, el 56 por ciento de los menores
españoles encuestados afirmaba tener un perfil propio en una
red social. Es significativo como se incrementaba el uso en
función de la edad: poseía perfil el 11 por ciento de los
chavales entre 9-10 años; porcentaje que ascendía al 42 por
ciento entre los de 11-12 años. A los 13-14 ya tenía perfil
un 74 por ciento y a los 15-16 años el nivel de presencia
alcanzaba el 89 por ciento.
Pero eso era 2010. Según datos del INE de 2013, el 91,8 por
ciento de la población infantil entre 10 y 15 años usaba
internet, y el 63 por ciento tenía teléfono móvil (por
edades, lo poseía el 26 por ciento de los niños de 10 años,
llegando al 90 por ciento entre los quinceañeros). Y pese a
que la encuesta hablara de “teléfono móvil”, los datos de
ventas de smartphones(ocho de cada diez móviles lo son)
inducen a pensar que los teléfonos inteligentes son cada vez
más utilizados por los menores como vía de acceso a internet.
Por tanto, el uso de smartphonesy tabletsprobablemente hayan
dejado desfasados los datos del estudio de EU Kids Online.
Como también ha cambiado el medio y lugar de acceso. Hasta
hace poco, el acceso a internet era desde el ordenador de
sobremesa, pero con los nuevos dispositivos móviles se ha
modificado el medio de acceso y el lugar, que hoy por hoy es
cualquiera. Por ello, parece que el tradicional consejo de
situar el ordenador en un espacio común del hogar se ha
quedado obsoleto.
Competencias digitales
Existe la creencia de que los menores tienen una experiencia
innata en el manejo de las tecnologías de la información.
“Que los niños hayan crecido en la era digital no significa
necesariamente que sean nativos digitales”, matizaba Andrés
Sandoval-Hernández, jefe de la Unidad de Investigación y
Análisis de la Asociación Internacional para la Evaluación
del Rendimiento Educativo en la presentación del Estudio
internacional de alfabetización computacional y manejo de la
informaciónen el marco de la XXIX Semana de la Educación de
la Fundación Santillana.
El estudio, que evaluó a 60.000 estudiantes de 13 años de 21
sistemas educativos de todo el mundo para conocer el uso que
hacen de la tecnología, estableció cuatro niveles que
planteaban habilidades tecnológicas de menor a mayor
dificultad. El primer nivel medía habilidades como saber
abrir un enlace web o si otras personas han recibido el
mismo correo (a través del campo “con copia”); el segundo,
la capacidad de ejecutar acciones como hacer búsquedas por
palabras clave o insertar información en una hoja de
cálculo; el tercero, si la información obtenida en la web es
confiable, y el cuarto, si sabían distinguir las
informaciones relevantes de las que no lo son.
El 83 por ciento de los estudian- tes certificó poseer las
competencias digitales del primer nivel o superiores,
mientras que solo el dos por ciento alcanzó el cuarto nivel,
que requiere tener pensamiento crítico. Y es que no es lo
mismo saber utilizar un smartphone para jugar que poseer las
competencias digitales necesarias para sacar provecho de las
posibilidades que ofrece internet y la tecnología.
Riesgos
Internet ofrece innegables ventajas pero también conlleva la
existencia de riesgos tanto para adultos como para menores.
Entre los peligros a los que se enfrenta este colectivo en
la Red se encuentran los derivados de ciertos contenidos que
circulan por ella, como la pornografía u otros contenidos no
apropiados. Otro tipo de riesgos son los de contacto, que
derivan de las conductas en las que el menor participa,
voluntariamente o no. Un ejemplo es el referido a los
contactos que mantienen. En este sentido, según el citado
estudio de EU Kids Onlineel 19 por ciento de los menores
españoles de entre 11 y 16 años manifestaron estar en
contacto a través de internet con personas con las que no
tenían conexión en su círculo social.
Otro riesgo es el uso excesivo o conducta adictiva a
internet y la situación de riesgo de dicha conducta,
englobadas ambas bajo el concepto de “conducta disfuncional
en internet” (CDI). Una investigación de 2012 que entrevistó
a adolescentes entre 14 y 17 años de varios países europeos
–entre ellos España– analizó este “patrón de comportamiento
caracterizado por la pérdida de control sobre el uso de
internet”, revelando una mayor asociación a dicho trastorno
de ciertas actividades, como los juegos de azar con apuestas
on line (que triplican el riesgo de CDI), el uso de las
redes sociales (su uso durante más de dos horas al día o
tener más de 500 amigos se vincula con la CDI) y los juegos
de ordenador (jugar más de 2,6 horas al día se vincula a
CDI).
Dentro de los llamados riesgos de contacto se encuentran
aquellos que pueden afectar a la integridad física o
psíquica del menor. Uno de los que más preocupa a padres y
autoridades es el ciberbullyingo ciberacosoproducido entre
menores en el que se emplean la amenaza y la humillación.
Otra manifestación de ciberacosoes el cibergrooming, que
implica que un adulto lleva a cabo deliberadamente acciones
en la Red para establecer una relación a través de la cual
ejercer un control emocional sobre el menor, con el fin de
preparar el terreno para abusar sexualmente de él o ella.
Otro preocupante ejemplo es la denominada “violencia de
género digital”, que a través de las nuevas vías de
conectividad y aplicaciones de mensajería instantánea
estaría favoreciendo conductas de control sobre chicas en su
doble condición de menor y mujer, reproduciendo patrones
machistas que parecían desterrados.
Por otra parte, existe otra clasificación de riesgos de
contacto relacionados con la información personal. A ella
pertenece el sexting o intercambio de textos o selfies de
contenido íntimo, una práctica en principio circunscrita al
ámbito privado pero que no es la primera vez que trasciende
al plano público, con el efecto difusor que tiene internet.
La información vertida voluntaria- mente en la red puede
convertirse en un arma de doble filo para la reputación on
linede los menores de hoy y adultos de mañana. Cada vez son
más las empresas que consultan en internet –y sobre todo en
las redes sociales– qué tipo de persona se presenta a un
puesto de trabajo. Esa búsqueda puede dar como resultado
comentarios críticos, fotos o vídeos que, sacados de
contexto, pueden influir negativamente en la valoración del
candidato.
Y la lista sigue: la falta de conciencia ante la
cosificación de la identidad digital (la información
personal es una codiciada materia prima para trazar perfiles
y ofrecer una publicidad cada vez más personalizada de los
usuarios); uso malicioso que otras personas pueden hacer de
la información personal de los menores (por ejemplo, el que
puede derivarse de facilitar la contraseña a un amigo para
que este pueda acceder a sus cuentas de correo y perfiles en
las redes sociales), etc.
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