Si anteayer domingo intentábamos
resumir la apretada semana del IV Festival del Cine de la
Memoria Común, celebrado en la ciudad de Nador (Marruecos),
entre el 4 y el 9 de este mes, remataremos hoy la faena con
algunas pinceladas sobre la clausura y los filmes nominados
en una difícil selección, tanto por la calidad de las obras
presentadas como por la interesante temática abordada.
Si en la sección de ficción la obra ganadora fue un
entretenido “Tapis rouge” (Tapiz rojo), de Fred Baillif (los
actores por cierto estuvieron presentes en la proyección),
entre las obras de tipo documental o de ensayo se llegó a
una paridad que obligó al jurado, no es la primera vez, a
otorgar sendos primeros premios.
Una de las dos obras galardonadas fue “A place for everyone”
(Un lugar para todos), de Angelos Rallis y Hans Ulrich Gossl,
obra que describe con suma crudeza el escalofriante
genocidio ruandés de 1994, en el que los hutus (85% del
país) masacraron a la minoría hutu (15% de la población)
causando sobre 800.000 muertos en tan solo cinco meses. La
otra obra premiada fue, no podía ser menos, “Romper el
silencio”, del joven cineasta Tarik El Idrissi en la que se
narra, por primera vez en un filme, la brutal represión en
el segundo levantamiento del Rif de 1958 y 1959, con su
cortejo (las cifras son estimadas) de entre seis mil y ocho
mil muertos entre la castigada población. Permítanme dos
acotaciones: un mensaje en mi correo me acusaba de haberme
“pasado” en la columna del domingo, publicada tanto en los
diarios El Pueblo de Ceuta como en Melilla Hoy. ¿Pasarme...?
Ustedes perdonen ¡pero “pasarme” ni un pueblo!. No escribí
por ejemplo, lo hago ahora, de al menos la decena de abortos
inducidos, más la muerte de alguna de las madres, al ser
pateados sus vientres por la sanguinaria soldadesca de las
Fuerzas Armadas Reales (FAR) de la época.... Y digo “la
decena” porqulos datos, con nombre y lugar, constan en mi
cuaderno de campo. Una herida que aun supura y que
aconsejaría, es una sincera opinión, un acto de desagravio
en el Rif por parte del Ejército marroquí. Porque el odio,
créanme, sigue latiendo. De otro lado, mi más cordial
felicitación a Tarik y su coraje, pues el joven cineasta de
Alhucemas ha llegado hasta donde ha podido y eso ya es
mucho. Sencillamente, logró romper el silencio. Claro que
esto solo ha sido posible y esto es una lección y un
mensaje, gracias al talante reformador y aperturista del
joven soberano Mohamed VI, pues solo al amparo del nuevo
Marruecos puesto en marcha entre numerosas dificultades por
el Rey, es posible que la verdad de oscuros años muy
difíciles vaya viendo, “chuite chuite” (poco a poco en
rifeño) la luz.
Y por supuesto la enhorabuena a mi estimado y laborioso
amigo (enriquecedoras polémicas pasadas a un lado) Abdeslám
Butayeb, que ha logrado con este IV Festival unas cotas de
calidad que elevan al mismo y a la populosa ciudad de Nador,
con más de 200.000 habitantes, a la cota de festivales como
los de Tánger y Marrakech. A cada uno lo suyo y levanto
acta.
“Romper el silencio” no ha sido la única película marroquí
recientemente premiada. El filme “ L´Armée de Salut” (El
Ejército de Salvación), de Abdellah Taïa, obtuvo el máximo
galardón al mejor largometraje de ficción en el doceavo
Festival de Cine Africano de Córdoba (FCAT), celebrado los
días 21 a 28 del pasado mes de marzo.
Volviendo a Nador, me consta también para el mes que viene
la celebración de otro festival de cine hispano-marroquí,
que tendrá probablemente lugar en la Casa de Cultura.
Para acabar y en lo que a este escribano del limes
concierne, un mes de lo más apretado y vamos indo. Aun les
debo, caerá un día de estos, una columna de las pasadas
Jornadas de Geopolítica y Geoestrategia, antes de volver a
meterme en danza con el III Festival Amazigh de Alhucemas.
Haya salud.
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