La spotización de las campañas,
producto de las reglas electorales, promueve anuncios sin
sustancia, frases pegajosas que no muestran ni propuestas ni
ideología. Decir que se acabe la corrupción, enaltecer a las
madres solteras y querer un mayor crecimiento no dicen
absolutamente nada a los electores. Es necesario más
información. Si un consumidor no sabe que en la tienda de al
lado el bien que quiere comprar está más barato, o que
existe un producto similar de mucho mayor calidad, pues no
podrá tomar la mejor decisión de compra. Algo similar sucede
en el caso de la competencia política. Si los consumidores,
en este caso los votantes, no tienen la información adecuada
pues no pueden elegir sabiamente a sus futuros gobernantes.
Los partidos políticos deberían renunciar a las campañas
basadas en propuestas cada cuál más peregrina, a mítines
endógenos y campañas de marketing, para acordar la
celebración de debates con presencia de vecinos donde de
forma cordial pero batalladora se discutiría sobre los
problemas actuales desde un punto de vista estructural,
socio-histórico, contextual y, sobretodo, entendible para
todas las capas de la sociedad. Para los que no pueden leer
la prensa todos los días y para los que sí. Y para los que
ni siquiera saben leer. Estudios académicos señalan que
campañas más informativas fomentan una mayor participación
del electorado al ayudar a la gente a diferenciar a los
candidatos y sus propuestas.
Así, al menos, terminaríamos con los actuales tiempos de
silencio, en los que la gente no habla de política o zanja
cualquier debate con frases como “son todos iguales” o “yo
paso de la política”.
|