Una vez entrados ya, en la
verdadera campaña electoral, vemos como se va decantando el
personal, especialmente, en las reuniones de los distintos
grupos políticos que concurren por décima, por quinta o por
primera vez a unas elecciones y lo más sorprendente es que,
poco a poco, se van acercando, los de siempre, a esas marcas
nuevas, buscando un lugar al sol o buscando recuperar lo que
ya, bajo otras marcas, perdieron por deméritos propios.
Aquí y ahora, como puede pasar en mi pueblo o puede suceder
en Navalmoral de la Mata, o en Villanueva de los Infantes,
no parece que se sepa diferenciar demasiado lo que es la
acción o la actuación, en un ayuntamiento, de lo que es la
marca, sin más, y eso, a la larga, puede traer más de una
sorpresa.
Y es que, aunque los Ferraris, de siempre, han sido unos
automóviles extraordinarios, no todo el que se compra y
conduce un Ferrari tiene que ser un buen conductor, ni
tampoco tiene que ser un gran entendido en vehículos aquel
que se acerca con un vecino que va a comprar el Ferrari, en
cuestión.
Yo, por eso, y porque me mosquean los oportunismos de
quienes van “en busca de la presa”, en vez de ir en busca
del saber vivir y convivir, a diario, llevo un par de días
dándole vueltas a ciertos personajes que, sin estar en su
mejor momento profesional, tratan de pegarse a una de esas
marcas de moda, dentro de la política, ahora que es la época
más apropiada, para ver si con media vuelta de tuerca aquí
van dejando de lado toda una historia llena de
despropósitos, en terrenos ajenos al de la propia política.
Las marcas PP, PSOE, Ciudadanos o IU, por sí solas no hacen
que si ellas dirigen una Comunidad Autónoma, o un
Ayuntamiento, esos funcionen a la perfección, porque para
ese funcionamiento, en la marca tienen que estar personas
que vayan adecuando el organismo, en cuestión, a las
necesidades y a los fondos que tenga.
La marca PP no lleva aparejada una disposición al
crecimiento o al fracaso y serán los representantes del PP
los que hagan que en Madrid, en Ávila o en Sevilla eso
funcione como una máquina bien engrasada, o que vaya
chirriando por no haber sabido acoplar lo que hay, con lo
que creían que había.
Lo mismo que decimos del PP lo podemos decir del PSOE, por
ser las dos marcas más conocidas, desde la transición hasta
hoy. Luego ya han aparecido otras marcas que podrán seguir o
podrán retroceder, dependiendo de lo atractivas que se hagan
y dependiendo del tirón que tengan sus dirigentes.
Y hoy lo que no extraña a nadie es que la marca política que
más atrae es Ciudadanos, por eso de haber sido una marca que
nació en Cataluña para no ser catalanista. En muchos
momentos lo hemos dicho ya, que viene a ser como aquel
chaval joven, guapo y buen mozo por el que se vuelven locas
las muchachas jovencitas, para quererle como amigo, ligue o
marido, por el que se vuelven más locas las madres de estas
jovencitas para quererle como yerno, y que es atractivo para
toda la familia.
Pues bien, si sus hechos se adecuan a su físico, las cosas
irán bien, pero si es mero escaparate no durará ni lo que
duran los meses de las rebajas. Por eso, estas marcas tan
atractivas, de nuevo cuño, no deben obnubilarse por las
apariencias de una reunión, ni deben obsesionarse por el
tirón de hoy, lo primero que tendrán que hacer es “vallar
bien el viñedo”, para que no pueda entrar cualquiera en él.
Y todos nos entendemos.
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