Es natural que el PP no quiera o
ponga reparos a debatir frente a otros candidatos, y es
natural porque desde fuera se ven todas las deficiencias de
los que gobiernan y éstos, los que vienen gobernando, no
siempre van a tener justificación a todos los defectos que
se les vayan poniendo, por parte de quienes no han
gobernado.
Vista así la situación, queda claro que en un debate el que
más tiene que perder es, precisamente, aquel que estuvo en
el Gobierno, porque si justifica algunas de sus actuaciones,
mal, pero si las calla será mucho peor.
Además, hay que tener en cuenta el talante de cada uno y las
formas de dirigirse a sus “posibles clientes”, con lo que el
caso de Vivas no es el más llamado a ir a ese “cuerpo a
cuerpo” con algunos otros de los que aspiran a ocupar el
primer puesto para gobernar. Y es que Vivas, si no le
interrumpe nadie, es capaz de “vender un trineo” para la
feria de Benzú, a los “mazapaneros de Estepa, que muy poco
necesitan ahí ese aparato, pero en el momento que, en medio
de su disertación, haya alguien que le corte el ritmo a Juan
Vivas, o que le saquen de su guión, en ese instante pierde
mucha de su locuacidad y reflejos, con lo que un debate, a
él, no le iba a dar nada y sí le podría quitar más de la
cuenta.
Todo lo contrario pueden tener los demás que quieren debatir
con él, porque Caballas que no tiene escrúpulos para decir
lo que dice en los plenos y luego retractarse en los
despachos, ya sabemos como, podría quitar, a lo largo de un
debate, la razón al propio Juan Vivas y otorgarse a sí
mismos lo que no les pertenece, ni les va a pertenecer
nunca. Buen negocio para Caballas sería un debate y mala
“compra” para el PP si eso se llevara a cabo.
En cuanto a Carracao, que podría tener el apoyo de buena
gente de su partido, es posible que plantara cara al mismo
presidente, podría, incluso, mostrarle lo blanco negro y,
muy especialmente, llevarle a cualquier terreno comprometido
como La Marina, el nuevo parque de Santa Catalina y otros
mil detalles que hoy están de moda, y que han llegado a
destiempo o que no han ido a tono con las necesidades más
importantes de la Ciudad.
Luego, los demás poco pueden reclamar o debatir. Esos,
todavía, no son nada en el Ayuntamiento. Si acaso son meros
aspirantes, unos simples ciudadanos y basta.
Objetivamente hablando, sus razones tendría y tiene el
presidente de la Ciudad para hacer la campaña electoral a su
medida y, muy especialmente, cuando las cosas están tan poco
claras como se presentan ahora mismo. Por eso mismo, cada
uno, desde la parte contraria, puede y debe aspirar a todo,
buscando, incluso, los recovecos que más les puedan dar para
sus propios intereses.
La frase:”tenemos que ser prudentes y contar con los
planteamientos programáticos”, tiene truco, porque esa
prudencia y ese ser cautos cubre un “no debemos ser osados”,
o “no vamos a romper nuestras perspectivas para beneficiar a
otros”.
Por ahí es por donde se va, ese es el guión de la cuestión y
de la misma forma que es justificable que unos quieran
debatir con Juan Vivas, también es lógico que él ponga sus
razones, juegue sus bazas y no quiera hacerlo a cualquier
precio. Naturalmente, en un debate de ese tipo se están
jugando unos intereses muy especiales y cada uno va a ir
defendiendo lo suyo, o lo que crea que más le puede
beneficiar.
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