Y no diré tres, porque aquí las
distancias son muy cortas, y lo que comentó sobre Juan Vivas
es posible que lo pudiera haber comentado, y con creces, de
más de uno de esos que ahora no están en política y no
concurren a unas elecciones.
No voy a decir que sea verdadero, ni incierto, pero de donde
tengo que partir es de que en campaña electoral no tiene por
qué valer todo. A mí, el asunto de las viviendas públicas
nunca me ha gustado y nunca, ni aquí, ni en ninguna parte,
he solicitado una, cosa que pudiera haber hecho como otros
cientos de personas que estaban o están en mi misma
situación. Digo que nunca me han gustado, porque muchas de
ellas, si es que no la mayor parte, no van encaminadas al
que más lo necesita, lo que ocurre es que, a la hora de
denunciar, tan sólo sale la denuncia hacia alguien que ahora
está en política y puede ser tu competidor, al que puedes
tirar todo el barro que quieras.
Con todo y conociendo como conozco la realidad de la Ceuta
que vivimos, desde 1978, hasta hoy, debo decir que cuando se
adjudicaron aquellas viviendas a las que hace alusión
Carracao, Juan Vivas no era político, ni vivía de la
política. Entonces era un funcionario, eficiente de los pies
a la cabeza, un hombre joven con una familia, y si otros en
una situación similar o mejor que él, solicitaron una
vivienda, no había razones para que él no pudiera
solicitarla. Eso debe quedar muy claro.
Luego está el que conociera a más o menos personas que le
“pudieran” echar una mano, si es que hubo eso, que lo
desconozco.
Además hay otra cuestión que parece que olvida Carracao y es
que una vez adjudicadas aquellas viviendas, todos los que
las recibieron pagaron aquello que se les dijo que tenían
que pagar, esto es, “compraron” esas viviendas, aunque fuera
a mejor precio que si las hubieran comprado a alguna de esas
constructoras de la época.
La propiedad, una vez pagada la vivienda, era del señor que
la pagó, en este caso de Juan Vivas, como era de “Pepito
Pérez” la que le adjudicaron a este otro ciudadano. Y es
más, no creo, digo creo, que haya nadie que pueda decir que
a los dos años o a los cinco meses de tener esa vivienda fue
a venderla, si es que realmente la ha vendido, sino que en
un momento, quince, veinte o treinta años después, por
considerar conveniente cambiarse de vivienda, se fue a vivir
a otra parte y lo que no iba a hacer, ni él ni nadie es
regalar aquello que había comprado, al precio que fuera, que
no era él quien había establecido el precio. Vendió, pues,
si lo hizo, algo que era de su propiedad, como han hecho
otros muchos, con viviendas del mismo Polígono, por ejemplo.
No me parece que Carracao haya estado demasiado fino en esta
apreciación y no me parece que estuviera muy acertado,
porque estar en campaña electoral no debe dar bula para
atacar, sea como sea, a tus contrincantes, entrando en la
intimidad de la vida de cualquier adversario, en busca de un
escaño.
Hubiera tenido más sentido esa denuncia si la vivienda en
cuestión la hubiera recibido cuando ya era presidente de la
Ciudad, pero tengo que repetir que esas viviendas que se
adjudicaron en los primeros años de los 80, y desde ahí
hasta que Juan Vivas ha sido presidente pasaron más de 20
años, con lo que, en todo ese tiempo se ha pasado de ser un
joven, con niños pequeños o sin ellos, en un estrato social
muy distinto, de una época a la otra.
Ya hace más de una semana, en esta misma columna, dije que
en las campañas electorales parecía que valía todo, pero ese
todo deberá centrarse en lo positivo o en lo negativo para
la labor que haces o que quieres hacer, no en ir tirando
“chinitas” o pedradas a lo que un día fue una familia, a
donde celebraste la primera comunión de tus hijos, o a la
marca de camisas o de zapatos que usas hoy y usabas
entonces.
La campaña, todavía, es larga y Carracao como todos los
demás, pueden tocar temas que interesen un poco a todos,
porque esas otras cosas, puede suceder que no interesen a
nadie y en vez de dar votos te los quiten. No sería la
primera vez.
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