Parece que tienen que suceder
grandes tragedias para que algunos dirigentes se den cuenta
de las magnitudes de las mismas y busquen soluciones para
evitarlas y para que dejen de perderse vidas de seres
humanos.
Ante la catástrofe acontecida en el Mediterráneo, en la que
han perdido la vida setecientos inmigrantes, la Unión
Europea ha reaccionado de inmediato y parece que en esta
ocasión su mandatarios están dispuestos a tomar el toro por
los cuernos y meterse de lleno en el asunto en pos de buscar
un remedio que evite la pérdida de semejante cantidad de
vidas humanas.
Y todo llega el día en el que debería de haber visitado
Ceuta el comisario europeo de Inmigración, Dimitris
Avramopoulos, que junto al ministro del Interior, Jorge
Fernández Díaz, han acordado aplazar la visita hasta los
próximos 29 y 30 de junio.
En la reunión de Luxemburgo, en la que estuvieron presentes
los ministros españoles de Asuntos Exteriores y del
Interior, se acordó, entre otros, que la Unión Europea lleve
a cabo un esfuerzo sistemático para capturar y destruir las
embarcaciones utilizadas por los contrabandistas para el
tráfico ilegal de seres humanos, entendiendo que los
resultados positivos obtenidos con la operación Atalanta
deben inspirar a las operaciones similares contra los
contrabandistas en el Mediterráneo. También se contempla
entre los diez puntos aprobado ayer un proyecto piloto de
reasentamiento a nivel Europeo y sobre una base voluntaria,
que ofrezca una serie de plazas para las personas que
necesitan protección, así como desplegar oficiales de enlace
de inmigración en países terceros claves, con el fin recabar
información sobre los flujos migratorios. Pero lo importante
es que esta sea una apuesta definitiva y que no se quede,
como en otras ocasiones, en un brindis al sol.
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