En otros capítulos del informe se analiza con mayor detalle
el papel que viene jugando Marruecos en la contención y
rechazo de la inmigración subsahariana y las consiguientes
violaciones de derechos humanos provocadas. Excepto en el
corto período del 10 al 13 de agosto, el control de las
costas marroquíes dificultan de forma extrema la salida de
pateras y balsas hacia las costas españolas.
Pero el papel de gendarme de las fronteras europeas no acaba
aquí. Por un lado, está destinando importantes recursos para
impedir -con mejor o peor fortuna- los saltos a las vallas
de Ceuta y Melilla. Para demostrar su colaboración en la
lucha contra los inmigrantes, el ministro marroquí delegado
de Interior, Charki Drais, declaró que durante 2014, su
Gobierno había frustrado un total de 80 saltos masivos en
las vallas de Ceuta y Melilla y había practicado un total de
37.000 detenciones de inmigrantes sin papeles, de las cuales
estimó que unas 20.000 justo cuando iban a saltar la vallas.
Asimismo se está construyendo una tercera valla, en el lado
marroquí, cuyo desarrollo aún no está completo.
Por otro lado, con no pocas contrapartidas Marruecos,
reactiva el Convenio de Readmisión de 1992, que
recientemente, tras más de veinte años, ha entrado en vigor.
En los dos últimos años, Marruecos ha desplegado numerosas
unidades patrulleras de la Armada real y de la Gendarmería
para la interceptación de pateras una vez han salido de la
costa marroquí, antes de que lleguen a la costa española. En
muchos casos esta intervención se produce tras aviso de
Salvamento Marítimo o la Guardia civil. En otros por
actuación directa de las patrulleras de la Gendarmería Real
marroquí, especialmente en el momento de salida de la patera
en la costa.
|