El grupo ‘Renacer’ de Alcohólicos Anónimos en Ceuta celebra
su 28º aniversario y para ello este sábado organiza una
charla abierta en la que varios de sus miembros hablarán
sobre la enfermedad del alcoholismo y además ofrecerán su
ayuda tanto a los afectados por esta patología como a sus
familiares. Y es que, esta enfermedad no afecta sólo a
quienes la padecen, sino a todo su entorno que no sabe cómo
tratar con ellos y en muchas ocasiones no entiende que el
alcoholismo es una enfermedad que se arrastra toda la vida.
La sociedad aún es reticente a darse cuenta de que los
afectados por el alcoholismo no son borrachos, sino personas
que tienen una enfermedad grave y que necesitan atención
especializada. No obstante se va avanzando y el paso
fundamental fue que la Organización Mundial de la Salud
reconociera el alcoholismo como una enfermedad en 2009.
Una parte clave del tratamiento, y así lo cuentan quienes
han atravesado el camino para dejar atrás la obsesión de la
bebida, son los grupos de apoyo que ofrece Alcohólicos
Anónimos por todo el mundo. Desde su creación en 1935 en
Akron, Estados Unidos, se han ido creando por cada país. En
España Alcohólicos Anónimos se implantó en 1955 y en Ceuta
desembarcó hace 28 años. Desde entonces un grupo de hombres
anónimos se han convertido en el apoyo más importante que
tienen aquellos que quieren dejar atrás el alcoholismo,
empezar una nueva vida y encontrar la felicidad.
Una gran familia
El camino para no beber más no es fácil, pero conocer la
experiencia de quien ha pasado por él lo hace menos difícil,
por ello, desde el grupo animan a quienes sufren esta
enfermedad a no tener miedo y dar el paso de ir a una
reunión. Antonio y Paco ya han pasado por ello y aseguran
que en sus compañeros tienen a una familia. Ellos son dos
miembros del grupo Renacer que confiesan haber vuelto a
encontrar la felicidad tras dejar la bebida.
Antonio reconoce que hasta que no encontró al grupo de
Alcohólicos Anónimos no pudo dejar de beber. Nadie le
comprendía, cuenta, hasta que el 8 de enero de 1991 pisó
“esa bendita casa”, como él llama al grupo. Antonio lleva
esta fecha grabada en el corazón porque, asegura, fue el día
en que la tranquilidad y la felicidad entraron a su casa.
“Recuperaron a un padre y a un marido que habían perdido
porque yo vivía para el alcohol”, explica.
El primer paso para curarse, cuenta Antonio, es reconocer
que se tiene un problema. “Con la negación, difícilmente te
vas a curar”, apunta para lamentar que si la persona no
tiene voluntad de dejar de beber, ellos no pueden influir.
No obstante, a los que intuyen o saben que tienen un
problema con la bebida, pero tienen miedo a reconocerlo,
Antonio les manda un mensaje de esperanza. “Hay solución”,
asegura. Y él lo sabe bien porque tras 24 años sin probar el
alcohol se ha convertido en un ejemplo de que hay solución.
Eso sí, recuerda que el alcoholismo es una enfermedad
incurable, fatal y mortal. “Lo que hacemos nosotros es
pararla, sabemos que no nos vamos a curar y que en el
momento en que uno tome una gota de alcohol va a empezar por
donde lo dejó”, advierte Antonio.
Paco es otro de los miembros del grupo que llegó a el
“derrotado” por el alcohol. Ahí estuvo varios años hasta
que, por problemas personales, tuvo una recaída importante.
No obstante, supo agarrarse al salvavidas del grupo y tuvo
claro que necesitaba “la medicina” que le aportaban sus
compañeros. Por ello, volvió a las sesiones, que se celebran
todos los martes y los viernes en el edificio ‘El Morro’, en
la calle Juan de Juanes. Una terapia que les es vital tanto
a los enfermos como a las familias, que tienen su propio
grupo. Por ello, tanto para Antonio como para Paco se ha
convertido en una obligación extender sus manos a los que
están sufriendo, igual que hicieron con ellos cuando dieron
el paso de renacer del alcoholismo a una nueva vida.
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