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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 15 DE ABRIL DE 2015

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

No me llames Antonio, llámame Alí

Por Jesús González


Caronte, en la mitología griega, era el barquero feroz encargado de llevar de un lado al otro del río Aqueronte a los que habían muerto y podían pagarle un óbolo –razón por la que los cadáveres se enterraban con una moneda bajo la lengua, que era el precio del pasaje– y los entregaba a Mercurio, que los conducía a un terrible tribunal formado por tres jueces, Minos, Eaco y Radamanto, que administraban justicia en nombre de Plutón, el dios del infierno. Cuando la sentencia se hacía pública, los buenos eran introducidos en los Campos Elíseos y los malos eran precipitados en el Tártaro. Aquellos que no disponían del óbolo para pagar a Caronte tenían que vagar cien años por las riberas del Aqueronte, transcurrido ese tiempo, el feroz Caronte accedía llevarlos a la otra orilla sin cobrarles el óbolo preceptivo. El tal Caronte era representado como un viejo flaco y gruñón, de ropajes oscuros y con antifaz. Curiosamente, es el primer personaje con nombre que Dante se encuentra en el Infierno.

A este respecto, y precisamente con el nombre de “Operación Caronte”, los Mossos detuvieron la semana pasada a once personas que forman parte de la célula terrorista “Fraternidad Islámica”, que es un grupo afín al llamado Estado Islámico. Este grupo tenía como objetivos sinagogas, atentados contra miembros de las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado, el Parlament de Cataluña o raptar a una directora de un banco para “financiar” sus fechorías. En fin, nada nuevo que no sepamos ya sobre estos terroristas yihadistas. Lo que sí llama la atención de esta “Fraternidad Islámica” es que en ella había comprometido tres conversos de nacionalidad española. El líder del grupo es un peluquero, Antonio Sáez, que pasó a llamarse Alí. ¿Cómo es posible que el ideario criminal del llamado Estado Islámico pueda atraer, no ya a musulmanes, sino a conversos? Se entiende que el musulmán de origen ha nacido y criado en una fe que toma como guía el Corán y los hadices del profeta, y, por consiguiente, su radicalización podría ser previsible. Pero que tres individuos que han nacido en el seno de la religión cristiana se conviertan al Islam y se radicalicen en el seguimiento de la brutal doctrina islámica del Estado Islámico no es de fácil entendimiento. No es fácil de entender puesto que el caldo de cultivo de esa radicalización hay que mamarlo desde el nacimiento, hay que interiorizar desde la más tierna edad que las miserias que afligen a los musulmanes, que no es el caso de los tres conversos, no es culpa de ellos, es culpa de Occidente y de los ‘cruzados’. Es la clásica postura victimista que se transmite de generación a generación y va acumulando resentimientos hasta que la radicalización los hace desembocar en el yihadismo terrorista y criminal.

Cataluña ha estado jugando con fuego con la inmigración. Así, la fundación Nous Catalans parece ser el nexo de unión entre los independentistas y los inmigrantes islámicos, de este modo CIU y sus adláteres se asegurarían votos en un hipotético referéndum sobre la independencia de Cataluña. Lo que no sospechan los independentistas catalanes es que están haciéndoles el trabajo sucio, como tontos útiles, a los islamistas. Pues los islamistas se están valiendo de ellos, de los independentistas, para ampliar sus zonas de influencia y tratar de islamizar cada vez más áreas de Cataluña, ya que se está corriendo el riesgo de que los radicales islamistas ocupen espacios en el ámbito municipal, debido a la labor de captación de musulmanes que están haciendo los partidos independentistas, pues en algunos municipios la población musulmana alcanza ya el 20% del total. A este respecto, según se lee en La Razón, el imán de la mezquita de Lérida, Abdelwalhad Houizi, animaba a la comunidad islámica residente en Cataluña a aprovecharse de los independentistas, en términos como “… pues ellos se apoyan en nosotros para conseguir votos, pero lo que ellos no saben es que cuando nos dejen votar, todos votaremos a los partidos islámicos, pues nosotros no pensamos en izquierdas o en derechas. Esto nos hará ganar alcaldías. Será el momento en que empezará a implantarse el Islam”. Valiente ruindad y zafiedad la de este individuo. Quien no quiera ver el peligro que España (y Europa) está corriendo con la inmigración de esta naturaleza es que, o bien, está comprometido con ella, o bien, es que no desea ver lo que se cuece a su alrededor.

Europa se ha puesto de rodillas ante la inmigración masiva. La inmigración masiva es el arma de destrucción masiva diseñada para socavar las sociedades europeas y occidental. Esta inmigración masiva tiene todas las trazas de ser una conspiración de manual. Hace mucho tiempo que ha dejado de ser una inmigración entendida como tal para convertirse en una sustitución de la población autóctona por otras extrañas al tejido social europeo. Se ha constatado fehacientemente, respecto de la inmigración islámica, que se ha convertido en una sociedad paralela, cada vez más radicalizada, de carácter religioso, que va camino de “anteponer la ley islámica al orden jurídico y constitucional vigente”. Resulta sorprendente a estas alturas que los españoles no estén concienciados del peligro que representa la inmigración descontrolada, la inmigración masiva, pues de ella se sirven los radicales para entronizar en nuestro país a fieles del Estado Islámico o de al-Qaeda.

Y en estas estamos, con la amenaza terrorista-yihadista sobre nuestras cabezas, cuando llega el obispo Zornoza y se descuelga con unas manifestaciones en las que pide que se respeten los derechos humanos de los asaltantes que se encaramen a las vallas de Ceuta y/o Melilla y accedan ilegalmente a territorio español. Para el obispo Zornoza, como para tantos otros, respetar los derechos humanos es transigir con que los africanos violen las fronteras de España en Ceuta y Melilla y sean acogidos amorosamente y llevados en butaca a los CETI, sin saber quiénes son, ni cuál ha sido su vida antes de llegar a las vallas o si pertenecen a alguna facción criminal yihadista. El tal obispo Zornoza, defensor de los derechos de los asaltantes, olvida que los españoles tenemos derecho a vivir en nuestro país dentro de fronteras seguras. Asimismo, el obispo Zornoza parece no comprender la clase de peligro que la inmigración masiva ilegal representa para la sociedad española (y europea). Parece que el obispo Zornoza, justo sucesor de aquel obispo traidorzuelo Don Oppas, hace oídos sordos a la inmigración islamista que se está asentando en España, inmigración que viene con aviesas intenciones, como se está viendo casi cada día con las detenciones de grupos islamistas, que pretenden atentar contra la sociedad española. Asimismo, el prelado Zornoza permanece ciego, sordo y mudo ante las intenciones de los islamistas de implantar, más pronto que tarde, como se ha visto en las manifestaciones del imán de la mezquita de Lérida, el Islam en España. Así, las declaraciones del obispo Zornoza cabría incluirlas en el apartado de inconscientes, insensatas e imprudentes, visto lo que se nos ha metido en España de la mano de la inmigración, y son totalmente reprobables desde el punto de vista de la seguridad de la sociedad española.

Este obispo es de los que olvidan el “principio de precaución”, por el que basta una duda razonable –no ya una evidencia incuestionable– sobre los riesgos de una invasión como la que está teniendo lugar para que se eviten discursos estultos sobre el riesgo cero de la inmigración masiva. Es más, el obispo Zornoza opta por la “ética de los sentimientos” en vez de por la “ética de la responsabilidad”. Así, él actúa (rectamente) en términos religiosos y deja el resultado en manos de Dios, pero obvia las consecuencias previsibles (muy graves) de su deseo de dejar entrar a todo aquel que llegue a las vallas, lo que no se compadece en absoluto con la “ética de las responsabilidad”. Entre los Carontes de turno y obispos de esta guisa la seguridad de nuestra sociedad está más que comprometida.

(PD/ Recuerde: faltan 19 semanas para celebrar el 6º Centenario de la conquista de Ceuta por los portugueses: el 21 de agosto de 2015)
 

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