Hace unos días, la Guardia Civil
pedía perdón en twitter tras equiparar en un tuit la
violencia del hombre sobre la mujer a la de la mujer sobre
el hombre. Tras la pertinente disculpa desde la cuenta
oficial de la Benemérita (@guardiacivil), otra cuenta
llamada Foro Guardia Civil (@iguardiacivil) replicaba lo
siguiente: “No nos confundamos. La violencia NO entiende de
géneros y, aunque en menor proporción, también la hay
mujer-hombre. Un saludo”. A este tuit, el portavoz del
sindicato de Policía SIPE y nuevo fichaje de Ciudadanos,
Alfredo Perdiguero, añadía: “Que gran verdad acabáis de
decir compañeros. ¡¡¡SI SEÑOR!!!”.
Bien, si nos vamos al BOE y buscamos la Ley Orgánica 1/2004,
de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra
la Violencia de Género, leeremos lo siguiente en la
Exposición de Motivos: “La violencia de género (...) se
trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por
el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus
agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad,
respeto y capacidad de decisión”, añadiéndose lo siguiente
en el artículo 1: “La presente ley tiene por objeto actuar
contra la violencia que, como manifestación de la
discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones
de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre
éstas (...)”. Foro Guardia Civil y Alfredo Perdiguero se
equivocan: la violencia SÍ entiende de género.
La violencia de género es aquella que se ejerce con motivo
de la subordinación de un género a otro, es decir,
fundamentada en relaciones de poder, en la posición
privilegiada de uno con respecto a la posición subalterna
del otro. Si asumimos que vivimos en una sociedad machista y
patriarcal en la que la mujer continúa sufriendo una
discriminación expresada a través de mil ejemplos obvios,
pretender equiparar el problema social que constituye la
preservación de un orden social injusto y aberrante (el
dominio del hombre sobre la mujer) mediante la violencia con
los casos puntuales -y condenables- en los que hombres son
maltratados por mujeres sólo puede responder a la poca
conciencia que aun se tiene acerca del drama que representa
la violencia de género.
A nadie se le ocurriría, en un debate sobre discriminación o
violencia por motivos de orientación sexual, pretender
equiparar el sufrimiento del colectivo homosexual con el de
los heterosexuales haciendo hincapié en casos concretos de
heterosexuales discriminados o agredidos por el hecho de ser
heterosexuales. Sería ridículo. No hacen falta leyes
específicas para defender los derechos de los
heterosexuales, de igual modo que no son necesarias leyes
específicas para defender los derechos y las libertades del
hombre en tanto que hombre. En cambio, sí son necesarias
leyes para defender la dignidad de la mujer en tanto que
sujeto histórico víctima de la sociedad patriarcal, víctima
de unas relaciones de poder injustas y beneficiosas para la
preservación del dominio del hombre sobre la mujer. En
nuestro país, el hombre no lo tiene más difícil por ser
hombre; la mujer, sí. Y la negación de esta realidad no es
más que, paradójicamente, su constatación.
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