Me duele en lo más profundo de mí
alma cuando un medio de comunicación, sea de la tendencia
que sea, deja de salir a la calle o cesa en sus emisiones.
Por supuesto que éste dolor se acrecientas cuando se trata
de algún medio al que he pertenecido y sigo perteneciendo,
pues siempre lo considero mi casa, la televisión privada.
Una televisión que ha dejadote emitir, pero que muy pronto
volveremos a estar con todo ustedes, llevando la realidad de
nuestra tierra, contando la verdad sobre ella, con la
independencia que nos ha caracterizado y nos sigue
caracterizando. Y es por esa realidad y por esa
independencia, por la que contamos con el apoyo
incondicional de miles y miles de ceutíes que nos siguen
cada día.
La razón de haber dejado de emitir, ha sido por el fiel
cumplimiento de lo que marca la ley, a la cual respetamos
totalmente, y esperamos su próximo fallo que, sin duda
alguna, porque creemos firmemente en que la ley nos
permitirá, en breves fechas, estar de nuevo emitiendo todos
nuestros programas.
Para conseguir que nos adjudiquen una cadena de televisión,
hay que tener unos medios de los que algunos que quieren que
se le adjudiquen, careen de esos medios imprescindibles para
poder emitir.
No basta decir tengo, tengo todo lo que es necesario para
que se me adjudique una cadena de televisión, hay que
demostrarlo no sólo con papales escritos, sino mostrando
sobre el terreno, la verdad de lo que se dice en esos
papeles. Pues si fuese por entregar sólo unos documentos,
diciendo todo cuanto se tiene para que se adjudique una
cadena, se la darían a cualquiera. Aquí, en esta tierra
nuestra, el más tonto hace televisores con pantalla plana de
100 pulgadas. Es tirando por lo bajo. Tirando por lo alto,
podemos hacer un cohete y mandarlo a la Luna.
Uno piensa, y tiene el convencimiento pleno, que el
patrimonio de una Ciudad, es patrimonio de todos sus
habitantes, y no es nadie un político para dar graciosamente
a nadie, y mucho menos a una empresa privada parte de ese
patrimonio para su uso y disfrute sin pagar un euro. Algo
que iría, indiscutiblemente, contra los intereses del pueblo
a los que ese político representa, y que tiene el deber y la
obligación de conseguir el máximo beneficio para el pueblo.
Cuando un edificio pongamos, por ejemplo, de cuatrocientos
metros cuadrados en el centro de una ciudad, patrimonio de
la Ciudad, es decir patrimonio de todos los ciudadanos, se
quiere, por las razones que sean, desprenderse de él
vendiéndolo, se tiene que hacer un concurso y tratar de
sacar el mayor beneficio posible, para que ese beneficio
obtenido repercuta en beneficio de los ciudadanos.
Regalar a una empresa privada el mismo, sin obtener nada de
beneficio para el pueblo se puede, al parecer, estar
prevaricando por parte del político que ha tenido a bien dar
graciosamente a una empresa privada ese edificio en el
centro de la ciudad con más cuatrocientos metros cuadrados,
patrimonio indiscutible de todo los ciudadanos, y no
patrimonio de ningún político para hacer lo que le venga en
ganas con el mismo.
De todas formas, muy pronto volveremos a estar con todos
ustedes. La verdad nada más que tiene un camino.
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